Matt Dillon pone banda sonora al día más realista de San Sebastián

El actor dirige su segundo largo, «El gran Fellove», un documental sobre el músico cubano Francisco Fellove

Matt Dillon, en el Festival de San Sebastián EFE
Fernando Muñoz

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Hasta este martes, la música (y la salsa) de la 68 edición del Festival la habían puesto The Pogues con el documental que Johnny Depp trajo a San Sebastián, «Crock of Gold: A Few Rounds with Shane MacGowan» . Hasta que Matt Dillon llegó con los ritmos del cubano Francisco Fellove en «El gran Fellove», su segundo largometraje como director, para animar la fiesta a mitad de semana. Pero la gracia se esconde en los detalles, y detrás de los títulos de la Sección Oficial hay unos cuantos. Como que Dillon interpretara un papel secundario en el videoclip del tema más famoso de The Pogues, «Fairytale of New York». Un tema que Depp mete tres veces en «Crock of Gold» pese a que el cantante, Shane MacGowan, asegura odiar la «maldita» canción.

Nadie preguntó a Matt Dillon si también odia la canción. Bastante había con seguir el ritmo frenético de su película, en la que descubre al público a Francisco Fellove, un artista cubano de personalidad magnética que tuvo que exiliarse a México en los años cincuenta porque era discriminado por ser negro.

«Estamos en la edad de oro de los documentales. Muchos son más emocionantes que las películas, aunque soy actor, no debo quejarme», apuntó el actor y director en la rueda de prensa de un festival que, en la jornada del martes, con la programación de «El gran Fellove» y «Sala del Juzgado 3H» , demostró que la realidad puede ser tan interesante como la ficción.

Amor a la música

Es la segunda vez que Matt Dillon se pone detrás de las cámaras. De hecho, ha necesitado 18 años para volver a hacerlo. En 2002 estrenó «La ciudad de los fantasmas», una cinta de ficción que él mismo protagonizaba. Ahora prefiere ceder el protagonismo al «showman» cubano Fellove, del que habla con veneración.

Ficha completa

Matt Dillon (I)

Matt Dillon (I)

«No podía creer que nunca hubiera oído hablar de él», comienza diciendo Matt Dillon en la película, en la que se revela como un loco de la música y un gran coleccionista de discos de artistas cubanos. «El Gran Fellove», que forma parte en las Proyecciones Especiales de la Sección Oficial, cuenta cómo logró localizar al cantante en Ciudad de México en 1999 y cómo se embarcó con su amigo Joey Altruda, contrabajista de jazz, en la aventura de grabar un disco con él. Fellove, nacido en La Habana en 1923 y fallecido en 2013 en México DF, tenía entonces 77 años y hacía dos décadas que no publicaba ningún álbum, tal y como recuerda EFE.

Había caído en el olvido y Dillon quiso recuperar a alguien que había formado parte del movimiento «filin» y que había innovado en su tiempo, influido por el jazz y los cantantes estadounidenses que, como Ella Fitzgerald o Louis Armstrong, hicieron un arte de la técnica del «scat».

«Personalidad exhuberante»

«Fue un disfrute estar con él, tenía una personalidad musical exhuberante. La música le salía por los poros, aunque en ese momento no sabía qué quería hacer con las imágenes», ha explicado el actor este martes en rueda de prensa.

Las dejó "reposar" y no fue hasta años después, tras una serie de encuentros sucesivos con el productor mexicano Carlos Sosa, cuando el documental empezó a tener visos de realidad. Sosa, apunta Efe, logró ver a Fellove en una residencia de ancianos y se encontró a una hombre de 89 años con demencia senil.

Sosa avisó a Dillon y este llegó tres días después a México DF para verle únicamente, porque sabía que no iba a rodar con él "en ese estado", con un hombre que había vivido los cinco años anteriores en la Casa del actor creada por Mario Moreno «Cantinflas» hasta que su salud se deterioró. « Fue muy duro verle en esa situación », ha señalado Matt Dillon, que tuvo acceso a cartas, fotografías y otras pertenencias de Fellove, como las misivas que le envió su amigo José Antonio Méndez, compositor y cantante de boleros, que fue quien le animo a emigrar a México.

Todo ello decidió a Dillon a realizar el documental, a que ese viaje que Francisco Fellove emprendió en 1955 fuera «la vía» para contar también « la historia de todo lo que ocurrió en aquel entonces » con los músicos afrocubanos que abandonaron su país hacia otro en el que los iban a aceptar mejor.

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