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'La casa del dragón' contra 'Los anillos de poder': un duelo de fantasía por ver quién comete más errores

¿Cuál ha ganado la guerra? Ambas han sido éxitos, pero de ningún modo rotundos. Jugaban a empatar y, al final, no han pasado del cero a cero. O casi

Daemon en 'La casa del dragón' y Galadriel en 'Los anillos de poder' ABC
Lucía M. Cabanelas

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El duelo del año llegó de forma inesperada pero no fue un encuentro improvisado sino uno bien meditado. En un movimiento clásico de la televisión, el 'streaming' contraprogramó la precuela más esperada con la producción más ambiciosa de la pequeña pantalla. Por temática, género y proyección, el choque entre 'El señor de los anillos: Los anillos de poder' (Prime Video) y 'La casa del dragón' (HBO Max) era inevitable; el ganador no tanto. Retorciendo la métrica de las fantasías medievales ambos resultados son dignos de aplauso, pero entre orcos y dragones solo puede quedar uno y, por repercursión y calado, la victoria está clara.

Las virtudes, en series de semejante envergadura e inversión, abundan, pero más ruido hacen los errores, que en su mayoría comparten 'La casa del dragón' y 'Los anillos de poder' . Ambas son excesivamente deudoras de la serie matriz, condenadas por esa nostalgia inventada que empeña el destino de cualquier ficción a un pasado que, por diferentes motivos, ha terminado. 'La casa del dragón' no es 'Juego de tronos' y, sin embargo, empieza aludiendo a lo que sucedió casi dos siglos después, apelando a esos fans que convirtieron la ficción en un fenómeno. No está Daenerys pero sí Rhaenyra , predecesora pero por anticipación narrativa también inevitable copia, en carácter y en liderazgo. No hay Boda Roja ni capítulo nueve al uso, pero sí dos partos sangrientos. El morbo y lo gore no aportan ni remueven más allá del puro asco. Para provocar también se necesita cabeza, no un feto deformado con escamas o una cara agujereada.

La novedad, un lastre

La originalidad no se premia sino que se castiga y la perra gorda es para el que se somete, de forma más o menos novedosa, a lo que funcionó antes, con una ingente cantidad de guiños, nada velados, a los hechos que marcaron algunas de las temporadas cumbre de la serie creada por David Benioff y D. B. Weiss . Sucede lo mismo en 'Los anillos de poder' , pero lo que en 'La casa del dragón' gusta a los más hinchas por seguidismo, casi vasallaje, en la ficción de Amazon Prime Video repele incluso a su legión de fieles fans. Lejos de abrazar a ciegas la multitud de referencias a las que se somete la serie, de Moria a Numenor, del desmesurado protagonismo de los hobbits al empeño por presentar a Isildur, los escrupulosos seguidores de Tolkien han sufrido pequeños infartos a cada reinvención torticera de la historia sobre cómo se forjaron los anillos de poder. Pueden coexistir orcos y elfos con humanos pero Dios libre a los creadores de alumbrar algo en lo que, por falta de derechos, imaginen más de la cuenta. Quizá 'Los anillos de poder' también necesite una cartela de advertencia.

Personajes planos

Uno de los grandes inconvenientes de las dos series es el rudimentario desarrollo de personajes. Todos son arquetipos, algunos tan básicos que el interés es cuestionable, y es difícil encontrar alguien que sorprenda. 'La casa del dragón' apuesta por tramas cerradas, por un puñado de personajes sobre los que la acción cae más por tedio que por sensatez, donde abunda lo bidimensional, aunque eso incluya –inédito– una predecible Mano (del Rey). Mucha estrategia palaciega pero nada shakespeariana. Los golpes, más allá de una tensión constante que solo llega a término en la sorpresa del último capítulo, es solo una treta para enganchar sin tener nada a lo que engancharse. Casi nunca pasa nada y, cuando pasa, los hilos de las marionetas de palacio brillan demasiado. Se echan de menos personajes como Tyrion , el de las primeras temporadas al menos, o Meñique , sibilinos, astutos, siempre un paso por delante.

Pero, al menos, 'La casa del dragón' tiene argumento, va hacia algún lado aunque sea de manera lenta y se guarde sus mejores cartas para el desenlace. Algo que no puede decir la serie de 'El señor de los anillos', más lineal que la trayectoria de un caracol, que lo fía todo a un misterio que, desvelado, tampoco es para tanto. Sí, Sauron . La serie merodea por viejos conocidos como los hobbits, los elfos, los enanos y una Galadriel secundaria que aquí pasa a primer plano como una endiosada Juana de Arco, y se distorsiona en varias tramas, pero al final no llega a ninguna conclusión. Solo sabemos que en la Tierra Media, pasar, pasar, no ha pasado nada.

De 'La casa del dragón' gusta el vasallaje pero el seguidismo en 'Los anillos de poder' se castiga

A ambas les falta un villano potente, no uno a medio gas o manufacturado como Aemond Targaryen (por si el parche no fuera suficiente, tiene cara de malo) o ese Sauron que, simple y llanamente, no comparece hasta el tiempo de descuento. La batalla estética cae del lado de 'Los anillos de poder', mejor rodada, con planos abiertos y un paisaje en el que, ahora sí, es posible soñar con la Tierra Media. No tiene dragones pero visualmente deja a años luz a la precuela de 'Juego de tronos', que esta ocasión no viaja a San Juan de Gaztelugatxe sino que se limita a recrear Rocadragón desde casa.

¿Cuál ha ganado la guerra? Ambas han sido éxitos, pero de ningún modo rotundos. Jugaban a empatar y, al final, no han pasado del cero a cero. O casi.

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