Crítica de 'Ámsterdam': Muchas estrellas y muy poco brillo y claridad

Hay para todos, para los que soportan el exceso de ingenio y para los que llevan bien el adoquinazo

Christian Bale, Margot Robbie y John David Washington en 'Ámsterdam'
Oti Rodríguez Marchante

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David O. Russell es un cineasta sediento de estilo, ávido de mostrar su creatividad e ingenio, lo cual le lleva no a hacer buenas películas sino buenos trozos de película. En ‘The fighter’, en ‘El lado bueno de las cosas’, en ‘La gran estafa americana’ se pueden comprobar los tramos de narración ágil y entretenida y los que son un puro adoquín. En ‘Ámsterdam’ hay para todos, para los que soportan el exceso de ingenio y para los que llevan bien el adoquinazo.

Parte de la historia que cuenta está, al parecer, basada en hechos reales, una conspiración de grandes empresarios, ocurrida en Estados Unidos, para reemplazar a Franklin Delano Roosevelt de la presidencia y colocar a un alto militar, pero toda esa línea argumental es puro ladrillo para tapiar la otra historia, la de un triángulo amistoso y absurdo ungido durante la Primera Guerra Mundial: un doctor tuerto que pierde el ojo de cristal a cada rato (Christian Bale) , el soldado soso que interpreta John David Washington y la enfermera (luego millonaria, o algo así) que los cuida, los encandila y que, en fin, tiene el porte y figura de Margot Robbie.

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Ámsterdam

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Podría decirse que la trama, excelentemente ambientada y coloreada, consiste en las idas y vueltas del trío protagonista detrás y dentro de la conspiración mientras que van apareciendo estrellas constantemente; no hay secuencia sin sorpresa actoral, De Niro, Taylor Swift, Mike Myers, Anya Taylor-Joy, Chris Rock (el de la torta en los Oscar), Rami Malek, Michael Shannon… Un insistente batido de grandes actores sin que apenas tenga alguno de ellos un personaje que defender: están ahí para ser vistos (y pagados, claro).

La narración concordante, bien ligada, no tiene por qué ser un elemento necesario en una película, pues las hay bien buenas a las que cuesta un mundo entender, pero han de tener a cambio algo; si son comedia, gracia; sin son drama, desconsuelo; si son de intriga, un enigma por resolver… Y ‘Ámsterdam’ quiere tener todo eso y lo consigue pero desconcertado: lo supuestamente de comedia, desconsuela; lo de drama, ni se siente, y su intriga es de risa plana. Sorprende el esfuerzo que hace un actor colosal como Christian Bale para que su personaje tenga algo que decirle al espectador, un esfuerzo como siempre excesivamente físico; no le debe resultar fácil encontrar compañía de seguros.

En cuanto a lo que se supone que la película quiere decir, pues totalmente de acuerdo. Es mejor ser bueno, honrado y demócrata que un canalla.

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