«Lo que escondían sus ojos», el «affaire» de Serrano Suñer y la marquesa de Llanzol

Telecinco estrenó ayer la miniserie protagonizada por Blanca Suárez y Rubén Cortada sobre el amor prohibido que sacudió el franquismo

MADRID Actualizado: Guardar
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Durante el franquismo, si alguien preguntaba por la marquesa de Llanzol lo más probable era que un aristócrata respondiese que estaba «bajando la calle Serrano». Era un chiste de la época tras el que se escondía una historia vox populi: el amor prohibido entre Ramón Serrano Suñer, cuñado de Franco y brazo derecho del entonces Caudillo durante los primeros años del Régimen, y Sonsoles de Icaza, la marquesa de Llanzol. Un affaire extramatrimonial del que nació una niña, Carmen Díez de Rivera, jefa de gabinete de Adolfo Suárez, que no supo quién era su verdadero padre hasta que se prometió con Ramón Serrano Suñer Polo, uno de los hijos legítimos del que fuera ministro de Exteriores y Zita Polo.

Lógicamente, cuando todo se descubrió, la boda se canceló, destrozando a la que fuera «la musa de la Transición», como la bautizó Umbral. Madre e hija, unidas por la misma tragedia de un amor truncado, nunca se reconciliaron. Este melodrama, que ya contó Nieves Herrero en la novela «Lo que escondían sus ojos», se ha convertido en una miniserie de cuatro capítulos protagonizada por Rubén Cortada y Blanca Suárez que Telecinco estrena pasado mañana.

«A mí lo que más me interesaba era contar la posguerra desde el lado ganador. Estamos acostumbrados a “Los santos inocentes”, “El espíritu de la colmena”… películas que nos muestran la miseria y la pobreza en la que vivían los que perdieron, pero nunca nos han contado la historia de los vencedores. Cuando te adentras en ella, ves que no formaban un grupo cohesionado, sino que había muchas intrigas. Franco era muy inteligente, iba dando a cada uno su papel y controlando a todos; cuando en el fondo el que se pasó cuarenta años en la silla fue él», explica Salvador Calvo, director de esta ficción de cuatro capítulos producida por MOD («Niños robados») y guionizada por Helena Medina. Sin embargo, la importancia de esta relación va mucho más allá del mero cotilleo del momento. «Es sorprendente ver cómo una historia de amor y cuernos entre una aristócrata y un ministro casi cambia el curso de la Historia. Este lío de faldas probablemente tuvo mucho que ver en la caída de Serrano Suñer. Gracias a eso no entramos en la Segunda Guerra Mundial», añade.

El peso de la verdad

El director, que contó con la ayuda de los asesores históricos para desmenuzar y reconstruir a estos complejos personajes de los primeros años del Régimen, reconoció que el mejor de todos ellos fue Emilio Gutiérrez Caba, que interpreta al Marqués de Llanzol, al que conoció realmente, según explica Calvo. Gutiérrez Caba incluso realizó una obra de teatro basada en un libro de Carmen de Icaza, la hermana novelista de Sonsoles. Pasaron horas y horas hablando de las verdades y mentiras de esta historia. «Hay que ser fieles a la realidad, pero a la hora de desarrollar los personajes debemos tener cierto margen de libertad. Nadie ha visto cómo se acostaba Franco con su mujer o qué hablaban el marqués y la marquesa, eso hay que ficcionarlo», expone Calvo, que grabó esta ficción en varios emplazamientos cercanos al Palacio de El Pardo -fue imposible rodar con los actores dentro- y monumentos como la iglesia de San Jerónimo el Real, la Real Basílica de San Francisco el Grande, el palacio Duarte y el museo Lázaro Galdiano, entre otros, además del restaurante Lhardy, el Casino de Madrid, la Escuela de Ingenieros Agrónomos y la playa de la Concha de San Sebastián.

No tuvo ningún contacto con los descendientes de los Díez de Rivera o Serrano Suñer. Algo lógico si tenemos en cuenta que para ellos, según informó Angie Calero, esta historia es un tormento. «Para mí todo esto no existe, no está pasando y no tengo nada que decir sobre el tema», explicó a ABC Sonsoles Díez de Rivera, primogénita de los marqueses de Llanzol. «Entiendo que no les guste airear esto, pero ya lo contó en sus memorias la propia Carmen. No es algo inventado, es algo que está probado», subraya Calvo.

Morbo y peligro

También los actores sienten ese respeto que infunde interpretar a personas reales. «Nos hemos acercado a la historia desde el máximo cariño y respeto. No es sensacionalista», apunta Blanca Suárez, encantada con los sesenta cambios de vestuario que luce en la serie. Algunos, auténticos Balenciaga -diseñador de cabecera de la marquesa de Llanzol-, otros, imitaciones. «A Balenciaga le unía una relación muy auténtica y cercana», añade la intérprete. Decían que era bellísima y altiva, «pero cuando aparece su amor verdadero la arrasa como un tsunami y parece una colegiala».

«Sabían que se estaban metiendo en la boca del lobo, jugaban a un quiero y no puedo y al ser del mismo estrato social todo explotó», reconoce Rubén Cortada, fascinado por la figura de Serrano Suñer, a quien se ha acercado libre de prejuicios. «Cada uno es libre de juzgar. Yo tengo mi opinión y me la reservo», concluye.

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