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La icónica imagen de Laura Palmer, muerta y envuelta en un trozo de plástico

VUELVE TWIN PEAKS«Twin Peaks», lo de menos es quién mató a Laura Palmer

David Lynch no suelta prenda de lo que vamos a ver en el regreso de la serie. Tampoco hay que tener muchas expectativas

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Lo de menos en ‘Twin Peaks’ fue quién mató a Laura Palmer. Telecinco generó expectativas en torno a ese misterio publicando anuncios en la prensa con la pregunta, sin aclarar de qué demonios estaba hablando. Claro que cualquiera que leyera periódicos lo sabía. Al fin y al cabo, la serie se había estrenado en Estados Unidos (ABC) en abril de 1990 y a España llegaría el 15 de noviembre de 1990, unos meses después del nacimiento de las privadas (Telecinco ni siquiera llegaba a todo el territorio nacional). La cadena española soltó la primera temporada de un tirón. Un primitivo ‘binge watching’ (en realidad nos lo hacíamos nosotros con las cintas de VHS). En dos semanas, los ocho episodios.

Los lunes y los martes a las diez de la noche. Cuando acabó y no se había aclarado quién mató a la rubia que había aparecido en el piloto envuelta en un plástico, la centralita se colapsó (lugar común equivalente al actual arden las redes). Había gente que hasta insultaba a las telefonistas. Tuvo que llegar el episodio noveno de la segunda temporada para que Laura Palmer susurrara al agente Cooper en un sueño quién la mató. Y la serie, que tuvo 30 episodios, se fue al garete y a nadie le interesó más. David Lynch reconoció que nunca debieron resolver el asesinato, que tenían una gallina de huevos de oro y la dejaron marchar.

‘Twin Peaks’ fue un David Lynch para principiantes del director. No era una rareza absoluta, no era ‘Cabeza borradora’. Ni siquiera ‘Terciopelo azul’. Mucho menos ‘El hombre elefante’. Era una serie de televisión pero también un producto cinematográfico (no nos vengamos arriba, ¿o es que ‘Teresa de Jesús’ no era un producto cinematográfico serializado?; otra cosa es que el universo Lynch no sea el universo Josefina Molina). Una joven había aparecido asesinada y a partir de ahí descubríamos un pueblo y a sus habitantes, excéntricos o no. También a un agente forastero del FBI tan chiflado como algunos pueblerinos. La serie fue calificada como “el primer culebrón posmoderno”. Y se reía de ello porque de verdad lo era, un culebrón. Se reían con ‘Invitation to love’, la telenovela que veían todos, especialmente Lucy, la secretaria del sheriff.

La nostalgia lleva a veces a la exageración

La nostalgia a veces lleva a la exageración. Es verdad que ‘Twin Peaks’ aportó algo nuevo más allá de la tarta, el café, los bocadillos de foie-gras con mantequilla, la música de Badalamenti o el putón de Audrey haciendo nudos con los rabos de cereza. También que influyó en series posteriores. Pero ‘Canción triste de Hill Street’ (1981) es quizá el origen del drama serio en la televisión, así como el punto de partida de los hilos múltiples en la narrativa televisiva. Lynch y Mark Frost (escritor de Hill Street) crearon una galería de personajes imprevisibles y traspasaron su universo onírico a la televisión. Pero no olvidemos que, hablando de sueños, ‘El detective cantante’, de Dennis Potter, es de 1986. Y hablando de personajes, ‘Doctor en Alaska’ es también de 1990. Eso no quita que ‘Twin Peaks’ fuera una de las ficciones seriadas más originales que habíamos visto. Y en una época en que el cine miraba por encima del hombro a la televisión. El primer año compitió en los Emmy con ‘Playas de China’, ‘Quantum Leap’, ‘Treinta y tantos’ y ‘La ley de Los Ángeles’ (¿no había personajes peculiares en la serie de abogados?).

David Lynch no suelta prenda de lo que vamos a ver en el regreso de la serie. Tampoco hay que tener muchas expectativas (una vez superada la novedad, ya se destrozaron en la segunda temporada). Sí hemos visto a los actores. Volver a ‘Twin Peaks’ puede ser como ir a una reunión de antiguos alumnos. He echado un vistazo a Mädchen Amick y a Peggy Lipton, que siguen de camareras en la cafetería. Dado su aspecto actual, creo que esa cafetería es el Shangri-La de ‘Horizontes perdidos’. Lástima que Lara Flynn Boyle y Sherilyn Fenn no se hubieran escondido ahí.

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