Cádiz

Los encuadernadores gaditanos de la historia y la cultura de España

El taller de encuadernación de la familia Galván diseñó el Libro de Honor del Congreso en el que firmó la Princesa de Asturias tras jurar la Constitución en el Congreso de los Diputados

La Princesa de Asturias firma en el Libro de Honor del Congreso, encuadernado en Cádiz

José Galván junto a sus hijos José María y Antonio Francis Jiménez

Jesús Mejías

Cádiz

«Hoy, día en que alcanza la mayoría de edad la Princesa de Asturias, tenemos el orgullo y el honor de acudir al Congreso de los Diputados para que jure, como Princesa Heredera a la Corona de España, la Constitución Española ante las Cortes Generales, institución que representa al Pueblo Español en quien reside la soberanía nacional. Saludamos con afecto y respeto a sus señorías, a los poderes del Estado y a todos los españoles». Esta fue la dedicatoria escrita por Rey Felipe VI el pasado 31 de octubre en el Libro de Honor del Congreso en el día en el que la Princesa Leonor juraba la Constitución ante la Cortes Generales. Un Libro de Honor que fue encargado al taller de encuadernación de la familia Galván en Cádiz, el mismo que encuadernó en su día el primer ejemplar de la Cámara Baja y que fue firmado por el Rey Emérito Juan Carlos I en el año 1998.

Hablar del taller de encuadernación de la familia Galván es hablar de historia y prestigio. Fue fundado por José Galván Rodríguez en el año 1945, y por las manos de esta familia han pasado obras como la Gramática de Nebrija, primeras ediciones de Neruda o Antonio Machado y libros de honor de instituciones como la Junta de Andalucía, el Ayuntamiento de Cádiz o el Congreso de los Diputados.

Manejan a la perfección la técnica del dorado y el mosaico, y tienen un manejo que roza la perfección de los hierros, ya sean decorativos o arquillos y tronquillos para el dibujo de las líneas con el que logran una simetría perfecta.

Antonio y José Galván siguieron el trabajo de su padre, y ahora, tras el fallecimiento de Antonio, uno de los hijos del fundador del taller, son José María y Antonio, hijos de José, junto a María José, sobrina de este, quienes mantienen el negocio familiar, aunque con la ayuda y experiencia de José que aún perdura.

«Quisimos traernos Madrid a Cádiz, y lo hemos conseguido», relatan. El principal hándicap que han tenido es la situación del taller, en Cádiz, una ciudad en la que «hay veinte exposiciones» mientras que «en Sevilla hay cincuenta» y «en Madrid hay doscientas».

El taller de la familia Galván no es excesivamente grande, está situado en un bajo de un edificio junto a la estación de tren de San Severiano, pero al entrar por la puerta haces un pequeño viaje al pasado, en un mundo en el que todo es analógico, los ordenadores se dejan de lado, todo se hace de manera manual como en el año 1945.

No siempre ha tenido la misma ubicación. En un primer momento se encontraba en la avenida de Portugal, y posteriormente, en el año 1957 pasó a la zona de Lebón y actualmente en la avenida de la Sanidad Pública.

En 1986, el taller expuso en la Biblioteca Nacional, en Madrid, donde Antonio Galván pronunció la conferencia El libro, la bibliofilia y la encuadernación. En 1993, los Galván obtuvieron el primer premio en el Concurso Nacional de Encuadernaciones de Arte convocado por el Ministerio de Cultura por la obra Un verano en Tenerife, de la poetisa cubana Dulce María Loinaz. El ejemplar fue donado a la Biblioteca Nacional.

En su interior se encuentra José con sus hijos José María y Antonio. Su taller ha vuelto a ser noticia a nivel nacional con la encuadernación del Libro de Honor del Congreso. Periódicos como LA VOZ, la televisión, emisoras de radios... todo el mundo quiere hablar con José para que relate y cuente su experiencia encuadernando un libro que pocas horas después de su entrega iba a ser firmado por la Familia Real.

Más de dos meses de trabajo

La familia Galván fue la encargada de encuadernar el primer Libro de Honor del Congreso estrenado por el Rey Emérito Juan Carlos I en el año 1998. «Ellos tenían noticias nuestras, y cuando lo han renovado han recurrido a nosotros», cuenta José.

No obstante tenían un problema importante, no tenían imágenes de libro entregado en el año 1998 personalmente por José en Madrid, por lo que tuvieron que pedir al Congreso que les enviaran imágenes del libro por ambos lados, ya que querían una copia del mismo.

La familia Galván, para su éxito a nivel mundial con encargos incluso que llegan desde Canadá y para su reconocimiento cuenta con una fórmula sencilla en la teoría, y compleja de ejecutar en la práctica: productos de «máxima calidad» y un trabajo «totalmente manual».

José Galván muestra una de sus obras FRANCIS JIMÉNEZ

«Hay que pretender que todos los elementos que confluyan en su realización sean de la máxima calidad, y que esté realizado con el máximo cariño», cuenta José.

La piel marroquen es adquirida en París y la empleada es de cabra, mientras que también se busca un papel con un buen gramaje. Se cuidan todos los detalles, hasta la flexibilidad del papel para que tenga esa belleza tan característica al pasar de hoja. Para un libro como el del Congreso se necesita prácticamente una piel entera de una cabra.

Hay dos partes diferenciadas en el proceso, por un lado la elaboración del diseño, y posteriormente su estampado en la piel. El dibujo del diseño es manual, aquí no hay programas de diseño por ordenador ni cualquier tipo de aplicación, se hace a la vieja usanza, con un papel, un lápiz y una goma de borrar. José es un gran aficionado a la acuarela desde pequeño le ha gustado el dibujo.

Hierros usados por la familia Galván Francis jiménez

El diseño es laborioso y único para cada ejemplar. «No es lo mismo encuadernar una obra de Lorca o de Alberti», y para elegir el mejor diseño posible «se tiene en cuenta la fecha de la edición del ejemplar, la época en la que le tocó vivir, la fecha en la que vivió, cómo era la persona...».

Por ejemplo, para la Gramática de Nebrija emplearon hierros mudéjares con rectángulos concéntricos en piel marrón, mientras que en el Astronomicon el estilo fue renacentista con estampados en dorado.

En el caso del Compilatio Lupoldi de Erhardum Ratdolf escrito en el año 1489 emplearon una «encuadernación en piel cabra marroquen de color castaño oscuro». Cuenta con una «decoración gofrada, estructurada en dos orlas rectangulares concéntricas, trazadas con juegos de filetes gruesos y finos». La orla exterior fue decorada con «hierros sueltos de estilo aldino» y la interior «lleva una greca de lacerías con sembrado de hierros-corazones y pequeños puntos dorados».

«El panel central está dividido, por filetes gruesos y finos, en cuatro compartimentos rectangulares cuyos centros van decorados con hierros aldinos gofrados y un sembrado de puntos dorados. El nombre del autor y título de la obra van estampados dorados con letra gótica en la tapa superior; el lugar y año de impresión en la tapa posterior».

Obra 'Compilatio Lupoldi' L. V.

Una vez se tiene elaborado el diseño, toca traspasarlo a la piel. Aunque tuvieran como referente el libro del año 1998, señalan que «no hay dos libros iguales».

En primer lugar se usa agua y vinagre para desengrasar la piel, «algo que parece fácil pero no lo hace casi nadie». Posteriormente «la huella que ya tenemos es bañada con dos o tres capas de clara de huevo» y se espera a que seque para aplicar aceite de almendra e «inmediatamente le damos con pan de oro». Con el hierro, que tiene el dibujo en la punta, «y aplicando calor ya sale solo». Cada hierro lo plasman en la piel «unas cinco veces» antes de seguir con el siguiente hierro. ¿A qué temperatura debe estar el hierro? «No lo sabemos, lo notamos con la propia saliva», bromean.

El estampado del diseño en la piel «puede llevar varios meses», y «algunos libros que hemos realizado aquí tuvieron un trabajo de cuatro meses». En el caso del libro del Congreso «fueron dos meses y medio aproximadamente» y «lo terminamos un día y medio antes».

El Libro de Honor del Congreso se hizo con el mismo procedimiento al del año 1998, y que el primer libro encuadernado en el taller en 1945. «No ha variado nada, solamente que tenemos que ajustarnos al lugar de la edición, y eso hace que las decoraciones sean distintas».

Reconocen que «es un trabajo complicado, es un libro importante y no puedes equivocarte, no hay margen de error».

Un oficio, una vida

José siguió con el oficio de su padre y ahora son sus hijos quienes llevan el peso del negocio. Quizás llegue el día en el que escriba un libro con la historia y las innumerables anécdotas del taller Galván y lo encuaderné. Han tenido el honor que la Reina Sofía firmase un ejemplar que recoge la vida del taller en sus primeros cincuenta años de historia.

Desde que el taller se fundara en el año 1945 han trabajado con obras como la Gramática de Nebrija, obras de Vicente Aleixandre o Alberti, pero para José la obra más especial «fue un ejemplar que recopilaba todos los poemas que oftalmólogo de Sevilla le hizo a su señora, y cuando los dos tuvieron una avanzada edad vinieron aquí para que le hiciéramos una magnífica encuadernación que se llevó cinco meses de trabajo. Es un ejemplar que no se repite con frecuencia».

¿El secreto del éxito? «Que desde que nuestro padre inició el negocio por 1945, las pretensiones suyas que eran la de mejorar la labor y siempre con las miras puestas en la perfección, la hemos mantenido», como «mantener el prestigio, que no es poco».

Para José, cuando recibe un encargo como el Libro de Honor del Congreso «es una honra, una satisfacción, de que estando tan apartado aquí en Cádiz, en cosas como esta se acuerdan de uno para vestir unos ejemplares que han adquirido bastante valor con su antigüedad».

De cara al futuro, José tiene claro que «el taller está en buenas manos, gozamos de un buen prestigio, que es lo difícil de mantener». José María, Antonio y María José llevan más de dos décadas dedicándose al oficio, y saben que aunque «ahora falta sensibilidad para admirar el trabajo», cuentan con una fama y un prestigio a nivel internacional que convierten al taller Galván en un referente mundial.

José Galván, el fundador del taller, junto a Brugalla y Palomino, está considerado uno de los encuadernadores que modernizaron la encuadernación en España. A lo largo de su dilatada trayectoria, el taller ha logrado galardones como la Medalla de Andalucía en el año 1991, fueron homenajeados por el Ayuntamiento de Cádiz en el año 1999, han sido condecorados por el Ministerio de Cultura.

En el año 1986 el taller estuvo expuesto en la Biblioteca Nacional, en Madrid, y Antonio Galván, ya fallecido y hermano de José, dio una conferencia bajo el título 'El libro, la biblifilia y la encuadernación'. Posteriormente, en 1993 esta familia fue premiada con el primer premio en el Concurso Nacional de Encuadernaciones de Arte convocado por el ministerio de Cultura gracias a la obra 'Un verano en Tenerife' de Dulce María Loinaz.

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