Guillem, ganador de 'MasterChef Júnior 9': «He aprendido que no sale todo a la primera»

El catalán, de 12 años, conquistó a los jueces y a Eneko Atxa en la final del 'talent' con un menú inspirado en su tierra que combinaba la tradición y la cocina de vanguardia

Guillem, con su trofeo de ganador Carmen Carrazquez / TVE

María Robert

Tartar de gamba roja con romescu de kimchi y palomitas de aguacate, canelones de carrillera con esferas de queso de La Garrocha y ensalada de setas con aceite trufado y, de postre, crema catalana con helado de avellanas, bizcocho de sifón y tierra de carquiñolis. Quien no haya visto la última edición de 'MasterChef Júnior' podría confundir este menú con el de la carta de un restaurante con estrella Michelín. Pero no es el caso. Guillem , el autor de esta maravilla gastronómica, tiene 12 años, procede de Terrasa (Barcelona), y se ha convertido en el noveno MasterChef Júnior España gracias a una creación que dejó asombrado al mismísimo Eneko Atxa . «Podría encontrarme este plato en un restaurante profesional», le aplaudió el chef, que suma cinco estrellas Michelín, en la final del 'talent' de cocina de La 1.

En el duelo final venció a su amiga Carla , la aspirante de Carrizosa (Ciudad Real), una digna contrincante. Como cuenta a ABC PLAY tras la victoria, se encuentra «feliz», y «muy contento por este logro». Sin embargo, Guillem sigue teniendo los pies en el suelo, así que no piensa que ganar 'MasterChef Júnior' le haya cambiado la vida por completo. «Solo en algunos aspectos. De momento eres más popular, pero no mucho más. Aún me queda mucho por vivir de 'MasterChef' , sobre todo con los compañeros nuevos que he conocido». Por lo demás, sigue cocinando mucho, y ha aprendido «que no te sale todo a la primera».

Un cocinero autodidacta

Lo más sorprendente del mini chef es su talento innato para los fogones, además de una gran madurez y una buenísima capacidad de organización, como le han resaltado los jueces varias veces durante su paso por el programa. A diferencia de la mayoría de sus compañeros de 'MasterChef Júnior 9', el catalán solo llevaba cocinando desde el confinamiento. «Es relativamente poco tiempo, porque hay gente que lo ha estado haciendo desde muy pequeño». Además, él mismo fue su propio maestro. «Primero me enseñó 'YouTube', aprendí yo solito mirándome vídeos . Mi madre y mis abuelos me han enseñado algunas bases, pero casi todo lo he hecho yo solo».

Por lo tanto, tampoco tenía idea sobre cocina de vanguardia, un terreno en el que se siente cómodo y ha destacado especialmente gracias a una increíble capacidad de observación. «De ver muchas veces 'MasterChef', al final te va gustando y te acuerdas de las cosas que hacen. Me decían '¡Qué bien lo haces! ¿Cómo lo has hecho?' Fijándome en todos los detalles. No hay nada más », explica.

Cualidades no le faltan, pero tampoco una gran evolución. Tanto es así que Jordi Cruz lo proclamó, con mucho ojo, su 'caballito ganador' . Aunque es algo que ha intentado que no lo condicione. «Sabía que la presión no me tenía que poder, no pensaba mucho en eso. Obviamente me hacía estar muy contento, pero cuando cocinaba pensaba solo en el plato y ya está», admite Guillem.

Cualidades de un gran chef

Precisamente, la capacidad de no ponerse demasiado nervioso en las pruebas ha jugado mucho a su favor para hacerse con el triunfo. Solo se alteró cuando le tocó enfrentarse a la doble capitanía en la prueba de exteriores. Como él mismo reconoce, fue «chunguita» . «Sabes que los menús van a salir para 100 personas y que los arrancas tú. Solo sabía yo lo que se tenía que cocinar».

Sí que intentaba estar concentrado, algo que fue determinante para su paso al gran duelo final: en la prueba de 'Seguir al chef' de la final, con Martín Berasategui , lo bordó. «Yo le escuchaba e iba más o menos a su ritmo. Me sentí a gusto. Por suerte no me perdí, y gané la chaquetilla».

De hecho, para él, ese fue su mejor momento en el programa, aparte de su gran triunfo. Situaciones malas malas no ha tenido, aunque si tuviera que elegir los peores momentos escogería las dos veces en las que ha pinchado, es decir, «la primera prueba del primer programa, porque me dieron un punto e iba con muchas expectativas, y el otro cuando perdimos en la semifinal la prueba de exteriores. Esa vez me dio mucha rabia, porque no era un menú difícil; era fácil y metimos la pata».

En cuanto al plato más complicado al que se ha tenido que enfrentar, se decanta por dos postres. Los bombones de Martín Berasategui de la final y el trampantojo de tarta con forma de mandarina, obra del pastelero Jordi Bordas . «El menú del duelo final no me resultó difícil porque lo pensé yo. Lo diseñé entero. Las primeras ideas las tuve yo todas, aunque como utilizaba nitrógeno y técnicas que no sabía manejar y que son peligrosas, sí que me ayudaron a aprender a utilizarlas».

Por último, confiesa no tener claro querer dedicarse a los fogones profesionalmente. «Yo creo tengo que pensar en ahora y en qué quiero estudiar, pero puede ser que sí quiera ser cocinero . Lo que pasa es que soy un niño que cambia cada dos por tres; en 12 años he cambiado muchísimas veces. Así que pienso que podría serlo, pero vamos a ver qué sigue en el futuro».

Por el momento, sí que le encantaría formarse con la gente que sabe en alguna escuela de cocina. «Y luego, puede ser que en el restaurante de Jordi Cruz. Sería muy guay».

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