con 'c' de cádiz

«Lo que acabó con el antiguo Holiday fue los puñeteros telefonitos»

josé luis rodríguez trejo. hostelero jubilado

Empresario de la noche, este vitalista gaditano ha hecho de su cabeza una fábrica de ideas para el deleite del noctámbulo gaditano de todas y cada una de las edades

José Luis Rodríguez Trejo ha sido un promotor importante de las noches gaditanas. nacho frade
Alfonso Carbonell

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José Luis Rodríguez Trejo (Cádiz, 1953) es historia viva de las noches de Cádiz, esas a las que tanta vida dio ya fuera sobre un tablao que sobre las aguas, pues de su cabeza salió la idea de abrir para los gaditanos la famosa discoteca del buque JJ Sister. Repasar sus vivencias es detenerse en los recuerdos de El Tablao, un local al que llegó de la mano de su añorado hermano Enrique, otro grande. O demorarse en las anécdotas que vivió en 'su' Holiday, «un león dormido» al que ahora han despertado dos «tíos con dos cojones». O no parar de reírse con sus historias sobre lo humano y lo divino, porque de todo tiene salvo el tiempo, ese que no tiene nadie.

Pero José Luis es mucho más que correrías nocturnas, no, José Luis es un ilustrado gaditano con el que da gusto ponerse a debatir sobre cualquier tema que se imponga en la mesa. Pepero por devoción más que por convicción, este empresario fue uno de las personas que contribuyó al auge de una alcaldesa que transformó una ciudad gracias a gente como nuestro protagonista de este domingo.

Su infancia se retrotrae a la plaza de la Candelaria, donde iba con su hermano pequeño (de siete) y su madre de la mano a merendar y a echar la tarde. Más tarde estudió en el Columela bajo un régimen educativo que más quisieran los niños de hoy y los padres del mañana. Aventurero incansable, se casó con una holandesa mientras pinchaba música en Torremolinos, lugar donde se hizo con los idiomas que más tarde le sirvieron para ganarse la vida lejos de lo que a él verdaderamente le llamaba, la noche. Ahora vive una merecida jubilación mientras camina nuevamente hacia el altar de manos de una cañaílla que le ha dado un rostro juvenil y con el que va repartiendo dosis de alegría y saber vivir.

-José Luis Rodríguez Trejo. ¿Con guión o sin guión?

-Sin guión, pero con título nobiliario, pero eso no lo vayas a poner.

-¿Cómo que no, José Luis? Vamos, hombre, estoy yo para descartar una entrevista con un noble. Explique de dónde viene eso, anda.

-Jajaja. No, no, en serio. No vayas a poner esas cosas no la vayamos a liar...

-Y dale. Me levanto y me voy, eh. Por favor, no se haga de rogar.

-A ver, cómo diríamos. Trejo era unas aldeas que había por Burgos que dicen que es de Extremadura, porque hay muchos Trejo en Sudámerica.

-Hombre, como el condado de Treviño, que pertenece a la provincia de Burgos aunque está rodeado completamente por tierras alavesas.

-Algo así. Tiene hasta su escudo y todo. Muy bonito.

-¿Pero usted nació en Cádiz?

-Digo, nacido en la calle Cardenal Zapata, justo arriba de la tienda de mi hermano Enrique, que en paz descanse -se refiere a la tienda de guitarras Instrumentos Musicales Enrique-.

-Su infancia.

-Mi infancia se reduce a la plaza Candelaria, donde iba con mi madre con nueve años y con mi hermano chico, Juan Antonio.

-Enrique era...

-Enrique era el mayor.

-Estábamos por la plaza Candelaria.

-Pues allí que nos mandaba a merendar mi madre, que nos daba dos reales para comprarnos un 'quitahambres' al horno de la calle Rosario.

-¿En qué consistía ese 'quitahambres'?

-Una torta así de grande [y mide con sus manos media mesa del bar Glorieta], más grande de las que te da el Sánchez.

-Jajajaja. ¿Pedro?

-Ese, ese. Pues con esa torta y un vaso de agua ya nos íbamos 'merendao'. Te dejaba sentado en el banco y no había manera de moverte.

-¿Cuántos hermanos eran?

-Nosotros éramos siete. Yo era el sexto.

-¿Y cómo se llevaba esa casa?

-Mi padre era óptico y a los siete nos llevó adelante. Y nosotros salíamos todos los domingos; mi padre llamaba a Manolete el taxista y cogía y nos metíamos todos dentro e íbamos a ver a mi hermana, que estaba en Algar o en Bornos, que era maestra, bueno que es maestra. Y para allá que íbamos. 'Manolete para aquí, que vamos a tomarnos una copita. Para allá, que vamos a tomar otra', le decía mi padre al taxista. Salíamos por la mañana y llegábamos a las tres de la tarde (jejeje).

-Jaja. ¿Dónde estudiaron?

-Empezamos en San Agustín, con las monjas. De hecho, una de mis hermanas se quedó allí con ellas; fue misionera. Se ha llevado 40 años en Camerún, con dos cojones, eh. Ahora está en la residencia de ancianos, ahí en Candelaria. Yo seguí 'palante'; fui al Mirandilla. De allí salí con Diploma de Honor.

-Pero usted de cura poco, ¿no?

-Buenooooo. No era yo un tío de iglesias, ni de fútbol, ni de toros.

-¿Y por dónde iba tirando ya en su adolescencia?

-Yo me decidí, a partir de que mi hermano Enrique abriera la tienda de discos, que tendría yo unos 13-14 años.

-(Interrumpo) ¿En qué año abrió Enrique la tienda?

-En el 63, 64 creo recordar. Pues yo a partir de ahí empecé a escuchar música. Y ya con 13 años escuchaba a James Brown, Aretha Franklin, Wilson Pickett... Eso ya me marcó el camino. Curioso es que nunca me interesé por tocar la guitarra y eso que mi hermano estaba todo el día, pero yo no, ni de tocar, ni de componer, ni de escribir ni nada de eso. Yo era más incisivo en la música que ya estaba hecha. Yo era de escuchar, rockero. Recuerdo que, ya un poquito más mayor, con 16-17 años, me iba con un amigo mío que tenía coche a la esquinita de la Alameda al lado del Baluarte de la Candelaria; y allí nos poníamos con nuestra botellita y nuestra cocacola a escuchar música de la base de Rota.

-¿Sintonizaban la radio de los americanos?

-Así es. La 96.0. Allí escuchábamos los últimos temas que estaban saliendo en América. De Cream, de Led Zeppelin, de Grand Funk Railroad.. Te hablo de gente rockera de esa época, que por entonces era el rock duro, el 'hard rock'. Eso nos hizo escuchar también muchos temas de soul de los que antes te he comentado (Aretha Franklin, Wilson Pickett, Supreme...), que eran un poquito más antiguos pero que nos gustaban también. Todo eso me fue sellando ya mi amor por la música. Yo por entonces ya estaba en el Columela.

-¿Ya era nocturno?

-No, no qué va. Yo soy de la segunda promoción del Columela. Allí estuve con el Reguera, con Manolo Martínez, Emilio Martínez, con Pepe Rojas, otro buen amigo mío. También con Diego Sales, con José María Pascual, que era compañero mío de banca. En definitiva, gente toda muy interesante que por entonces hablábamos de nuestras cosas, no de tonterías. La verdad es que había mucha vida.

-Eso le iba a decir. ¿Cómo eran esos tiempos, cómo los vivía esa juventud? Estaba el franquismo.

-Bueno, bajo mi punto de vista, estábamos en la época de la evolución positiva.

-La España de los tecnócratas.

-Exacto. Esos comenzaron a entrar en el gobierno desde el 58, que fue cuando se peleó Franco con los que tenía al lado y puso a los tecnócratas, que fueron los que realmente comenzaron a impulsar lo que era el país en aquellas fechas. Fue la época donde la gente comenzó a comprarse los 600...

-Y en Cádiz, ¿cómo vivía esos cambios la juventud?

-Yo no te puedo decir cómo era, pero sí cómo veíamos el exterior, que era más importante.

-Vamos, que aquí poco pasaba.

-Aquí poco pasaba, sí. Aquí lo que sí se notaba era que esas relaciones un poco más cercanas a nuestro instinto estaban coartadas. Lo máximo que llegabas tú era a cogerle la mano a una niña; acompañarla a su casa de noche era un triunfo. Estaba todo muy coartado. Aquellos que tenían un desahogo lo tenían de una manera súper secreta y era algo fuera de lo normal.

-Eran tiempos de guateques.

-Los guateques terminaban a las diez de la noche; se hacían en las azoteas de las casas. Mi hermano Enrique tenía un local vacío al lado de la tienda, antes de agrandarla; en esa parte metía los trastos, los tiestos. Y como él tenía muchos amigos y clientes de grupos de música allí se reunían muchas veces. Entonces, cogió y pintó ese local de blanco, le puso tres luces, puso un 'pick up' (un tocadiscos), Garrard, todavía me acuerdo de la marca; bueno pues y allí ponía toda la música nueva que traía. A veces la ponía yo, otras él. Y allí se daban a veces unos guateques. A ese local le puso mi hermano de nombre 'La covacha'.

-Un buen boquete.

-Claro, un boquete donde nos metíamos a escuchar música, a estar con la gente. También ensayaban algunos grupos que se quedaban sin banda; allí también hice algún que otro guateque a escondidas de mi hermano, que era el que había puesto aquello. Aquello era un pochinche. Después también había guateques que se hacían en entidades privadas o en el Club Chaminade, lo que es San Felipe Neri. Allí hacían bailes los domingos por la tarde porque era una forma de tener controlada a la gente. Aquello era un poquito más reservado, para chavales que estudiaban allí, pero nosotros -los del Columela- como estábamos conectados de siempre con los de San Felipe pues también íbamos.

-Es verdad, al menos en mi época también, que los alumnos de San Felipe se solían llevar con los del Columela.

-Pues en la mía también. Columela tenía unos profesores magníficos. Esa riqueza de profesorado era una cosa.

-(Interrumpo) Diga algunos que recuerde.

-Mira, don Vicente Cascant, doña Carmen Roca, Marisol Dorao, el director don Emilio... Aquello eran un elenco de profesores que se desvivían por sus alumnos. Mira, voy a contar una anécdota que me gustaría que la pusieras antes de espolvorear...

-Hombre, por favor. Dele.

-Cuando yo vine de por ahí afuera, porque me lleve cinco años brujuleando por ahí (tras salir del instituto). Estuve en discotecas...

-Ahora, ahora llegaremos a eso. La anécdota, José Luis.

-Pues eso, cuando vine me puse a trabajar en una agencia marítima, Transmediterránea. Tendría que tener yo 30 porque sería catorce años después que yo dejase el Columela. Pues mira, tenía yo una profesora de Historia, doña Carmen Roca, que tenía sus momentos pictolines mientras se ponía a hablar con el alumno; el caso es que para final de curso nos encargó un trabajito sobre algún conquistador de América. Eso sería cuarto y reválida. Así que yo cogí una cartulina de esas grandes que había y a mano hice unas grecas por alrededor, unos dibujos de las armas que llevaban los conquistadores de aquella época, le hice un mapa de la zona de conquista; y después ya, también a mano, con una regleta para que no se me doblara el texto, expliqué toda la historia de Pedro de Valdivia, conquistador de Chile. Lo entregué y me dio matrícula de honor. La verdad que no era un trabajo de corta y pega.

-¡Y sin el Google!

-¡Sin google! Total, que entregué todo eso en un 'sobresito' bien dobladito y eso quedó ahí hasta que a los quince años me llama doña Carmen Roca a Transmediterránea, y pregunta por mí. A mí se me pusieron los vellos de punta cuando me llamó. '-Hombre, doña Carmen. ¿A qué debo este honor? ¡Qué alegría me da usted, cómo está usted? -Todo muy bien, José Luis. Pero mira, te llamo porque yo los trabajitos buenos de mis alumnos siempre los he guardado y como yo ya soy mayor y tengo este trabajo tuyo aquí en mi casa, pues quería devolvértelo'. Quillo, esto, esto. Esto hoy en día, esto es impensable.

-Buah. Y tanto.

-Entonces, me acerqué a su casa, le llevé un ramito de flores, estuve con ella un tiempito y me dio el trabajo. Aún hoy se me ponen los pelos de punta al recordarlo, sobre todo, por la consideración que se tiene ante el alumno y por el cariño que yo tengo a esos profesores, como a don Vicente Blesa, que era de Química. Ese trabajo aún se lo enseño a mis hijos como reflejo de la educación que tuvimos. Esa forma de actuar con los alumnos, eso es amor, cariño. Y eso lo transmite.

-Le voy a pedir que me mande una foto del trabajo.

-Por supuesto, estupendo.

Parte superior del trabajo de historia que doña Carmen Roca calificó con matrícula de honor.

-Una devoción por el alumnado que para nada debe estar reñida con la jerarquía de llamarles con el don o el doña delante. Es más, no me haga mucho caso pero tengo entendido que ahora creo que cuelgan al profesor que ose pedir a sus alumnos que se levanten a su llegada al aula. Qué cosas, eh.

-Hombre, ese respeto siempre se tuvo. Dona Carmen, doña Marisol... Y porque por encima de todos sabíamos y teníamos entendido que los que ellos querían era lo mejor para nosotros.

-¿Usted de qué fue más; de letras o de ciencias?

-De ciencias un poco más.

-Por ubicarnos un poco. Acaba la selectividad de entonces y qué hace. ¿Estudió alguna carrera?

-Estaba el Preu, luego el COU. A mí me cogió entre medias. Yo empecé Mercantil, pero yo tenía demasiadas inquietudes como para quedarme en Cádiz.

-Vayamos entonces a esos cinco años que se pega fuera cuando sale de Columela que me da que van a dar más de sí que una carrera.

-Yo ya estaba acostumbrado a pinchar música en Cádiz; iba a trabajar a una discoteca, el Mister Peabody, al lado del Mesón de las Américas. Aquelló salió ardiendo un año. Pero no llegué a trabajar porque, a través de un amigo, encontré un trabajo de Dj en Canarias. Y para allá que me fui con 18 años. Aquello fue una historia; estuve un tiempo, me vine, me fui para Torremolinos, donde estuve otro tiempo importante.

-¿Siempre pinchando música?

-Bueno, a veces pinchando, otras poniendo copas; trabajando de lo que saliera.

-¿Siempre en la noche?

-Siempre. También estuve el año 74 en la Costa Brava; después me fui a Noruega otro tiempo.

-¿Dónde le pilla la muerte de Franco?

-Pues me pilla en la mili, 'acuartelao'.

-¡Qué puntería!

-Digo. 'Acuartelao' en el drogaminas Guadiana, que estaba en la base de Rota.

-¿Y cómo fueron esos días en el barco?

-Pues nada, allí teníamos que estar a bordo. Yo siempre me quedaba con el cabo de guardia más tarde porque estaba acostumbrado a dormirme más tarde de lo normal. Y a eso de las 4, 4,30 de la mañana me decía el capitán 'Venga, Trejo' A mi siempre me han llamado Trejo. Total, que me mandaba a dormir y que dejase de dar 'por culo porque mañana a las ocho tienes que estar aquí, en planta', me decía. Éramos 54 tripulantes, todos 'acuartelaos', el capitán también. Dos o tres días antes de la muerte de Franco ya nos dijeron que nos teníamos que quedar allí. Y nada, cuando murió, pues nada, murió.

-Alguna anécdota tendrá.

-Bueno, una con el barbero del barco; Poyatos se llamaba, me acuerdo toda la vida.

-Buen futbolista.

-Pues a este Poyatos me fui para su camarote corriendo y golpeo su puerta. 'Quillo, despiértate y vete a afeitar al comandante que se ha muerto Franco'. Era mentira. Se levantó enseguida y, como en las películas de dibujos animados, justo cuando estaba casi a punto de llamar a la puerta del comandante en plena madrugada le coge el cabo de guardia y le dice '-¡Poyatos, qué hace? -No, es que me ha dicho Trejo que afeite al ...'. '¡Me cago en lo muerto, la que me va a buscar Trejo! (risas)

-Jajaja Bueno, termina la mili y sale a la vida civil de nuevo. Era la transición pura y dura. ¿Qué recuerda de esa España?

-Pues mira, yo no miraba mucho por la política en aquellas fechas. Yo empecé a preocuparme por ella cuando vi que las cosas no llevaban un buen carisma para cambiar lo que teníamos. La gente quería libertades, pero ¿tú piensas que tenemos hoy más libertades que las de antes?

-A nivel medio, ni de coña.

-En absoluto. Y te lo puedo garantizar sin ánimo de nada.

-Bueno, aquí estamos para animarnos, eh.

-No, no, no, no quiero yo que se entienda otra cosa. Me decías que qué hice después de la mili, pues me fui otra vez a Torremolinos, pero ya con más seriedad porque ya quería buscarme yo un asentamiento. De hecho, mi número de la Seguridad Social es de Málaga, empieza por 28 en vez de por 11.

-¿Cuánto tiempo se llevó en Málaga?

-Me llevé poco tiempo; hasta que me encontré a una señora, la madre de mis hijos.

-¿Malagueña ella?

-No, no. Holandesa. Entre los dos decidimos venirnos para Cádiz; en Holanda hacía mucho frío. Eso fue el 77.

-¿Con cuántos hijos os venís?

-Con ninguno todavía.

-¿Le gustó Cádiz a su señora?

-Tanto le gustó que cuando nos divorciamos no se ha ido a Holanda, se ha quedado aquí (risas).

-¿Cuándo fue el divorcio y cuántos hijos han tenido?

-Nos divorciaríamos en 2003 y tuvimos cinco hijos.

-Olé.

-Y muy buenos que son. Tres han salido ingenieros, Marta es policía nacional y después está Gina, que es la mayor y que es cocinera titulada.

-¿Alguno ha salido tan aventurero como el padre?

-No, no, no, en ese aspecto no. Bueno, hay uno que por su trabajo ha viajado mil veces más que yo. Este, José Luis, estudió Telecomunicaciones y ha estado en Sudán planificando unas líneas de móviles con guardaespaldas todo el día detrás suya. Y es que allí a los ingenieros los raptaban pero no para devolverlos sino para que trabajasen para las mafias o quienes los capturaran.

-Sigamos con su vida. Decíamos que en el 77 se viene con la que era su mujer a Cádiz. ¿Con qué idea laboral vienen? ¿Llegaban ya con trabajo?

-Mi ex trabajaba en un banco y nos venimos sabiendo que en Cádiz la gente no hablaba idiomas. Yo hablaba inglés, bastante alemán e Yvoone, pues casi que igual que yo. Lo primero que hicimos fue buscar trabajo referente a los idiomas, que era nuestro fuerte.

-O sea, que por un momento se olvidó del negocio de la noche.

-Exacto, cuando me vine acababa de terminar mi contrato y ya en Cádiz, pues a buscar trabajo. Y encontramos enseguida; yo entré a trabajar en una agencia marítima.

-En Transmediterránea, ¿no?

-No, no, en otra. Luego ya me fichó Transmediterránea. Yo fui un fichaje gordo allá por el 81.

-Vamos, que era un trabajador cotizado.

-Sí, sí, por los idiomas. Aparte ya también tenía experiencia.

-¿Y cuándo empieza a acercarse de nuevo a la hostelería nocturna?

-Ese mismo año 81, mi hermano Enrique comenzó a tener problemas en El Tablao y empezó también a cansarse.

-Mítico. ¿Cuándo abrió El Tablao?

-Lo abriría en el 68 o el 69.

-Y se hace cargo de él en el 81.

-Eso es, llego a un acuerdo con mi hermano y me lo pasa. Era la época famosa estudiantil de El Tablao. Fue del 81 al 86 cuando creé lo que fue la base de, ¿cómo diríamos?, mi desarrollo de empresario musical de Cádiz.

-¿Qué hizo en esos cinco años?

-Establecí formas de trabajo diferentes con respecto a los relaciones públicas, impuse códigos de vestimenta para la admisión de los clientes, métodos nuevos.

-Le dio un caché al asunto.

-Exactamente. Además, era un sitio muy difícil porque estaba en mitad de la Avenida, la calle Santa María de la Cabeza. Así estuvimos esos años hasta que unos problemas con el ayuntamiento con la salida de emergencia jodió el tema.

-¿Cuáles fueron los años dorados de El Tablao?

-Con mi hermano. Por ahí pasaron todas las figuras existentes del flamenco de la época de España entera.

-Hablamos de Lola Flores...

-Hablamos de Lola Flores, Camarón... Camarón no cantó nunca dentro pero cantaba en reuniones privadas en un rinconcito donde ellos se ponían a escuchar como clientes y después a montar sus propios saraos. Lola Flores tampoco cantó oficialmente, pero iba a menudo y cantaba con los suyos en esas fiestas que se hacían improvisadas.

-¿Y por qué se acabó eso?

-Como consecuencia de que el ayuntamiento traía a los artistas gratis a las peñas flamencas y los artistas venían cobrando a El Tablao, pues eso acabó con mi hermano. Porque si tú puedes ver gratis a un artista cómo vas a pagar dos días antes o después por verlo en otro establecimiento privado. La competencia era brutal. Pues entre eso y otras cosas más hizo que mi hermano lo fuera dejando. Así que yo esos cinco o seis años que estuve dedicándoselos a los universitarios no tuve otra que cambiar las formas y acercarme mucho a las necesidades básicas del cliente a las cuatro de la mañana.

-Cuéntelas.

-Si antes las necesidades eran flamenco y sevillanas, la nueva clientela pediría Michael Jackson y similares. Y si encima tú le ponías una tortilla a las cuatro de la mañana. ¿Eso qué tiene de moderno? No tiene nada, pero es la necesidad. Porque tú a las cuatro de la mañana ¿¿¿qué te vas a comer mejor que una tortilla de patatas cuando ya te has tomado seis cubatas!!! Imposible de mejorar.

-Jaja A ver.

-Una tortilla acabada de hacer.

-Entonces ya sí. Eso ya sí que es insuperable.

-Se tomaban la tortilla y seguían de cachondeo. Además, yo tenía una visión realista de favorecer al cliente porque si tú siempre estás favoreciendo al cliente el dinero viene después solo. ¿Conoces lo que es la hora feliz?

-José Luis, por favor, a Melody le vas a hablar de gorilas... La 'happy hour', donde el precio de los cubatas es más barato a una determinada hora.

-Exactamente, eso es muy famoso en la Costa Brava. ¿Por qué se puso y para qué? Pues se suele poner a una hora donde no funciona el negocio y la ponen para que la gente vaya cuando no suele ir. Pero yo no lo hacía así, yo lo hacía al contrario. Yo ponía la hora feliz a la hora en la que más clientes había. La gente sabía que a eso que rondara las tres de la mañana.

-(Interrumpo) Ah, ¿pero no se sabía cuál era la hora feliz?

-No, se la figuraban, pero no lo sabían. Yo la ponía sobre las dos y media, tres, que veía a la gente ya cogiendo sitio en la barra. Y a eso de las tres la anunciaba con un micrófono y con los últimos discos que había llevado. Y en esa hora clave, con todo el mundo hasta aquí [gesticula para expresar hasta arriba de bebercio] ponía la hora feliz, que no era una hora, serían tres cuartos de hora. Yo no necesitaba aumentar la producción en ese momento, pero el cliente sí. La gente te pedía hasta seis copas a mitad de precio. Te los veías con seis cubatas en la mano [imita a alguien con más vasos en las manos de los que puede sujetar], dando empujones para llegar a su sitio, que cuando llegaban los llevaban por la mitad (risas). Aquello era una lo-cu-ra. Cuando pinchaba la música con el anuncio de la hora feliz tenía a todos mis camareros preparados. Por aquellas fechas valían los cubatas 275 pesetas y en esa hora valdrían 150 más o menos.

-¿Hasta cuándo dura esa resurrección de El Tablao?

-Pues eso, hasta el 86.

-Yo recuerdo ir a mediados y finales de los 90 a fiestas de confirmación y distintos eventos que se hacían allí. ¿Cómo fueron los últimos coletazos de El Tablao?

-Sí, bueno. Eso lo decidió Enrique, lo de organizar fiestas y tal, para sacarle rendimiento al local. Se hacían cosas privadas aunque con menos aforo. Recuerdo que en el 92 se abrió un tiempo pero coincidió con la apertura de los locales de la Punta y eso ya le dio la puntilla. También al Metropol, a la Boite...

-¿Y no le dio por abrir algo en la Punta?

-Intenté hacerme cargo de una de las carpas que se iban a poner, pero no me salió bien el asunto. Y además creo que tuve suerte de que no me saliera bien la cosa (jeje). Yo decía desde un principio que aglutinar en un sitio todo tipo de ambiente para que no molestara iba a terminar no muy bien.

-¿Lo dice porque su clientela era otra?

-No, no, no es porque fuera otra; de hecho, la mía también iba allí.

-¿Entonces?

-Yo tengo una teoría y es que la gente por la noche escoge a la gente con la que se quiere tomar las copas. La gente por la noche es muy racista. De día puede decir lo que sea pero de noche el público está determinado a su propio ambiente y si el ambiente, a pesar de que esté su vecino o un conocido, si no están sus amigos no se tomas las copas ahí. La gente quiere estar de copas en su entorno; tienen que ser sitios muy grandes, como es la discoteca Holiday, para poder estar con más gente además de los amigos de uno mismo.

-Salió el tema. ¿Cuándo empieza en el Holiday?

-Yo estaba en aquella fecha que me llamaron del Holiday haciendo cosas en el Cine Imperial.

-Otro mítico. ¿Qué tipo de cosas organizaba en ese cine que estaba en frente más o menos del colegio San Felipe Neri?

-Allí habíamos quitado las sillas y las butacas para crear una gran sala de baile. Eso sería en el 87 aproximadamente. Allí se hizo la primera macrofiesta de Noche Vieja. La segunda fue un fracaso porque la organizaron unos estudiantes y se pasaron de la rosca vendiendo y pasándose del aforo. Pero en el 86, la primera gran fiesta de Noche Vieja que se hizo en Cádiz fue ahí, en el Cine Imperial, con 1.516 personas. Fue impresionante.

-¿Y eso lo alquilaron para ciertos eventos nada más?

-No, no, después estuvimos haciendo fiestas universitarias los fines de semana y los domingos por la tarde lo abríamos para los chavales de menos de 18, sin alcohol. Aquello se ponía bastante bien.

-¿Y cómo surge lo del Holiday?

-Pues surgió precisamente porque yo había conseguido una gran cantidad de gente para el Imperial y uno de los encargados del Holiday preguntó 'por quién era este tío' que estaba metiendo tanta gente en el Imperial. Lo decía por mí. Y me llama.

-Antes de nada. ¿De qué año es el Holiday?

-Se abrió en el 78.

-Ok. Y cómo es esa llamada del de el Holiday.

-Este hombre me llama y me pregunta si yo estaba interesado en hacerme cargo de aquello. 'Vamos a hablarlo', le dije. Era un reto muy difícil porque el Holiday estaba tipificado como una discoteca de soldados y marineros, para los reclutas.

-¿Estaba restringida la entrada o qué?

-No, no, para nada. Lo que pasa es que la gente en general no se mezclaba con ese público. Los universitarios no se mezclaban con los soldados. Con todo mi cariño y respeto, pero yo no imponía las normas sino que es la sociedad la que las desarrolla. Yo no, yo solo hago interpretarlas. Entonces, ya empezaba a hablarse de que cerraban el Raca 15 y también que el cuartel de Marinería se iba de San Fernando. Y eso supuso un palo para la discoteca brutal porque iban todos los días; además era una clientela que no daba problema alguno porque si los había tan sólo había que llamar a la policía naval o militar que se colaba allí y ponía a todo el mundo firme. Allí habría 600, 700 chavales; todos los días, eh. Todos los apartamentos de los Delfines estaban alquilados para estos chavales. Aquello fue un gran problema económico para la zona cuando se van los militares.

-Eso sería...

-Por el 86. Primero cerró el cuartel general de marinería y después el Raca 15. O al revés. Total, que me llamaron para ver de qué manera levantaba aquello. Mucha gente me decía 'José Luis, eso es un gigante muerto que para colmo está al final de Cádiz...'. Pero yo siempre he dicho de esa discoteca que es un león dormido que hay que tenerlo en cuenta. Y dije. 'Le voy a meter mano y esto va a funcionar'. Y lo pensaba y lo sigo pensando porque Cádiz necesita una discoteca de esa envergadura porque no la tiene. Y efectivamente, el primer día que abrimos eso fue brutal. Y ahí me llevé de relaciones públicas muchos años hasta que quisieron poner los teléfonos.

-¡Acabáramos! ¿De quién fue la idea de esos míticos teléfonos del amor en el recuerdo?

-Del dueño.

-¿Qué años estuvieron los teléfonos?

-Del 95 al 17 de julio del 97.

-Jajaja. Tiene la fecha grabada a fuego. ¿Por qué?

-Porque cuando los quiso poner yo le dije que eso iba a ser un fracaso. Y en Cádiz más porque hay mucha lengua. Que sea buena la idea sociológicamente puede ser, pero en Cádiz sabemos cómo es la gente de comentar lo de este, lo de aquel y el de más allá. Y Cádiz es muy chico.

-En una ciudad grande, vale la canasta, pero en Cádiz como que no, ¿verdad?

-Eso es. En una ciudad grande, puede que funcione esa idea. De hecho, creo que eso lo copiaron de Holanda. Pero en Cádiz, no. Te pongo un ejemplo. Estás en un bar y te acercas a la barra para hablar con una chavala porque te ha mirado un poquito, pero si la chavala te dice que no el camino de vuelta a donde están tus amigos es larguísimo.

-Jajajjaajajajaj El camino de la vergüenza que se llama.

-Claaaaaro. 'Caaaabrón, caaaabrón, que no te va a comé na...' y esas cosas. Entonces, con los teléfonos ese camino de la vergüenza lo eliminabas y ayudaba muchísimo a los más cortados.

-Quedamos en que la idea era buena.

-La idea era buena pero el problema era en dónde se desarrollaba. Cada cosa tiene su sitio, su forma y Cádiz no era el sitio porque después se hablaba en la peluquería, en la carnicería... 'No, pues el otro día estuve en el Holiday y me llamó uno que me dijo que tenía dos cachas y mi marido estaba en el wáter...', se decía. Ese Holiday se lo cargó los puñeteros telefonitos.

-Jajaja Vamos, que el que llamaba quedaba más marcado que el que iba a la barra a pecho descubierto.

-Tanto es así que aún se recuerdan esas anécdotas. ¿Tú has conocido la discoteca del barco, del JJ Sister?

-No fui, pero recuerdo que era mítica.

-Pues esa discoteca fue idea mía. Pasó que nos dijeron de Madrid que a ver cómo podríamos promocionar el buque nuevo de la compañía, que se quedaba en el puerto de Cádiz un día a la semana, el viernes que llegaba. Nos preguntaron que cómo podríamos promocionar el barco y los viajes a Canarias y que se conociera el barco por dentro. Entonces propuse que me dejasen la discoteca a mí esos viernes y sortearíamos viajecitos de ida y vuelta a Canarias entre los asistentes. 'Ya verá que encima vamos a ganar dinero y le va a salir gratis la estancia del buque en el muelle a la compañía', les propuse. Efectivamente, monté un equipo de azafatas, repartimos invitaciones por aquí, por Bahía Sur, por cantidad de sitios.

-Es que salir de fiesta por un barco ya en sí era una novedad.

-El barco tenía dos plantas; atracado en el muelle de Cádiz, viendo todo Cádiz, la Catedral se veía de categoría. Y eso mientras te tomabas una copita con música.

-¿Cuánto duró eso?

-Fueron cerca de tres años y duraría hasta el 98, más o menos. La discoteca había sido un bombazo. Por entonces, yo ya me había ido del Holiday por lo de los teléfonos y los comentarios que originaron, pero le dije al dueño que cuando se metiera el 'pellejazo' y los quitase me volviera a llamar, que yo no tendría problemas en volver otra vez porque yo sabía de las posibilidades de la sala. Así que yo estaba en el JJ Sister, que también le pegó otro palo al Holiday los viernes porque todo el mundo quería ir al barco. Entonces, me llama el dueño. '-José Luis. -Hombre, dime Felipe (que en paz descanse). ¿Qué te pasa? ¿Cómo estás? -Oye, ¿tú que estás haciendo? -Yo nada, aquí en la discoteca del barco estoy. -Mira, vete 'pa' mi discoteca, habla con el encargado y haz lo que te salga del carajo'.

-Jjajajajajjajajaajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajjaajjajajajajajajajjaajajaj jajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajjaajjajajjajaajajajajajajajaaja

-Jajaja Esas fueron las palabras.

-Jajjajajajajajajajajajajajaja

-La respuesta mía: 'Felipe, hasta que no quites los teléfonos yo no pongo un pie dentro'. Y por eso recuerdo tan bien la fecha en la que los quitaron. Ese 17 de julio ya no había teléfonos allí.

-¿Y cómo intenta remontar aquel Holiday?

-Nada. Publicidad y diciendo a la gente que aquello lo llevaba yo otra vez.

-Además de los teléfonos, al Holiday también se le conoció mucho por dar acogida al sector más veterano de la 'marchuqui' gaditana.

-Sí, yo tenía ya una visión de, de... ¿cómo te diría yo a ti, a ver? Aquello es una sala muy grande y la gente no podía gastar dinero todos los días. Y más en una ciudad como Cádiz. Entonces, en el 97-98 ya entro en sociedad con él y entro ya como director comercial. Bueno, comercial y de todo. Y lo que hice fue dirigir un ambiente determinado en cada día de trabajo. Antes iba todo el mundo viernes, sábado y domingo a consumir un mismo producto; entonces yo cogí y los viernes se los dediqué a los estudiantes, los sábados a gente ochentera más o menos (30- 40 años) y los domingos a los mayores. Con lo cual tripliqué el fondo comercial de la sala. Si tenía mil personas para tres días, ahora tenía tres mil. Y sobre todo, que cada uno fuera allí sabiendo lo que yo le estaba vendiendo. Yo no le iba a vender un pasodoble un sábado a nadie, pero tampoco un Michael Jackson un domingo.

-¿Y eso durante cuántos años funcionó?

-Bueno, eso hubo que empezar a hacerlo, acostumbrar a la gente a sus días. La época más fuerte pudiera ser la del 2007, porque es a partir del 2008 cuando ya se notó la crisis Lehman Brothers, que ya fui notándolo yo en mis cuentas. Como la copa por la noche es un lujo, pues eso era lo primero de lo que se quitaba la gente. Con todo y con eso conseguimos mantenerlo a trancas y barrancas unos cinco años más; hasta 2012, 2013.

-Fueron años donde se probaron muchas iniciativas. Recuerdo una que era dejar hacer los botellones a los chavales dentro del Holiday. ¿Cómo fue eso?

-Eso se le ocurrió a mi hijo José Antonio, Bilk, como su segundo apellido holandés, el de la madre. Hicimos botellones de 2009 al 2011. Eso fue una experiencia increíble. Me llamaron mucha gente; de Zaragoza, de Granada, de muchos sitios. Pero yo les decía que lo que se tenía que tener era un ambiente determinado y asiento porque si está todo el mundo de pie sería otra cosa.

-Pero eran botellones con su cubitera y sus cosas más o menos apañás o al libre albedrío.

-No, no, no. Ellos lo compraban y cada uno entraba con su botellón.

-¿Y qué le ganaba a eso?

-Cobraba diez euros la entrada y se abría a las doce de la noche; antes me venían a las tres de la mañana. ¡Quien me venía! Pero yo antes ya los tenía adentro. Nos decíamos. '¿Qué podemos ofertar a esta gente para cubrir las necesidades que tienen?' Nosotros teníamos espacio, sillones, servicios y música. Yo a las diez de la noche ya me aseguraba un determinado número de personas. Ellos venían a las doce, se bebían sus cositas, sus matarratas como yo le llamo a los vodkas 'Sopostroski' para limpiar las mesas; cogían su medio 'bolillón' y después se bebían la copa que yo les daba con la entrada. Hasta las tres yo no ponía música y te puedo asegurar que el murmullo de la gente hablando antes de poner yo música era peor que el volumen de los bafles con la música. Increíble. Pero eso es lo mejor que puede tener cualquier juventud, que estén todo el día hablando; el hablar es una transmisión de culturas.

-Usted ya está jubilado, pero ¿cuándo cerró definitivamente la persiana de la hostelería?

-Más que cerrarla, me fui; cedí mi parte, me quité de en medio y abrí lo que era el Barabass con el nombre de Elephant.

-¡Es verdad, el Elephant! ¿Eso fue ya lo último?

-Eso fue lo último, sí. Y ya me jubilé. Ahí estuvimos un tiempo; la crisis seguía pegando y ya merecía la pena más jubilarme que seguir trabajando. La noche no estaba muy malamente. Me daba cuenta porque yo controlaba la puerta y tenía siempre a un muy buen personal, fantástico. Justo es decir que siempre le pagaba un poquito más. Pero eran fantásticos. Son gente que todavía me ven, me saludan y me quieren. Yo soy rico en cariño de la gente; yo voy por la calle y puedo llegar borracho a mi casa sin haber pagado una sola copa. Y si me hace falta dinero en cualquier lado me lo dejan. Y eso vale mucho.

-Cerramos tema noche. Abrimos otro. Esta entrevista la concertamos el día que vino Feijóo a Cádiz. Tengo entendido que usted estuvo en las listas del PP con Teófila Martínez en sus inicios. Antes dijo que comenzó a preocuparse por la política por la falta de carisma. ¿Por qué participó aquella primera vez?

-Era el 92 y yo estaba ya muy cansado del anterior alcalde socialista. Y como yo conocía a mucha gente del partido, inclusive me tenían afiliado a Alianza Popular.

-(Interrumpo) ¡Qué grande!

-Eso fue un amigo mío, que me afilió pero nunca me lo dijo. Pero ya en el 92 yo ya me enteré, tenía mis datos y aquel año 92 me dediqué y puse mucho tiempo de mi vida y de mi familia a disposición del partido.

-¿Quién estaba en el 92 como alcaldable del PP?

-Teófila, ¿no?

-Teófila creo que comienza a ganar un poco más tarde. En el 95 sale por primera vez.

-Bueno, no sé. Sería el 92 o el 93 cuando ella entra por derecho.

-Bueno, cuestión de un año más, un año menos. Perdone la interrupción.

-El caso es que en esas listas entro yo pero sin ánimo alguno de salir de concejal. Yo tenía mi trabajo, tenía mis cosas y tampoco quería implicarme mucho, pero trabajaba como el que más. Mi deseo no era otro que quitar a Carlos Díaz. Y ella lo consiguió a la primera; estaba la gente muy ilusionada y lo cierto es que ella consiguió ilusionar. Pero es verdad que nosotros trabajamos a saco. Durante dos o tres legislaturas más seguimos trabajando fuerte pero ya desde el gobierno y yo iba en las listas, el 18, el 19... De hecho, una vez me medio tocó la oportunidad de ser concejal por la marcha de Quique García Agulló pero decidimos que no valía la pena porque entre que quedaban tres meses para acabar la legislatura y teníamos mayoría absoluta tampoco era necesario. Con el paso de los años me fui alejando del día a día del partido porque estaba ya más ocupado con el tema de las discotecas y el trabajo.

-¿Y cómo ve el partido ahora?

-Pues sigue la misma estructura del año 92.

-¿Puede ser eso un error?

-Yo creo que el Partido Popular actual adolece de una ideología fija que caracterice a sus afiliados. No te digo que quiero que sea el PP más de derechas o más de centro derecha; quiero decirte que la ideología hoy día en un partido es tan importante como sus proyecciones económicas.

-Damos por hecho que el PP ha perdido la ideología por completo, ¿no?

-No la ha perdido, la tiene ahí, subyacente.

-Jajajajajaja No está mal definido, pero no sé qué es peor.

-Sí, sí, sí porque hay muchísima gente, muchísimos afiliados con los que me encuentro por la calle. Porque si hablamos de política por la calle yo tengo un sello del PP en la espalda. Yo he hecho cosas, a nivel de conocidos, con las que se ha ayudado a mucha gente. ¿Cómo lo diríamos? Muchas entidades que me han preguntado 'José Luis, a ver si puedes esto o lo otro'. Y yo lo he comentado con los responsables y ellos lo han hecho.

-¿Eventos?

-No eventos, arreglos de cosas. Todo en lo que se podía ayudar, se ayudaba como militante. Y esas cosas a la gente le gusta, que se cumplan las expectativas que se han prometido siempre gusta. No es que guste, es que se exige. Yo admiro lo que ha hecho Teófila en Cádiz porque lo que ha hecho es increíble; y hay mucha gente que no tiene perdón de Dios cuando le hicieron lo que le hicieron cuando se fue del ayuntamiento.

-Doy fe porque yo estuve allí. Y no, no saben ni ganar. Qué se le va a hacer. (Se refiere a los insultos e incluso algunos lanzamientos de objetos y escupitajos que recibieron a la salida del Ayuntamiento Teófila y su séquito el día que el actual alcalde se proclamó alcalde)

-Eso no fue ni es digno del gaditano. Lo que pasa es que la izquierda siempre ha estado más ideologizada y politizada que la gente de derecha.

-Y menos mal, José Luis, porque da mucha pereza estar dando la turra todos los días.

-La derecha también tienen los suyos, que son un poquito más extremistas, pero en definitiva y en general, y si le ponemos un nivel del 1 al 10, la izquierda está más radicalizada.

-¿Qué necesita el PP?

-En mi opinión necesita que la gente le coja más cariño por su ideología, que se establezca, que tenga un par de cojones y establezca su ideología.

-Esos que están teniendo los de verde, ¿no?

-Exactamente. Que toda la cobertura económica y las recetas para solucionar los problemas económicos que lo lleven como tengan que llevarlo, pero que no dejen nunca de lado la ideología porque eso es lo que caracteriza a cada partido, su ideología. Y hay que explicar bien cuando se puede desarrollar una cosa y cuando no se puede desarrollar, pero explicarlo bien, de frente, siendo consecuentes, firmes.

-Los famosos complejos del PP...

-Exactamente. Eso es lo que pasa, ni más ni menos. Yo seguiré votando al PP porque lo he votado toda mi vida y no voy a cambiar ya ahora, pero no dudo de que hay ciertas cosas que me inclino a cómo lo desarrollaría VOX. Esto lo que hay. Yo no intento cambiar ya nada a estas alturas de la vida, pero tengo mi opinión. Igual que te digo que la política que está llevando VOX está equivocada.

-¿Por?

-Hombre, está equivocada porque VOX tiene que coger el toro por los cuernos y eso significa que diga claramente: 'Vamos a ver, señores del PP, hagan lo que hagan nosotros vamos a apoyarles'.

-Pero si eso es lo que hacen, José Luis. Mire en Castilla León. Vamos, se tiene que morir Abascal antes de dejar gobernar a la izquierda con su omisión. Me da que los más tibios son los de la gaviota.

-¿Lo que están haciendo? Pero si no paran de pelearse cada dos por tres con ellos por tonterías. Ambos se necesitan.

-Pensamos igual.

-Y te digo más. Es necesario que VOX le apriete las tuercas un poco más al PP para que las cosas se cumplan con un poco de ideología tal y como hace la izquierda. Lo que estamos hablando es de ponerle frenos a las barbaridades de Sánchez. Que si la nueva ley de la vivienda, que si ahora sacar a José Antonio Primo de Rivera... ¿Qué gana usted con esto? Quiera usted o no quiera esa es la historia de España. No hay que borrar la historia, hay que recordarla para no repetirla. Eso es básico y por lo que se ve no lo ha aprendido.

-Totalmente. Puestos al día en lo político volvemos a la nueva era del Holiday, que recién ha abierto sus puertas de nuevo. ¿Cómo lo ve?

-Van por muy buen camino.

-¿Ha ido a verlo?

-Sí, sí. Fui a la inauguración.

-Que hubo una movida con la policía local por no sé qué de unos permisos, ¿no?

-Sí, sí, pero ya lo han arreglado; era una cosa nueva de una normativa.

-Bueno, ¿y qué le parece?

-Va la cosa funcionando como ellos quieren. José Otero y Rafa Butrón, que son los que lo llevan, están trabajando fuerte y muy bien. Tienen actuaciones y cosas adecuada a la sala.

-¿Solo abren los fines de semana?

-Claro, claro. Abren viernes, sábado y el domingo por la tarde lo han vuelto a abrir para los mayores.

-¡Ah, mira!

-Claro, claro. Los mayores son importantes porque ellos también necesitan un sitio; muchas veces se quedan en casa porque no tienen a donde ir. Hay mayores, bueno mayores, estoy hablando de personas de 55, 60, 65 años que no se ven en sitios donde va la gente joven. Y no van. ¿Qué pintan ahí? dicen muchos y con razón. Entonces nosotros, te hablo de nosotros porque me he llevado toda la vida trabajando con ellos y hasta yo les he aconsejado que sería buena idea abrir una tarde para los mayores. Y valen mucho los dos. Entre otras cosas, porque hace falta dos cojones para abrir eso de nuevo. Lo llevarán desde hace cuatro o cinco meses. Allí se necesita una labor profesional muy fuerte y una visión empresarial muy clara de las necesidades de Cádiz y la bahía. Me comentaron esa posibilidad de abrir para los mayores y les dije que lo veía muy bien. Y mira, yo he ido un par de veces a tomarme una cerveza y está bastante bien. Falta todavía gente porque aquello es muy grande para llenarlo pero el camino que han empezado es bueno. La gente mayor necesita un sitio y aparte que también deja un dinerito. A mí me lo dejaba en aquellas fechas; imagino que hoy no será muy distinto. Los precios se han mantenido también.

-Esa calle siempre ha tenido mucha vida nocturna, la calle Nereidas, con el Tony's como avituallamiento elemental del noctámbulo gaditano.

-Claro, pero el auténtico motor de negocio de esa calle es la sala. Si funciona la sala, funcionan los demás negocios.

-Cierto.

-Por eso, los empresarios de al lado de la discoteca siempre fueron muy cariñosos con nosotros porque la verdad es que se movía mucha gente por ahí a unas horas altas.

-Y tras dejar todo el ajetreo de la noche, ¿cómo es su vida ahora alejada del ruido?

-Pues jubilado que estoy, viviendo con mi novia Juana; probablemente nos casaremos dentro de poco. O casi seguro.

-Andá. ¿Y dónde viven?

-En San Fernando, en la calle Real.

-¿Y por qué allí y no aquí?

-Yo vivía en el Paseo Marítimo; llevábamos cinco años de novios, ella es de San Fernando y para tener menos complicaciones, pues me fui para allá. Ella es cañaílla pura. Y te digo una cosa, San Fernando es una ciudad que los gaditanos no hemos sabido o no hemos querido conocer plenamente, pero es una maravilla. Por ejemplo, te pones a desayunar en la calle del Carmen, donde nació Camarón, a la fresquita y mientras ves en el horizonte Chiclana. San Fernando tiene muchos encantos y yo los disfruto.

-¿Qué es lo más importante que ha aprendido en la vida?

-Lo más importante que he aprendido yo en esta vida, y eso lo digo siempre a boca llena, es saber el sitio que le corresponde a cada uno estar.

-En cada momento de la vida, ¿no?

-Hombre, en cada momento, claro. Pero para eso hay que conocerse muy bien a si mismo. Ya tengo una edad, y si hablo de esta manera no es por capricho ni por querer filosofar.

-(Interrumpo) Uf, a mí me encanta, eh.

-Jeje. Pues es por eso, porque es la realidad.

-¿Cuántos años ha necesitado para conocerse?

-Yo todavía no me conozco.

-Jajajajajajajajajajajajajajaja

-Sólo sé que no me conozco, como diría el otro. Sólo sé que no sé nada.

-Bueno, pero para no conocerse se va a casar usted por segunda vez. No está mal eso.

-Por tercera.

-¿¿¿¿¡¡¡¡ Por tercera????!!!!! Una me he perdido. ¿Sería la primera?

-No, no, la segunda.

-¿Con la que no tuvo hijos?

-No tuve, no. Fue una temporada atípica, buena, pero atípica. Pero al final todo se resume a lo mismo. Hay que saber el sitio que le corresponde a cada uno.

-Pues con esa frase acabamos, don José Luis. Nos vemos en San Fernando para seguir charlando.

-Eso está hecho.

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