Crítica de «La última gran estafa»: Tres viejos y alegres tigres
Tommy Lee Jones, Morgan Freeman y Robert DeNiro protagonizan la nueva película de George Gallo
Todo son garantías ante el estreno de esta película: es una comedia, trata sobre el incomprensible mundo del cine y sus rodajes, y tiene tres veteranos y admirados actores para compensar cualquier otro tipo de carencias. Aunque, como ocurre con cualquier producto con garantía, tiene también su letra pequeña. La trama es fácil y tan al alcance de la mano como la propia nariz, y los personajes tan rellenos de cliché y tan inocuos que, de no llegarnos envueltos en el carisma de esos actores, costaría trabajo reparar en ellos. Robert De Niro es un productor sin talento ni conciencia y con deudas y pillería, Morgan Freeman es un mafioso que pretende cobrar esas deudas y Tommy Lee Jones es una vieja gloria del cine de cawboys suicida y “bolinga”… Con estos mimbres viejos, pero en plena forma, el director George Gallo construye sus dos películas, la suya y la que ruedan en el interior sus personajes, que está planeada sobre un barril de pólvora y con la idea de resolver los problemas económicos mediante una infumable estafa.
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El guion es de una pieza, sin vueltas ni recovecos donde esconder un chasco, un imprevisto, de tal modo que se puede ver al completo casi desde el comienzo, lo cual no impide divertirse con el sombreado que le proporcionan De Niro a su viejo productor y Lee Jones a su viejo actor, ambos con ganas de reírse en blanco de sí mismos y en amarillo de los ambientes más chabacanos de Hollywood. Y si ellos se han divertido haciéndola, pues nosotros habremos de darnos por pagados.
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La última gran estafa
