Deporte

Miguel Vázquez, un utrerano que destaca en el mundo del fútbol sala

Este deportista local se ha convertido en todo un ejemplo de superación

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Criado y afincado en Utrera, Miguel Vázquez se ha convertido en un auténtico referente en el equipo de moda del fútbol sala, el Real Betis FSN. Sus nueve años de trayectoria profesional en el conjunto de Dos Hermanas, así como su condición de segundo capitán de la plantilla, le avalan.

Posiblemente más conocido entre la población utrerana por su trabajo en una tienda de ropa de la localidad que por la carrera deportiva que compagina, este deportista recuerda toda su infancia pegada a un balón. Como cualquier niño, empezó a pegar sus primeras patadas en el patio del recreo, concretamente en el colegio Salesiano Nuestra Señora del Carmen de Utrera, donde desarrolló sus estudios. Ya en categoría alevín, la selección local decidió convocarlo para un torneo regional en el que el conjunto utrerano se erigía campeón de Andalucía.

Su interés por el fútbol sala llegó más adelante, en categoría juvenil, cuando Miguel Ángel Montoya, actual entrenador del CD Utrera sénior, rescató a Miguel de un período temporal de inactividad competitiva para incluirlo en el equipo que entrenaba por aquel entonces. Siguió jugando a nivel local los tres años de juvenil y un par de temporadas en categoría sénior hasta que le llegó la oportunidad de dar el salto, como casi siempre, de forma un tanto casual.

Pasaba por Utrera un empleado del por aquel entonces Clipeus Nazareno, que venía siguiendo a un compañero de Miguel, si bien el futbolista del que quedó prendado fue el cierre utrerano. Fue así cómo Miguel acabó incorporándose a las filas del equipo de la vecina localidad de Dos Hermanas, que le brindaba su primer contrato profesional. Era 2005 y, con apenas 20 años, Miguel tenía ante sí la oportunidad de jugar en Plata, segunda categoría nacional de fútbol sala.

Y allí ha permanecido hasta la fecha. Nueve años en los que el Francisco de Dios –nombre del pabellón en el que el Nazareno juega sus partidos como local– ha vivido grandes temporadas en Segunda, un descenso consecuencia de la crisis económica y la retirada de patrocinadores en 2010, campeonatos de Andalucía, tres ascensos frustrados por la falta de medios, la entrada en el proyecto de una gran entidad como el Real Betis y, más recientemente, grandes gestas coperas.

Y nueve años que han sido también testigos de la evolución de Miguel como un futbolista que, aunque como él mismo reconoce, no destaca por una calidad exquisita, suple sus carencias con entrega y dedicación. El propio Miguel define sus labores en la cancha de la siguiente forma: «intentar ayudar siempre a mis compañeros, tener la cabeza fría a la hora de tocar el balón y correr mucho detrás de la pelota».

Estos valores, fundamentales en un juego sin tregua como el fútbol sala, convierten al utrerano en el futbolista que cualquier equipo querría tener en sus filas. Aunque, como cierre, la labor principal de Miguel es mantener a raya a los atacantes rivales, su fuerza y pundonor le permiten incorporarse al área contraria cuando se presenta la ocasión, algo vital en un deporte en el que todos atacan y defienden. Y así lo demostró hace unas semanas, cuando dos goles suyos contribuyeron de forma decisiva a la campanada que supuso eliminar al Levante de Primera División.

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