Inquietante

Kiko Rivera escenifica televisivamente algo definido por Freud

Kiko Rivera, en la tercera entrega del «Deluxe»
Hughes .

Esta funcionalidad es sólo para registrados

El domingo vimos la tercera entrega de las revelaciones de Kiko Rivera . El «Deluxe» , un programa alegre y frívolo, adquiere con ello un punto desagradable. Una sensación que reflejó Belén Esteban torciendo el gesto a su modo característico. No entiende, y en eso vuelve a reflejar el sentir del pueblo, que el hijo hable mal de la madre en público. Esta incomprensión no es caprichosa: honrarás a tu padre y a tu madre, dice un mandamiento, y aún hay gente que los tiene en la cabeza:

­–¿Acaso tú no te sentiste traicionada por Toño Sanchís?

–¡Pero Toño Sanchís no es mi madre!

Tampoco es fácil de entender lo que está pasando el hijo. Lo dijo Lecquio en el programa de Ana Rosa: Kiko cambió cuando conoció otro modelo familiar con el que comparar, el de su mujer.

Su idea de lo que es una familia se alteró y aquello que le era familiar dejó de serlo. Esto coincide casi exactamente con la expresión alemana que Freud utilizaba para definir lo siniestro, lo inquietante: unheimlich, que es lo contrario de heimlich (familia). Lo familiar convertido en «infamiliar». Lo unheimlich era todo lo que estando destinado a ser secreto salía a la luz.

Esa transformación de lo familiar en infamiliar, y esa revelación de lo destinado a permanecer oculto es lo inquietante según Freud, y es exactamente lo que está haciendo Kiko Rivera en sus visitas al Deluxe: la escenificación televisiva de lo siniestro.

Para Freud, una expresión característica de esa sensación era la casa encantada, la casa embrujada, justo lo que nos parece Cantora, a la que Kiko llegó a culpar directamente de la perdición de su madre. Era feliz en Las Rozas, una vida alegre rodeada de amigos madrileños, y en Cantora se encerró en una casa-prisión que es también casa-personaje, como la casa encantada de la literatura gótica y de terror. Un hogar que parece un laberinto del tiempo donde los hijos cuidan de la madre y los muertos siguen vivos.

Como si bastara con eso, Kiko Rivera anuncia que pone a la venta su parte de Cantora . Pero el cine y las novelas nos han enseñado que así no acaban las cosas.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación