Carlos Sobera: «Aspiro a morir con las botas puestas en televisión»

Anfitrión de ‘First dates’ y cara amable de ‘Supervivientes’, encandena éxitos en Mediaset tras casi 30 años en el medio

Una soltera saca su 'maldad' al reírse en la cara de su cita del problema que sufre: «Es que me meo»

Carlos Sobera, presentador de 'First dates' Mediaset España
Lucía Cabanelas

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Tiene, con perdón de Ancelotti, la ceja más famosa de España. También el truco, como Jordi Hurtado , para sobrevivir en televisión, donde lleva casi tres décadas trabajando . Y aún le queda, mientras le dejen, alguna más, porque Carlos Sobera (Baracaldo, 1960) piensa morir trabajando. «No digo que vaya a permitir que el público vea mis estertores, pero pretendo aguantar el mayor tiempo posible», cuenta.

—¿Cuál es el truco para sobrevivir tantos años en televisión, en primera línea?

—Disfrutarlo. No hay nada mejor. Es mi pasión. La gente lo nota y participa de la fiesta conmigo. Me suelen decir que transmito buen rollo y es por eso.

—Lo raro en televisión es durar tanto. ¿Es cruel, olvida demasiado rápido?

—Sí, no es un fenómeno normal, porque la televisión es un medio muy rápido, más que la vida. Y mira que la vida es rápida. Todo se consume a una velocidad tremenda, sobre todo ahora. Se necesita constantemente contenido nuevo, porque todo te aburre, se presta atención durante poco tiempo al mismo discurso, más de 20 minutos hacen que la gente se distraiga... son todo inconvenientes, y la competencia es brutal entre canales. Pero en el fondo la televisión es un reflejo de la vida.

—Entonces, si la vida desgasta, ¿también lo hace la tele?

— Sí, todo desgasta, es inevitable.

—¿Se ha desgastado la televisión, de tanto usarla?

—Efectivamente que haya más competencia, con internet, plataformas y las redes, hace que las audiencias no sean tan millonarias. Dejando eso a un lado, la televisión sigue estando de moda, sigue atrayendo la atención del espectador y somos probablemente el medio más visto. A pesar de la competencia, a la tele le queda larga vida.

—¿Le preocupa la audiencia?

—Claro que sí. Hacemos programas de televisión, entretenimiento, buscamos que la gente se le pase bien, pero si no haces audiencia, tienes que retirar el programa. Es natural, nos pasa a todos, solo que nuestro trabajo tiene más publicidad y resulta más morboso. Así que sí, me preocupan mucho las audiencias pero no me obsesiono.

—¿Se ha sentido libre?

—Siempre he sido libre, incluso no aceptando formatos que todo el mundo entendía que tenía que haber aceptado. Alguna vez he tenido alguna complicación al rechazar algún formato y se han molestado conmigo, pero sin represalias.

—Sí ha habido vetos en las variaciones del Código Ético. ¿Qué opina de las novedades?

Yo ya lo conocía cuando entré, pasa como en casi todas las empresas. El nuevo consejero delegado y la nueva directiva tienen derecho a determinar qué tipo de televisión quieren hacer. Yo, en la medida en la que esté de acuerdo con mi escala de valores, que lo está, por mí perfecto.

—En este tiempo, ha presentado concursos, galas y hasta ‘realities’. ¿Se siente cómodo con todos los formatos?

—En el fondo siempre es lo mismo: la relación con las personas es lo que constituye la esencia básica de cualquier formato. Aunque sean famosos o tratando material sensible, es todo natural y espontáneo. Me alimento de esa sensación.

—Pero de un concurso a ‘Supervivientes’ hay un abismo.

—Cambia bastante, porque en un concurso no hay enfrentamiento ni malestar, las personas suelen estar alegres, aspiran a llevarse un premio, luchan contra sí mismas, es una competencia en la que no hay convivencia ni rivalidad. En ‘Supervivientes’, la convivencia implica roce, se pasa hambre, frío, calor, hay mosquitos, no tienes cama ni agua... eso altera tu carácter y provoca conflicto.

—¿Qué ha aprendido como anfitrión de ‘First dates’?

—Desde el paleolítico, todos tenemos la misma necesidad: de enamorarnos, de encontrar un compañero ideal con el que compartir la vida y tirar para adelante. Y eso se puede hacer desde la diversidad. He aprendido a respetar, a querer y a aceptar absolutamente todas las fórmulas de amor.

—¿Le teme al éxito?

—Los éxitos siempre acaban igual, en un fracaso. Esto es aceptarlo. Cuando pasa el tiempo, las cosas se van agotando. No hay que tenerle miedo al fracaso y mucho menos a que las cosas se acaben. Como la vida, es aceptarlo.

—¿Una retirada a tiempo es una victoria?

—El día que deje de disfrutar, diré adiós. Igual que si pierdo facultades físicas, mentales o ya no soy fresco. Algún día me tendrá que llegar la jubilación, ¿no? No digo que vaya a permitir que el público vea mis estertores, pero pretendo aguantar el mayor tiempo posible. Soy de los que aspiran a morir con las botas puestas, en tele y teatro.

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