Crítica de 'R.M.N.': Radiografía al miedo a lo de fuera

Es una película fría, seca y también reveladora de esa radiografía rumana (viene a ser lo que significan las siglas de su título) actual

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Oti Rodríguez Marchante

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El director, Cristian Mungiu , es uno de los responsables de que el cine rumano haya dejado de producir temblores ante su potencial audiencia (¿cine rumano?… uffff), gracias, sobre todo, a aquella espléndida y dura película titulada ‘4 meses, 3 semanas, 2 días’. Suele tener interés lo que cuenta y suele contarlo de modo potente, sobrio y reflexivo sin agotar. En el caso de ‘R.M.N.’ no ocurre lo contrario, aunque sí resulte, en cierto modo, una película más agotadora por la diversidad de subtramas que introduce entre ella y su mensaje, que va dirigido a la situación en zonas de Rumanía (extensible, en realidad, a toda Europa) con respecto a la inmigración y la xenofobia e intolerancia.

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R.M.N.

R.M.N.

El relato se centra en un hombre que vuelve a su pueblo natal, en una esquina de Transilvania donde ya existe diversidad de raza, cultura y religión, y la cámara sigue a ese hombre con tozudez y explica la complejidad de sus relaciones en el entorno, con su hijo desasistido, con su novia, dueña de una panadería local, con la entrada en la panadería de trabajadores de Sri Lanka y con esos miedos a lo de fuera que acechan como bestia salvaje a los habitantes del pueblo. Mungiu no se apresura en entrar en el meollo del relato, pues ramonea en la descripción del lugar, sus habitantes y sus relaciones (todo ello minuciosamente confuso), hasta que aborda lo esencial de su intención, una larga secuencia de asamblea y discusión entre los habitantes del pueblo sobre qué hacer con esos inmigrantes que ocupan los puestos de trabajo de los lugareños.

Es una película fría, seca y también reveladora de esa radiografía rumana (viene a ser lo que significan las siglas de su título) actual; tiene momentos de humedad y emoción, especialmente entre ese hombre y su hijo, y tiene también el acierto de sostener su discurso, su regañina en cierto modo, detrás de una simbología que cobra sentido en un desenlace de metáfora, oso, miedos, cacería y enseñanza.

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