Ainara Hernando: «En bicicleta percibes mejor lo bonita, diversa y rica que es España»

La 2 estrena este domingo, a las 19.45, la serie documental 'El Camino del Cid: diario de una ciclista'

Ainara Hernando, con su bicicleta Babieca TVE
Federico Marín Bellón

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La cultura y el deporte comparten ministerio, pero no se les suele ver mucho juntos. La 2 estrena este domingo, a las 19.50, 'El camino del Cid: Diario de una ciclista', programa en el que Ainara Hernando recorre 2.000 kilómetros en bicicleta tras los pasos de Rodrigo Díaz de Vivar , desde Vivar del Cid a Orihuela, con 'El Cantar de Mio Cid' como mapa de carreteras.

«Cuando salió la propuesta, había noches que me costaba dormir, por los nervios de ser la elegida como presentadora», confiesa a ABC la periodista especializada en ciclismo. El motivo es que le apasiona todo lo que conllevaba el programa: «montar en bici, conocer gente, hablar de historia medieval..., una mezcla muy bonita y original».

El nuevo espacio de TVE ya tenía un antecedente, 'Ruta Vía de la Plata: Diario de un Ciclista' , presentado por Peio Ruiz Cabestany . La productora, Surf Channel, buscaba ahora una presentadora, y Hernando, que ha cubierto como periodista las principales pruebas ciclistas, fue superando filtros hasta que pudo subirse a lomos de su bicicleta televisiva, que como es natural fue bautizada como Babieca .

'El camino del Cid' recorre ocho provincias , desde el interior de Castilla a la costa mediterránea: Burgos, Soria, Guadalajara, Zaragoza, Teruel, Castellón, Valencia y Alicante. Gracias a su trabajo, Hernando ya sabía «lo bonita, diversa y rica en todos los sentidos que es España». A eso se suma «la maravilla que es viajar en bici, porque lo percibes mejor». El programa muestra ocho Patrimonios de la Humanidad, 40 conjuntos histórico artísticos, espacios naturales sorprendentes, una rica y diversa gastronomía y más de un centenar de castillos y atalayas.

También fue un viaje agotador : «Las etapas eran eternas. Había que hacer el camino entero y fue extenuante, aunque la mente es selectiva y siempre te quedas con lo bueno. Cuando volví a casa estuve dos tres días prácticamente sin moverme del sofá. El día a día era levantarnos a las 7 de la mañana, como muy tarde. No dedicábamos ni una hora a comer y estábamos hasta las 8 de la tarde todos los días. Y en dos meses solo tuvimos cuatro o cinco días de descanso».

Un periodismo distinto

Al menos, no tenía que repetir las luchas a machete por entrevistar al ganador de una etapa en la Vuelta y el Tour. «Me gusta mucho porque es adrenalina pura, aunque en estos años de pandemia ha cambiado mucho, porque se ha alejado al periodista del corredor y los departamentos de comunicación lo han hecho todo más lejano. Miro con envidia la época anterior a la mía. Escuchas a periodistas que iban al hotel y entrevistaban a Miguel Indurain mientas le daban el masaje, en los tiempos en los que era líder del Tour. Eso ahora es impensable».

Su pasión por la bici empezó justo con el corredor navarro. «Mi padre era cicloturista y siempre ha habido bicicletas en mi casa. Eran los grandes años de Miguel. Yo veía a mi padre marcharse con la peña ciclista los domingos y luego veíamos las etapas juntos. Tengo clavadas en la memoria las imágenes del recibimiento que le hacían a Indurain».

Como profesional, el momento más emocionante que ha vivido fue el mundial que ganó Alejandro Valverde en 2018, en Innsbruck . «Recuerdo que los últimos 10 kilómetros estábamos en la meta y era incapaz de escribir. Intentaba sujetar el boli y me temblaban las manos de los nervios. Cuando ganó, me tiré al suelo llorando. Pasa como en el fútbol en un Mundial, te transformas un poco. Y cuando además te unen lazos de amistad, has vivido tantas cosas que no es solo como periodista».

Ahora que ella ha recorrido tantos kilómetros de carretera, Ainara Hernando, autora de los libros 'Por amor al ciclismo' y 'Cuando fuimos los mejores', también se acuerda de Davide Rebellin , que murió atropellado por un camión mientras se entrenaba, el pasado mes de noviembre. «Esto es un drama de verdad. Ese día salí a montar en bici y cuando volví me dio un escalofrío. Pensé: yo he vuelto, pero él no. Era una persona conocida y su trágica muerte trasciende más, pero hay atropellos cada poco tiempo. Eso es una desgracia y aún mayor por el poco castigo que supone matar a alguien. Hay que llamarlo por su nombre. Lo que necesitamos es conciencia y respeto, porque somos nuestro propio chasis, sin airbag. Es tan simple como guardar un metro medio de distancia, como decía la campaña de la DGT ».

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