Carmen Maura: «Seguiré trabajando porque me divierte, aunque a veces me da pereza»

A sus 76 años, la intérprete ha sido reconocida con el premio Platino de Honor

Carmen Maura, este miércoles, con el premio Platino de Honor que recogerá en la gala del 1 de mayo EFE | Vídeo: EP
Fernando Muñoz

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En la hora de mirar atrás y ver lo conseguido, en el momento de los premios y reconocimientos, Carmen Maura (Madrid, 1945) dice sentirse exhausta. «Cuando leo la lista de todo lo que he rodado pienso que es normal que esté tan cansada». No extraña: supera el centenar de largometrajes rodados entre España e Iberoamérica; ha hecho series para televisiones y plataformas; teatro (acaba de representar 'La golondrina' en Francia, donde también ha residido) programas en abierto... Y todo esto «sin aspirar nunca a nada», como un regalo de la vida. «¿Qué he hecho yo para merecer esto? Pues tener mucha suerte, porque esta es una profesión muy ingrata que no vale solo con hacerlo bien, tienes que estar en el momento adecuado», ha reconocido la intérprete esta mañana en el Instituto Cervantes, donde se ha encontrado cara a cara con la estatuilla del premio Platino de Honor que recibirá el próximo 1 de mayo en Madrid, en la IX edición de los premios de Cine Iberoamericano .

No tiene vértigo al repasar una filmografía donde aparecen Carlos Saura, Pedro Almodóvar, Mario Camus, Francis Ford Coppola o Pilar Miró. Y, lo más importante, no vacila al mirar al futuro. A sus 76 no piensa en dejar de trabajar (más allá de que se irá «al campo» a descansar de aquí a un mes) ni se plantea la retirada. «Por el momento seguiré trabajando porque me divierte, aunque a veces me da pereza», dice como de refilón, sabiendo que seguirá diciendo que «sí» a muchos de los guiones que todavía le llegan sin parar. «Es que yo esto no lo veo como un trabajo, aunque me molestan cosas del cine como levantarme a las 5.00 de la mañana. O que me duela todo muchas mañanas cuando me levanto. Porque es una edad: a las de vestuario les digo que me cuiden como a una viejecita», dice sin evitar sonreír, haciendo gala de una fragilidad que en realidad es fortaleza.

Como cuando en sus inicios decidió romper uno tras uno con los tres agentes que llegó a tener en un solo año para guiarse solo por su instinto. No les quiso hacer caso cuando le recomendaban no hacer cortometrajes, o le pidieron no trabajar con Almodóvar «porque decían que no me convenía». Del manchego recordó esta mañana la anécdota de sus primeros encuentros en el teatro, cuando descubrió que era «una persona listísima» con la que se reía sin parar.

A ese rato con Almodóvar lo llama «golpe de suerte». Como el que tuvo con Carlos Saura cuando la contrató para '¡Ay, Carmela!' sin ser la primera opción. «Me dijo que nunca me habría llamado para esa película, pero como me comunicaba muy bien con el público...». O con Álex de la Iglesia , al que conoció cuando ella era jurado de un festival en Francia («al final ganamos», dice sin disimulo) y se prometieron que trabajarían juntos. Después hicieron ' La comunidad ', donde Carmen Maura acabó con el cuerpo lleno de moratones. «Álex en medio del rodaje pierde el control porque todo es un juego para él», recuerda con cariño.

Rodar era Disneylandia

Recuerda Carmen Maura que sus primeros pasos en el cine fueron especialmente felices porque «ir a rodar era como ir a Disneylandia». « Mi vida personal era complicada, poco alegre », recuerda. En esa aventura diaria de los platós le ayudó siempre la falta de expectativas. «Nunca he tenido ganas de hacer nada especial. Me atraen más las cosas fáciles que las difíciles, no soy de esas actrices que buscan esos papeles imposibles», apuntó una mujer que, promete, no le ha quedado ningún papel por hacer porque no tenía ninguno soñado. «Soy poco partidaria de darle muchas vueltas a la cabeza. Nunca iría a un sanatorio para preparar un papel de enferma ni engordaría o adelgazaría 20 kilos por un personaje», apunta.

Porque confiesa sin dudar que «esta es la profesión más fácil para contentar a la gente que te rodea». «Si haces lo que quiere el director, todos te adoran. Y te cuidan para que estés siempre bien», dijo, prometiendo que nunca dirigiría una película porque no le gusta esa responsabilidad. Prefiere ponerse a las órdenes de los demás. «Y cuanto más listo sea el director, mejor me lo paso», explicó.

Con 76 años tiene en sus manos toda la potestad para aconsejar a los futuros talentos del cine, aunque lamenta que a veces están demasiado preocupados por «la fama o ganar mucho dinero». «Lo único que se necesita aquí es que se te dé bien. No vale para nada tener muchas aspiraciones, ya que no depende tanto de ti. Esta profesión tiene cosas ingratas . Hay mucha gente con un gran talento que no tiene premios», sentenció.

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