Crítica de «El escándalo (Bombshell)»: El jefazo de la Fox que las prefería rubias

Santifica a la vez que exhibe esa indefensión y esa potencia de lo femenino, y también ilustra con pillería aspectos como la ambición laboral, la presión, la incomodidad, el silencio y la impunidad

Nicole Kidman en «Escándalo»
Oti Rodríguez Marchante

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En su película anterior, «Trumbo», el director Jay Roach hacía digerible y con toques de humor uno de los capítulos más sórdidos de la historia de Hollywood, el de sus listas negras, y dejaba una descripción apasionada y extravagante de su personaje, el guionista Dalton Trumbo, que escribía en la bañera, como Clifton Webb en «Laura».

Ahora, en «El escándalo» , toca otra de las teclas negras del imperio audiovisual, pero sin quitarle material indigesto ni ponerle un gramo de sentido del humor: el estallido de inmoralidad y abusos sexuales destapado, hace unos años, en la cadena Fox News, propiedad de la familia Murdoch, y cuya mano derecha y gran tejedor de la política de la cadena de noticias, Roger Ailes, acabó sucumbiendo a las acusaciones de algunas de sus rubias y poderosas presentadoras, a las que elegía y dominaba como un tigre en su jungla.

A lo que se enfrenta el director es a una historia real, y reciente, y muy «intervenida» por el alboroto del último feminismo y movimientos como el «Me Too», y le procura a su historia una apariencia elemental por fuera y algunas complejidades y sutilezas por dentro.

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El escándalo

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El escándalo

Necesita su relato una urgente composición de personajes y situaciones para no perderse en la trama, y arranca con un torrente de datos, nombres y cargos que resuelve a velocidad de vértigo, con un montaje batido a tres planos por segundo…, son los prolegómenos de la caza.

El protagonista no es Roger Ailes, sino algunas de sus humilladas «chicas de pantalla», encarnadas aquí con total rubiez y arrebato de piernas y curvas por Charlize Theron, Nicole Kidman y Margot Robbie, que están en el punto justo de lo físico para transmitir al mismo tiempo la indefensión ante el colmillo de Roger Ailes y el poder de rompérselo junto al resto de su dentadura de un golpe directo.

«El escándalo» santifica a la vez que exhibe esa indefensión y esa potencia de lo femenino, y también ilustra con pillería aspectos como la ambición laboral, la presión, la incomodidad, el silencio y la impunidad. Hay algo de superficialidad en todo ello, pero también la certeza de que hay que atarse los machos.

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