Creedme

Marie Alder, la historia de una violación que nadie creyó

«Creedme», disponible en Netflix, acerca la experiencia de Marie, una adolescente que se ha criado en casa de acogida y cuyo abuso puso su propio entorno en entredicho

Kaitlyn Dever interpreta a Marie Adler en la docuserie «Creedme» NETFLIX

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Eran las 7.52 de la mañana cuando sonó el teléfono de Nattlie. Era su vecina de abajo, Marie Alder, otra chica de Project Ladder, una iniciativa que ayudaba a jóvenes con infancias y adolescencias problemáticas a conseguir su primer hogar. Estaba asustada, pero sus palabras no dejaban lugar a dudas. Habían entrado en su casa y la habían violado. Sin soltar el móvil, la joven bajó corriendo al apartamento de su amiga, desde allí contactó con el 911 para pedir ayuda. Con esta llamada telefónica comenzó el calvario de Marie, el mismo que retrataron los periodistas T. Christian Miller y Ken Armstrong en un reportaje que les valió el Premio Pulitzer, que después se convirtió en un libro y que ahora Netflix ha adaptado en una miniserie: «Creedme» .

Rápidamente llegó la madre de acogida de Marie, Peggy, y los agentes de policías que investigarían el escenario del crimen. Mientras, Nattlie continuaba relatando al operador de Emergencias cada detalle que Marie recordaba: el violador tenía un cuchillo, había sacado fotos durante el suceso, le había amenazado con subirlas a Internet si se lo contaba alguien, no sabía quién era. El agresor había salido por la misma puerta del apartamento que entró la Policía con algo menos de media hora de diferencia. Mientras intentaban buscar un mínimo rastro que pudiera llevarle hasta el agresor, Anne Miles, técnico de la Científica, comenzó a hacerle preguntas a Marie. Su descripción inicial era clara: hombre blanco, ojos azules, sudadera gris. Y sus recuerdos, nítidos.

«No tenía mucha experiencia en el trato con víctimas de agresiones sexuales, pero no entré con una expectativa concreta sobre su actitud. No estaba histérica, fue muy pragmática : esto es lo que ha pasado», dijo después el subinspector Jeffrey Mason, encargado en primera instancia del caso, a los periodistas. El policía, que apenas había trabajado en un par de casos de violación, necesitaba más detalles, pero también necesitaba que la examinaran. Dejó las preguntas para luego.

Dos años de investigación

Marie fue traslada al hospital. Tras el examen forense, regresó a la comisaría. En su segunda conversación relataba más o menos lo mismo: una puerta corredera sin cerrojo, un desconocido, unas «sesiones» de fotos, un cuchillo, su habitación. Mason necesitaba una declaración completa. Cualquier pista podía terminar en arresto, o eso creía. El caso finalmente se alargaría a más de dos años de investigaciones y juicios.

Durante las primeras 24 horas desde la llamada al 911 , la investigación siguió un curso normal. La Policía no contemplaba la posibilidad que Marie estuviera mintiendo. Hasta que al día siguiente, el inspector Mason recibió una llamada de «una persona que prefería conservar el anonimato. Afirmaba que [Marie] había intentado llamar la atención más de una vez y ponía en entredicho que se hubiese producido la "violación"», recoge el citado libro.

Una semana después, y tras largas sesiones de interrogatorios, nadie la creía. El recuento de los hechos no coincidía. Cuando los agentes expusieron esas dudas a Marie, terminó por ceder. Llegó a decir que se lo había inventado todo porque su madre de acogida no le respondía al teléfono, porque su novio y ella ahora solo eran amigos, porque no estaba acostumbrada a la soledad y quería atención. Marie se había quedado sin nadie a quien acudir y tenía a la Policía en su contra.

Su pasado tampoco le acompañaba. Marie había vivido con una veintena de familias de acogida. Días después de reconocer que la denuncia había sido falsa, relató a las autoridades que habían abusado de ella cuando apenas tenía nueve años, que no recordaba a su madre haciéndose cargo de ella ni de ninguno de sus tres hermanos, cada uno de un padre distinto. Les explicó que había tenido miedo al verse sola por primera vez. «La historia del intruso que la violó se había 'convertido en algo más gordo de lo que pensaba'», relatan Miller y Armstrong en «Creedme». Sin embargo, el día que la Policía obtuvo esa declaración, la joven había acudido a la comisaría con la intención de retractarse, para decir que la primera vez no mintió, que la habían violado de verdad . La presionaron en la sala de interrogatorios, volvió a admitir que era mentira.

Marie dejó su ciudad para empezar una nueva vida en Seattle, lejos de los reproches y la humillación que sufrían en Washington. Al mismo tiempo que la adolescente atraviesa su calvario, dos detectives en Colorado investigaron una serie de violaciones muy similares que parecían indicar que un violador en serie podría andar suelto por Estados Unidos. El criminal en cuestión seguía siempre un mismo procedimiento: entraba en la casa de sus víctimas, las ataba, las violaba y les hacía fotos desnudas, y eso fue exactamente lo que le pasó a Marie Adler. Tras varios meses de pesquisas, las detectives detuvieron a Patrick O'Leary como autor de veintiocho violaciones, entre ellas la de Marie Adler. O'Leary fue condenado a más de trescientos años de prisión y Adler recibió 150.000 dólares (135.700 euros) como compensación.

«Poderosamente real»

Ken Armstrong aseguró que, en un primer momento, no les gustó la idea de llevar la historia de Adler a la televisión. Los periodistas querían asegurarse de que la serie fuese fiel a los hechos reales . Para ello, fueron parte activa del proyecto asesorando a los guionistas. En un hilo en Twitter, el periodista se mostró muy satisfecho con el realismo de «Creedme»: « Cada detalle es preciso . La escena del médico no está nada adornada, es poderosamente real». Para Amstrong la serie plasma los tres pilares fundamentales de la historia de Adler: «Las ideas equivocadas sobre el trauma, los controvertidos métodos usados por la policía en Washington y el éxito del equipo de policía en Colorado».

En ese mismo mensaje, el periodista aclaró que «para mí Marie no es un personaje , es una persona que me confió su historia, por dolorosa que fuera». Además, comentó cómo había encajado Adler la ficción: «Hace dos semanas me llamó y me dijo que fue duro ver la serie y que lloró un poco. Pero me dijo que había decidido verla y que estaba agradecida de haberlo hecho . Me dijo que era “excelente”».

La crítica ha elogiado la producción de Netflix por «hacer una llamada a revisar las narraciones simplistas de la violación», como se lee en el «Time». En palabras de Susanna Grant, guionista de la serie, «Creedme» plantea «un debate difícil y que estamos evitando desde hace mucho tiempo». La serie de Netflix sirve como pretexto para poner sobre la mesa algunas de las preguntas más comprometidas a las que debe enfrentarse la sociedad en la era del #MeToo .

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