Crítica de 'Venom: Habrá matanza': Ponga un alien en su interior
Lo interesante de este esquinazo de Marvel es la relación entre el protagonista y su cara oculta, el simbionte Venom, al que le salen los superpoderes sin control, como a las abuelas las torrijas
Aunque es segunda parte o secuela, lo mejor es entrar a ella sin haber visto la primera, porque de ese modo se choca de frente y sin previo aviso contra su demencial y caótico argumento; y así, además, al no enterarse uno de gran cosa de lo que cuenta, puede achacárselo, en vez de a la propia ineptitud, al hecho de ir de nuevas. Esta continuación de 'Venom' la ha dirigido Andy Serkis , ese actor irreconocible porque suele meterse dentro de personajes como el Gollum de 'El señor de los anillos' o César, el mono líder de 'El planeta de los simios', y recoge y amplifica todo ese jaleo del 'simbionte', palabra que procede el mundo cómic y que viene a ser un se te ha colado un marciano dentro.
Lo interesante de este esquinazo de Marvel es la relación entre el protagonista y su cara oculta, el simbionte Venom, al que le salen los superpoderes sin control, como a las abuelas las torrijas. En ese tuya-mía entre ambos, una especie de marcaje de egos, está lo más nutritivo de la película; en fin, chistes, opiniones, conflictos de comportamiento… Ocurren varias cosas más, cuya forma y desarrollo están maquinados para toda esa zona de cerebro para abajo a la que el cine sabe cómo dirigirse.
Ficha completa
Venom: Habrá matanza
Luchas, persecuciones, amenazas, desgarros y monstruosidades que aparecen y desaparecen, y la presencia casi siempre locuela de Woody Harrelson , un actor que pide a voces una hora más de psiquiatra. También puede alabarse, porque siempre hay que alabarlo, a Tom Hardy, otro actor que desaparece dentro de sus personajes y que aquí es el que fundamentalmente tiene que soportar a Venom. Pero, si soportó al pelmazo de Di Caprio en 'El renacido', este simbionte jaranero le habrá parecido una pachanga.
