No lo verás en televisión

El accidente de un tren en Ohio -y sus 'fake news' derivadas- recuerdan al mundo que imaginó Don DeLillo en 'Ruido de fondo', que ahora ha adaptado Netflix.

Explosión del tren con sustancias químicas en Ohio, Estados Unidos AFP
Fernando Muñoz

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Ha explotado un tren con material químico en Ohio. « El Chernóbil de Biden », lo llaman en los foros ‘alternativos’. «No lo verás en televisión», repiten vía Telegram mientras los informativos emiten los vídeos del descarrilamiento y el humo negro protagoniza la apertura de los periódicos. Es un giro circadiano en la historia del periodismo: ahora se miente sobre los medios, se ‘photoshopean’ sus portadas, se adulteran los vídeos del reportero. Hoy Hearst no dinamitaría el Maine en sus páginas, acusaría a otros de querer ocultarlo; y la marea de la sospecha haría el resto.

Los viejos códigos parecen haber caído, pero solo se han sustituido por unos demasiado similares. El ‘True Crime’, eufemismo moderno de la crónica negra, es el nuevo filón del ‘streaming’ y ya se cuela en el ‘prime time’. Para muestra, el botón de ‘ Anglés: historia de una fuga ’ (22.30, LaSexta), que se suma a la docena de documentales sobre casos de los que -para la ‘conspiranoia’- «los medios no se atreven a hablar» y que en realidad han llenado durante décadas páginas de periódicos y horas de metraje.

En el ‘Ruido de fondo’ que Don DeLillo imaginó en 1985 ya había una nube química amenazadora escupida desde la tripa abierta de un tren accidentado. También un hombre corriente, un padre de familia feliz al que la sombra de la sospecha le frunce el ceño y le gira la vida hacia la duda constante. O, mejor: hacia el miedo perenne . El murmullo escupido por altavoces omnipresentes modula al protagonista sin ser consciente hasta ver la conspiración en cada esquina. Hoy el ruido no aparece, se le busca: un saturación de titulares, comentarios y sonidos que empieza por la mañana con las antiguas señales horarias de la radio y no se calla hasta el último vistazo a Twitter con los párpados agotados.

DeLillo no podía imaginar hace 38 años el alcance letal de internet (sí su origen); lo malo es que tampoco lo ha querido pensar Noah Baumbach , uno de los cineastas de mirada más precisa y sutil que consiguió que Netflix le financiara su adaptación de la novela -uno de los fracasos recientes de la plataforma, por cierto-. En su guion deja al protagonista atrapado en el presente que imaginaba la novela y no en el inestable ahora. Hubiera sido curioso ver a ese profesor universitario experto en Hitler y de oratoria fetén navegar en las profundidades de Telegram.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación