Las tres vidas y las tres muertes de «Vis a vis»

La ficción original de Antena 3, estrenada en 2015, ha terminado cayendo en la trampa de la resurrección por otro canal de televisión con una atrevida pero fallida secuela, en forma de quinta temporada, que emborrona su legado

Najwa Nimri ha interpretado a Zulema durante cinco temporadas en «Vis a vis», la serie española sobre una cárcel de mujeres que primero emitió Antena 3 para después tener una segunda etapa en Fox Fox España/Globomedia
Óscar Rus

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«Vis a vis» no ha tenido siete vidas, pero sí tres. Una en Antena 3 durante sus dos primeras y mejores temporadas (2015-16) y otras dos en Fox España (2018-2020), que cazó el potencial del drama y thriller carcelario y lo repescó tras su cancelación; primero por dos partes, con obligada rotación de prisión y personajes, y después por una quinta y última que soltaba marras al situar la acción fuera de la cárcel y en el futuro.

Así que anoche se despidió para siempre con el octavo y último episodio de «Vis a vis: El oasis» , a medio camino entre serie derivada y secuela de la original, con sus dos protagonistas, Maca ( Maggie Civantos ) y Zulema ( Najwa Nimri ), como dos expresidiarias y ex enemigas mortales que deciden zanjar su particular empresa con un último atraco a un narco mexicano para así pegarse la vida padre. La premisa, prestablecida al final de la cuarta temporada como un jocoso guiño al espectador, no podía ser más límite, como la relación de estas dos mujeres que habían intentado asesinarse repetidamente pero fumaron la pipa de la paz por pura supervivencia; si Zulema provocó el aborto de Maca (era su único peaje al exterior), ésta le metió aire en las venas dejándola en coma por todas las «guarradas» previas. Y ambas se sumaron al complot de sus compañeras presidiarias para asesinar en grupo al director de la prisión, Sandoval ( Ramiro Blas ).

¡Spoilers!

El nuevo y kamikaze experimento, tutelado por el guionista Iván Escobar desde el salto a la televisión de pago, podía salir airoso o caer con todo el equipo. Y, si no hubiera sido por su emotivo y nostálgico desenlace, habría caído en la indiferencia una ficción siempre provocadora e incluso crítica con el sistema y la sociedad; recuerden a la retorcida Altagracia ( Adriana Paz ) permitiendo a la gitana y lesbiana Saray ( Alba Flores ) amputar el pene al por entonces médico Sandoval tras violarla y dejarla embarazada sin sanción. O a las presas colaborando en el suicidio de su mami Sole ( María Isabel Díaz Lago ), a la que diagnosticaron alzhéimer tras un trasplante de corazón, enviudar por segunda vez y haber quemado a su primer y maltratador marido.

Las mujeres, víctimas y verdugas

«Vis a vis» siempre funcionó por acumulación (más es mejor), especialmente en su vertiente thriller , pero nunca se olvidó de sus mujeres, víctimas (homofobia, misoginia, pobreza, racismo, prostitución, drogadicción, gordofobia...) y también verdugas . Con alguna excepción (Tere, de drogadicta a trabajadora social), la serie ha sido muy dura con el destino de sus personajes y ha dado pocas concesiones con respecto a su «tesis»: es muy jodido salir de la espiral de delincuencia y violencia (La Rizos, Goya, Antonia) una vez entras.

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Vis a vis

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Pero en «El oasis», las mujeres con las que Maca y Zulema unen fuerzas para su último atraco han ejemplificado el peor vicio del título, acrecentado en su paso a Fox: priorizar la acción y los giros de guion por encima del desarrollo de sus nuevos personajes. Con multitud de secundarios (los policías corruptos, la familia «feliz» con padre mirón , los mexicanos pistoleros, los estudiantes adolescentes, la familia de Sandoval) y piruetas narrativas exprimidísimas (ralentís y líneas temporales por un tubo), el espectador no ha tenido tiempo para conocer a las nuevas protagonistas (las secuelas de La Flaca como sargento, la drogadicción de la hippie Mónica, el duelo de la madre de Sandoval) ni ver una verdadera interacción entre ellas; de ahí el poco impacto de las muertes brutales de las últimas incorporaciones.

Tampoco Maca y Zulema han pasado mucho tiempo juntas, a excepción de los «flashbacks» donde se desvela a cuentagotas su vida poscárcel y preatraco, sexo inclusive. Éso quizás haya sido lo más interesante y novedoso de la secuela: ver a estas dos mujeres adaptarse a la vida real tras haber perdido a sus familiares y amistades y ser puestas en libertad; la soledad y el aburrimiento provoca que ambas se busquen y encuentren. Y ha sido en estos momentos más distendidos cuando la serie recobraba su humor negro, su mala baba y su «corazón» con una Maca que sólo se relaja escuchando el ruido de la lavadora, electrodoméstico por el que se quedó en coma después de que «las chinas», las desdibujadas villanas de la tercera temporada, la metieran en un tambor.

Los esperados regresos

Para una serie que presentaba un nuevo universo, lo más disfrutable ha acabado siendo el esperado regreso de míticos personajes; ya sea en modo «flashback» (Sandoval), a través de una trágica llamada de teléfono (Román, el sufridor hermano de Maca) o de manera presencial como Saray y el inspector Castillo ( Jesús Castejón ), que coinciden en el entierro de una Zulema con cáncer terminal que muere, por decisión propia, a balazos por parte de los mexicanos. Es un emotivo detalle, pues la relación de Zulema con ambos (de hermandad con ella, de rivalidad con él) fue el motor de la primera etapa en Antena 3. El punto esperanzador de «El oasis» es para Maca, que consigue huir en helicóptero de la escabechina con los mexicanos y meses después dar a luz, sola, a su primer hijo.

Como le dice Saray a Zulema en el último «flashback» en la cárcel con el que se despide «Vis a vis»: «Hasta la chusta que no disgusta».

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