Crítica de 'Pinocho de Guillermo del Toro': ¡Más madera, esto no es solo para niños!

Es original, extremado, musical, desafiante, oscuro, monstruoso, trágico, naturalmente rebelde y con una relación superlativa con la muerte y la política

Imagen de 'Pinocho de Guillermo del Toro' Netflix
Oti Rodríguez Marchante

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Aunque parezca petulante ese ‘de’ del título, pues el personaje de Pinocho es de Carlo Collodi y su imagen para el mundo es de Walt Disney, tiene sentido que un director de estilo tan personal como Guillermo del Toro avise de que este Pinocho ha sido abducido por su universo y presente todos esos rasgos de su personalidad visual y textual. Es original, extremado, musical, desafiante, oscuro, monstruoso, trágico, naturalmente rebelde y con una relación superlativa con la muerte y la política. Puro Del Toro.

La técnica para narrar la historia es la animación por ‘stop motion’, ese alarde de plastilina solo al alcance de virtuosos, y por eso comparte en los créditos la dirección con Mark Gustafson , auténtico maestro en esta animación sincopada. El cuento contiene del original todo lo que debe, personajes principales, desarrollo y peripecia, pero con algunos añadidos y complementos que le dan un aire nuevo frente a la ingente cantidad de ‘Pinochos’ vistos hasta ahora (personalmente, Pinocho empieza y acaba en Disney , pero eso es otra historia).

La relación paterno-filial de Gepetto y Pinocho , esencia del cuento, está precedida por la profundidad de la tragedia, la muerte del hijo de Gepetto (la guerra) y la caída depresiva del carpintero que, en plena borrachera y soledad, construye la marioneta que cobrará vida. Todo el aspecto visual, artístico, lleva impresa la mirada de Del Toro, del mismo modo que su sentido textual, localizado el cuento durante la ascensión del fascismo en Italia, con el personaje de Mussolini bien caricaturizado y con Pinocho como centro del alboroto alegórico sobre la vida, la muerte, la libertad y los diversos modos de renuncia.

Ficha completa

Pinocho

Pinocho

Pinocho es de por sí un personaje complejo, pero su ‘deltorización’ lo complica aún más, lo sitúa en un terreno ético más polémico, con menos carisma para el público infantil, aunque se equilibra en la historia con otros personajes mejor especiados para ellos, los niños, como el esencial Pepe Grillo (también narrador) o el monito Spazzatura, el zascandil del relato. Aun con el espesor habitual del estilo de este director, se encuadra bien dentro del marco del cine familiar y emocionan sus reflexiones sobre los significados de ser padre y ser hijo y persona. Y desde luego, impresionan las fusiones y confusiones estéticas con las que levanta Del Toro el ‘universo Pinocho’, la fantasía ambiental y su capacidad de crear sobre lo ya creado.

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