Disney, un gigante insaciable que se arma para la batalla contra Netflix

La compra ayer de Fox le asegura el 40% de la taquilla mundial y le fortalece para pelear por el consumo en el hogar gracias a Disney Plus, su plataforma

Toy Story (Pixar), Bohemian Rhapsody (Fox) y Capitana Marvel, todas bajo el dominio de Disney
Fernando Muñoz

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El dinero tiene poderes milagrosos, como el de la transmutación. Es capaz de convertir al tierno ratón Mickey Mouse en un tiburón insaciable. Disney, cimentada sobre las orejas que dibujó Walt hace un siglo, cerró ayer un acuerdo para hacerse con 21st Century Fox por 62.800 millones de euros. No ha sido la única operación de este calibre en los últimos años: en 2006 pagó 7.400 millones por Pixar; en 2009 fue a por Marvel, por la que desembolsó unos 4.300 millones (desde entonces ha distribuido catorce películas de los superhéroes por valor de 14.000 millones de dólares) y en 2012 dio 4.050 millones a George Lucas para hacerse con LucasFilm. Un camino que le ha llevado a dominar la taquilla mundial, cerca de un 40% de haberse hecho efectiva la unión de Fox y Disney en 2018. Pero devorar casi la mitad de lo recaudado en salas no sacia a Disney, que ahora va a por el consumo en casa.

El futuro está en el salón. Por eso, Bob Iger, presidente ejecutivo de Walt Disney Company desde 2005, anunció este mes de enero que su objetivo prioritario para 2019 era el lanzamiento de Disney Plus, el servicio de «streaming» con el que espera competir cara a cara con Netflix, que lidera este segmento. En 2018, Iger ya reorganizó toda la empresa con esta meta, y el 2019 arrancó con una noticia que da buena cuenta de la ambición del proyecto: renunció a 150 millones en concepto de derechos de emisión para dejar en barbecho un buen puñado de series y películas hasta que llegue el momento de reestrenarlas en exclusiva en su plataforma. Entre ellas, por supuesto, las de Marvel, uno de los imanes con los que esperan atraer al público, como demuestra que «Capitana Marvel», que está a unos días de recaudar más de mil millones, se convertirá en la primera cinta que pase del «theatrical» a su plataforma.

El próximo 11 de abril mostrarán por primera vez Disney Plus a los inversores. Una fecha con mucha intención. Dos semanas después se estrenará la última entrega de «Vengadores», con unas estimaciones de taquilla que superan los 2.000 millones de dólares, y un par de meses después llegará la esperadísima «Toy Story 4». Todo con el objetivo de animar a quien pone el dinero, porque como explica un analista en «Bloomberg», Disney+ será «Disney menos» durante varios años. Las pérdidas que deberá afrontar para implantar el sistema de «streaming» a nivel global se estiman en 1.400 millones el primer año y 2.000 los dos siguientes. «Habrá que ver si los inversores tienen paciencia», sentencia. Por el momento, ayer por la tarde, Disney tenía una capitalización bursátil de 163.480 millones frente a los 158.490 millones de Netflix.

Pero el lanzamiento de Disney Plus tiene un fleco: Hulu, el competidor doméstico de HBO, Netflix y Amazon del que Disney tiene un 60 por ciento de las acciones. El resto están en manos de Warner, AT&T y otras empresas de comunicación, por lo que Disney debe abordar si deja morir el proyecto (que no para de crecer en clientes al tiempo que aumentan sus pérdidas) o lo mantiene como hermano pequeño de Disney Plus.

«Estas inversiones son el equivalente al capital que destinas para construir uno de nuestros parques temáticos», comentaba hace unas semanas Bob Iger. Porque el consumo audiovisual, ya sea en salas o en casa, no es más que una de las muchas patas del portentoso negocio de Disney que amplía con la compra de Fox, que va desde la producción y distribución a los canales de televisión, pasa por los parques de atracciones y convergen en la venta de productos y licencias (juguetes, ropa...).

Y se le suma una pata más: la del control de derechos. Disney produce, distribuye en los cines, emite en sus cadenas y en su servicio global de «streaming»... Y con ello cambia el modelo actual de cine, como ya hace Netflix, que modifica el sistema tradicional de las ventas internacionales, los derechos de emisión y las ventanas de emisión. Además, gracias a ser dueño de las películas más consumidas demandadas, puede exigir a los cines quedarse con un mayor porcentaje de lo recaudado en salas. Algo con lo que ya amenazó en el estreno de «Star Wars: Los últimos Jedi», que pasó de exigir un 50 por ciento a los exhibidores a un 60 por ciento. Pese a la subida, ningún cine puede renunciar a los títulos de Disney, que suponen cuatro de cada diez euros que gasta al año el espectador.

Pero volvamos al presente, a la noticia de la compra de Fox. Lo más inminente es el despido de 4.000 trabajadores tras absorber 15.400 empleados de 21st Century Fox. Ninguno de ellos serán Deadpool, la familia Simpson, los X-Men o los protagonistas de Avatar, todos dentro del catálogo de Fox. Sí pueden ser alguno de los muchos técnicos que sacaban adelante los canales FX y National Geographic que pasan a control de Disney. Eso sí, la parte de noticias y deportes de Fox seguirán en manos del magnate Rupert Murdoch, que mantendrá la propiedad de Fox News y de Fox Sports 1 (FS1), agrupados bajo Fox Corporation.

Con la gran pantalla dominada (tres de las cinco películas más taquilleras del año pasado en todo el mundo pertenecieron al grupo de Mickey Mouse) el campo de batalla se traslada a los salones y a las pantallas móviles. Todos están listos: Los superhéroes de Los Vengadores, los múltiples ejércitos de Star Wars, los juguetes de Toy Story... Todos bajo el mando de hierro de Mickey Mouse se enfrentarán al poderío de las series de Netflix. El resultado, próximamente en su salón.

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