¿Es machista el cine que ven nuestros hijos?: las «delicadas y lloronas» princesas de Disney

Un profesor británico asegura que «La Bella y la Bestia» fomenta la violencia de género. ¿Es una opinión descabellada?

MADRID Actualizado: Guardar
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Ser niña y querer convertirse en princesa es —casi— inevitable. Sin embargo, visualizar contenidos como «Frozen», uno de los grandes éxitos de la factoría Disney, podría no ser del todo aconsejable para sus hijos. Esta semana un profesor británico difundía el estudio «Racismo/Sexismo en Disney», que defiende que «La Bella y la Bestia» fomenta la violencia doméstica. El profesor no solo se refiere a Bella como símbolo de la desigualdad entre hombres y mujeres en Disney sino que defiende que otros personajes, como Blancanieves o la Bella Durmiente, muestran el estereotipo de una mujer joven «que es feliz estando en casa». ¿Está en lo cierto el estudio o deberíamos tomarnos las historias de Disney como lo que son, meros cuentos infantiles?

Hace un par de años la doctora Jennifer L. Hardstein popularizó un libro en el que hablaba del denominado «Síndrome de la princesa», un trastorno generado por el impacto «negativo y peligroso» sobre los más pequeños de ciertos cuentos y personajes de ficción. En su libro, Hardstein asegura que películas como «Frozen» o «La Bella y la Bestia» contribuyen a transmitir una idea estereotipada de la mujer e impactan negativamente en las jóvenes receptoras de estos contenidos, que pensarán que tan solo si son guapas y visten a la moda lograrán encontrar al ansiado príncipe azul.

Rebeca Cordero, directora académica de Educación y profesora de Sociología Aplicada en la Universidad Europea, habla con ABC de este «síndrome de la princesa» y afirma que, en efecto, estos contenidos contribuyen a difundir unos valores tremendamente marcados por una sociedad patriarcal lo que, en opinión de la experta, «influirá de manera decisiva en el comportamiento de nuestros hijos».

Si algo tienen en común las protagonistas de los cuentos populares es, sin duda, su belleza. «Todas son guapas, con una melena larga y cuidada y maravillosamente vestidas. Y todas encuentran a su príncipe azul. Jamás verás a una princesa de cuento discapacitada o lesbiana, pues en este mundo imaginado no tiene cabida aquello que es diferente». El hombre, además, adquiere suma importancia en este entorno de cuento que los niños asumen como correcto. «Él es el salvador, el que transmite seguridad a la mujer, el que la cuida y la protege», matiza la profesora.

¿Tan perjudiciales son estos contenidos para nuestros hijos? «Los niños aprenden por imitación. Puedes educar en los valores de igualdad en el colegio o en casa, pero la visualización de este tipo de productos hará que los más pequeños tiendan a pensar que esos estereotipos y comportamientos son normales. Las niñas creerán que tienen que estar siempre guapas, los niños asumirán que deben proteger a la mujer».

Distinción de roles

Los cuentos tradicionales, continúa la experta, «presentan una distinción de roles muy específicos y vinculados a una sociedad patriarcal». «Si nos paramos a pensar, gran parte de los contenidos dirigidos al público infantil sigue esta misma pauta: el color rosa o morado de la ropa de las niñas, los juguetes para chicos y para chicas... El problema no solo está en los cuentos. La publicidad y el marketing no trabajan la igualdad de género sino todo lo contrario, estigmatizan de manera constante».

Se trata, dice Cordero, de los denominados «micromachismos», prácticas machistas en la vida cotidiana que asumimos como normales. «Nuestra sociedad está llena de este tipo de comportamientos, gestos que creemos válidos y a los que no damos importancia alguna pero que marcan el desarrollo de la mujer en un plano diferenciado del hombre. Un ejemplo es preguntar constantemente a una niña qué niño le gusta, o decirle que se ponga falda porque los pantalones son de chico». Todo esto, asevera la profesora de la Universidad Europea, tiene sus consecuencias. «A la mujer nunca le han enseñado a disfrutar de una vida en soledad porque 'lo normal' es tener pareja».

Cambios de Disney

Debemos plantearnos, dice Rebeca Cordero, si la sociedad está dispuesta a modificar este modelo que asumimos como correcto. En el caso de las princesas Disney, la socióloga puntualiza que la compañía ha ido modificando su estrategia al ser consciente de las críticas recibidas. «Mulán, por ejemplo, ya es de otra raza y, en el caso de "Frozen", ocurre que es ella quien tiene el poder en lugar de un hombre. Aunque sigue sin ser suficiente, hay que reconocer que Disney sí ha incluido ciertos matices en sus producciones que nos hacen ver que la empresa quiere modificar esa imagen de la mujer».

Los contenidos, subraya, «evolucionan y se adecuan a la sociedad para no recibir críticas de forma radical. Eso sí, todos siguen sin desviarse de la norma».

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