Tom Hanks: «No me puedo imaginar siendo otro dibujo que no sea Woody»

El actor presenta «Toy Story 4», última entrega de la saga de Pixar, en la que vuelve a poner voz al vaquero más animado de la gran pantalla

Tom Hanks, fotografiado en Barcelona junto al cartel de «Toy Story 4» MARTA DIAS

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¿Las cejas arqueadas de Buzz Lightyear, ese gesto como de pasmo perpetuo? Una broma al lado de las caras a las que se debió enfrentar el equipo de «Toy Story 4» justo antes de devolver a la vida a los parlanchines y alocados juguetes de Pixar. «Incluso mi madre me dijo que por qué hacíamos otra, si la tercera había sido tan buena», recuerda Josh Cooley, director de la cinta que se estrena mañana en España. «Cada vez que me venían a ver y me decían que querían hacer otra historia sobre Woody pensaba lo mismo: “¿De verdad? ¿Estáis seguros? ¿Creéis que podéis hacer una película mejor que ‘Toy Story 2’? No sé si será tan fácil, pero veamos”», explica a su lado el actor Tom Hanks, responsable de poner voz al vaquero Woody desde el estreno de la serie en 1995, y auténtico maestro de ceremonias de la presentación de «Toy Story 4» en Barcelona. «La verdad es que tenía la esperanza de que la película fuese una mierda para no tener que hacerla, pero ya ves...», bromea un Hanks ejemplar en su papel de entertainer locuaz y bromista y encantado de destripar algunos secretos del más famoso vaquero articulado.

Ahí están, por ejemplo, esas maratonianas sesiones de grabación que le dejaban rendido y agotado. «Nunca he ido a una sesión de grabación de “Toy Story” sin desear que acabase lo antes posible, ya que siempre es algo así como “vamos a probarlo todo de nuevo, pero esta vez a ver si puedes añadir más angustia existencial”. No se me ocurre nada más placentero que hacer durante seis o siete horas al día», relata.

En este caso, lo de angustia existencial no es ninguna exageración, ya que en «Toy Story 4» vemos a un Woody sumido en una profunda crisis de identidad que, relegado como juguete de cabecera de Bonnie, busca su sitio entre nuevas adquisiciones como Forky y reapariciones estelares como la de Bo Peep.

«Estar vivo es cambiar y afrontar retos, pero muchas películas abordan estos cambios de una manera muy superficial. En “Toy Story”, sin embargo, hay un cambio real y existencial: en la primera película la llegada de Buzz sacude todo el universo de Woody; en la segunda Woody descubre sus orígenes, y en la tercera se enfrenta a la marcha de Andy a la universidad», relata Hanks, para quien ese sheriff al que se le cuela una serpiente en la bota de vez en cuando ha sido un personaje único. «Ha sido algo muy diferente a cualquier otro papel que haya hecho. Es un líder que se enfrenta a las crisis y al cambio con diferentes grados de confianza», explica.

Único ha sido también, añade Hanks, el grado de implicación del equipo. «Nadie quiere ser parte de una película de “Toy Story” simplemente correcta», subraya el intérprete de «Big» y«Forrest Gump». Máxime cuando, probablemente, esta sea la última oportunidad de ver a Woody y Buzz en acción. «Creo que es un final apropiado para la saga, específicamente en lo que se refiere a Woody, así que no hay planes para una quinta película», señala el productor Jonas Rivera. «Bueno, tampoco había planes para una cuarta, así que...», matiza Hanks a su lado.

Eso sí: lo que prácticamente queda descartado es que el actor californiano acabe poniendo su voz a otro personaje de animación. «No me puedo imaginar siendo otro dibujo que no sea Woody. No tengo un gran repertorio de voces, así que es así como sueno casi todo el tiempo. Puedo ir más lento o más rápido, pero ya está», relata.

Puestos a imaginar, y entrados de lleno en el terreno de la especulación, tampoco se imagina Hanks demasiado alejado de esos personajes casi siempre bondadosos que viene interpretando desde hace unas cuantas décadas. Los villanos, a excepción del Michael Sullivan de «Camino a la perdición», no parecen hechos para el ciudadano Hanks. «Siempre busco algo de autenticidad en los papeles. Sí, maté a mucha gente en “Camino a la perdición” porque estaba loco. Y ejecuté a gente en “La milla verde” porque era mi trabajo. Para interpretar a un villano tengo que entender perfectamente lo que está haciendo y por qué lo hace», explica.

Así que, ¿Hanks en una cinta de Bond? No le hagan reír. «Oh, en estas películas los villanos tienen frases como: “Antes de matarle, señor Bond, quizá quiera un tour por mis instalaciones”», suelta entre risas. Visto lo visto, mejor ni hablamos de ver su nombre en alguna saga de superhéroes. «El único personaje que podría interpretar en una película de Marvel es el de policía aterrado que avisa al Capitán América de que hay un montón de tipos atrapados en un edificio», bromea.

A la hora de referirse a esos papeles de tipos malvados que lleva esquivando buena parte de su carrera, Hanks desempolva su formación teatral para alabar a los grandes villanos shakesperianos -«puedo entender perfectamente por qué Ricardo III y Yago hacen lo que hacen», destaca- y celebrar que sobre las tablas se encuentra el secreto de su versatilidad y de su tránsito de la comedia al drama. «Mi primer trabajo fue como actor en una compañía de teatro de repertorio clásico y hacíamos prácticamente de todo: drama, comedia, farsa, tragedia... Sobre el escenario no había diferencia mientras la obra fuese buena», relata un actor que, con los años, ha aprendido que lo importante no es el género, sino «transmitir la verdad» y conectar con ella. «He hecho algunas comedias que sin duda son las películas más mierdosas que hayáis visto, pero nunca me he sentido como “venga, será la bomba, es como si no fuera trabajo”. Nunca es así. Y tampoco cuando hago una tragedia es todo seriedad. Al final lo importante es encontrar la verdad. Si no lo haces, acabarás haciendo una mierda», zanja.

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