Crítica de 'Fast & Furious 9': Un tanque incombustible de Diesel
«No es una película que resuelva el verano, ni siquiera una tarde, pero un par de horas largas se las lleva en un suspiro»
Los seguidores de esta serie interminable de películas encontrarán en esta recién estrenada algunos detalles interesantes que tal vez les sorprendan. Están los personajes habituales, los actores más o menos de siempre, con alguna incorporación intrascendente de estrellas como Helen Mirren o Kurt Russell , y la misma acción rápida y furiosa que aquí se les va un poco de las manos.
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De los detalles interesantes, el que más se agradece es que el argumento no aspira a ser entendido, y se adentra en complejidades y grandes dilemas como si el guion lo hubiera maquinado Krzysztof Piesiewicz, el guionista habitual de Kieslowski, o Christopher Nolan junto a su interestelar hermano Jonathan. De tal modo es confuso (dentro de la trivialidad, claro), que su protagonista, Vin Diesel, tiene cara de 'jet-lag', y da la impresión de no saber si está en Londres, en Madagascar, en el lejano Oriente o en un viaje espacial, igual que el espectador, que está más descolocado que un peatón entre carriles de bici y patinetes.
Y no sabiendo lo que pasa, ni dónde ni por qué, puede uno disfrutar de lo realmente atractivo del producto, es decir de que no paren de pasar 'cosas' a mucha velocidad y con una violencia ineficaz, baldía, que ni daña ni duele, como la del Coyote y el Correcaminos.
También se preocupan los guionistas y el director de que haya referencias al pasado de Dom Toretto (Diesel), con su hermano y con su padre, que no tienen realmente nada de especial pero justifican, sin ir más lejos, que a él le gusten tanto las camisetas sin mangas. No es una película que resuelva el verano, ni siquiera una tarde, pero un par de horas largas se las lleva en un suspiro.
