Segunda Guerra Mundial

La historia desconocida del padre de Arguiñano, voluntario de la División Azul en la II Guerra Mundial

Bajo un frío que helaba la sangre y vestidos con uniformes alemanes reducidos a harapos, miles de españoles lucharon contra el Ejército Rojo. El padre del cocinero Karlos Arguiñano era uno de ellos

Karlos Arguiñano VÍDEO: ABC

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Karlos Arguiñano lo mismo fríe un huevo como hace un chiste. No hay desafío que se le resista al mediático cocinero vasco, que guiña el ojo a la cámara y se ríe mientras se pone el gorro de chef y se ata el delantal.

Comenzó su último programa con una trompa de elefante, al son de una canción: «Tabernero que idiotizas con tus brebajes de fuego, sigue llenando mi copa, buen amigo tabernero». El tarareo, sin embargo, no era el único anticipo al plato principal de este capítulo de «Karlos Arguiñano en tu cocina», unos canelones de verduras y jamón cocido.

Mientras picaba zanahorias, Arguiñano barruntaba sobre por qué se ocultan las cosas. Motivado por la reflexión genuina que surgió entre fogones, echó un vistazo al pasado, a su historia pero también a la de España y Europa, a una contienda que desangró, por segunda vez en poco más de dos décadas, el Viejo Continente .

A miles de kilómetros de su tierra, en una guerra que en realidad nada tenía que ver con ellos, armados con fusiles ligeros incapaces de hacer más que rasguños a los tanques soviéticos e intimidados por un frío que dejaba el de Ávila, Guadalajara y otros glaciares castellanos en una agradable brisa veraniega. Bajo estas duras condiciones y vestidos con uniformes alemanes reducidos a harapos , miles de españoles pertenecientes a la 250ª División de Infantería de la Wehrmacht (conocida popularmente como la División Azul) intervinieron en Leningrado contra el Ejército Rojo, explica César Cervera . Uno de esos voluntarios fue el padre de Karlos Arguiñano , que después de la «Guerra de España» se fue a la División Azul.

Sobre su periplo en el contingente, el progenitor del cocinero poco reveló, más allá del frío que les pilló sin ropa y de imprevisto. «No hacía falta que les dispararan casi», se permitió bromear el popular chef, al tiempo que compartía con sus espectadores otros secretos de guerra que su padre le contó tras su regreso.

«A nosotros no nos contaron nada de nada, ni en casa. Mi padre, después de la Guerra de España se va a la Guerra Mundial de voluntario a la División Azul y lo único que me contó es que atravesaron toda Polonia andando y que cuando tenían calor iban desprendiéndose de la ropa; luego llegaron los 20 y 30 bajo cero y la gente estaba sin ropa, muertos de frío, no hacía falta ni que les dispararan casi. Me dijo también que un día se acercó un general alemán a la división donde estaba mi padre y que preguntó en un castellano que se le entendía a ver si había alguno de Idiazabal o de cerca de Idiazabal. Hubo cuatro que dieron un paso al frente, incluido mi padre. El general preguntó entonces quién es el que más cerca vivía de Idiazabal. Era mi padre. "Cuando vuelvas a casa me mandas dos quesos", le dijo. Eso me contó de la Guerra Mundial, con lo que pasó allí», reflexionaba Karlos Arguiñano.

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