Crítica de «Da 5 bloods: hermanos de armas»: La fiebre del oro y de la guerra

«Spike Lee filma un ambicioso (desde el punto de vista formal) manifiesto en defensa de su raza a partir del retorno a Vietnam de cuatro veteranos combatientes»

Fotograma de «Da 5 bloods: hermanos de armas» NETFLIX
Federico Marín Bellón

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Spike Lee es un director con una visión del mundo y del cine que convierte sus estrenos en un pequeño acontecimiento. Algo apartado de la «pomada» en los últimos tiempos, él también ha recurrido a Netflix para distribuir una película que debió haber pasado por Cannes. El cineasta filma un ambicioso (desde el punto de vista formal) manifiesto en defensa de su raza a partir del retorno a Vietnam de cuatro veteranos combatientes, una vez subrayado que para mandarlos a la guerra sí se han acordado siempre de los negros.

La película es demasiado larga y profundamente irregular, con momentos magistrales que no terminan de justificar el despliegue. Spike Lee intenta abarcar demasiado en su intento de hacer una obra definitiva. Su mejor aliado es la oportunidad del estreno, en plenas protestas por la muerte de George Floyd . El peor es probablemente su vena activista, que conduce a un «exceso de ganas».

La historia de fondo es relativamente sencilla: los cuatro hermanos de armas regresan al corazón de las tinieblas para recuperar el cuerpo de un quinto Beatle caído y recuperar una cantidad inverosímil de oro enterrado en la jungla. Los homenajes a clásicos como «El tesoro de Sierra Madre» y a «Apocalypse now» son bastante explícitos y marcan dos de las líneas principales: las fiebres del oro y de la guerra («Jungle fever» no tenía nada que ver, pero era una buena premonición como título), ambas caracterizadas por la pérdida de la cordura.

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«Da 5 bloods: hermanos de armas»

«Da 5 bloods: hermanos de armas»

Cuando la acción avanza, que no es siempre, Spike Lee sigue teniendo la energía de un chaval. Luego están sus «genialidades», los ocurrentes cambios de formato de pantalla, la rotura inmisericorde de la cuarta pared, los diálogos entre vivos y muertos y hasta las idas de pinza de sus personajes. Delroy Lindo, un actor enorme, defiende como puede al suyo, votante de Trump y alma errática de la película.

Más allá de la desmesura del proyecto, casi inherente a la tierra, Lee no se priva de nada , reinventa el cine, se adentra en el teatro y nos deja un espectáculo que va a más. Incluso esboza algo parecido a un final que no podía ser feliz, pero sí conciliador y cargado de esperanza. El público paciente y piadoso saldrá más satisfecho de la experiencia.

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