Las pioneras del celuloide a quien la historia olvidó

El documental «Women Make Film» recoge más de mil fragmentos de películas, todas dirigidas por mujeres, para explicar la historia del cine a través del trabajo de unas cineastas que fueron olvidadas

Fernando Muñoz

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Lo primero que hizo el crítico de cine Mark Cousins al llegar a Madrid fue visitar el cementerio de La Almudena para llevar flores a la tumba de Ana Mariscal , una cineasta con una trayectoria prodigiosa pero a la que relegaron a las últimas filas de los libros de historia. El irlandés defiende que la directora de «Con la vida hicieron fuego» y la adaptación de «El camino», de Delibes, entre tantas otras, es una de las grandes del siglo XX -«el encuadre de sus películas está al nivel de los grandes directores de Hollywood, y hay un rigor en la iluminación y composición del plano altísimo, era increíble»-, y resopla y maldice cuando descubre que en su obituario se destacó su labor de actriz y se ignoró la faceta detrás de las cámaras.

Pese a lo hiperbólico de sus declaraciones, Cousins no es el primero que eleva a Ana Mariscal a la categoría de genio del cine del Siglo XX. Ya lo hizo Alfred Hitchcock , que dijo de ella que era una de las personas más inteligentes que había conocido, según publicó Terenci Moix en ABC en su fabulosa guía «La Gran Historia del Cine». Sin embargo, de los tres autores mencionados en estas líneas, dos están en los altares cinéfilos mientras el tercero se pierde en la nebulosa del desconocimiento. Y es precisamente para iluminar de nuevo el trabajo de directoras como Ana Mariscal y tantas otras por lo que Mark Cousins ha dirigido el documental «Women Make Film».

Un trabajo mastodóntico, tan desmesurado como lo es él en sus gestos y movimientos durante la entrevista. Una personalidad que descarga en el documental: cuarenta capítulos en los que analiza más de mil fragmentos de películas rodadas a lo largo de trece décadas y en los cinco continentes. Una labor que le ha costado seis años de trabajo -«y toda una vida mirando una pantalla»-, con la que homenajea a directoras conocidas y reivindica a las olvidadas. Una labor para la que ha contado con la ayuda de Cate Blanchett , Tilda Swinton o Jane Fonda , que prestan su voz a las mujeres cuya voz se ahogó entre rollos de celuloides.

En 2011, Cousins ya dirigió «La historia del cine: Una odisea», obra imprescindible para el cinéfilo, que bien podría convalidar la asignatura de Historia del Cine. Este « Women Make Film » actúa como una respuesta a todo aquello que no dijo en su «Odisea». «El tono y el objetivo es el mismo: que te enamores de las películas. Es como un menú degustación, o mejor, me veo como un traficante de drogas, pero con emociones: te regalo unos segundos de cada película para que te enganches y quieras verla y aprender», defiende; aunque «ni es una clase ni quiero dar lecciones, quiero que aprendas por intoxicación al ver los fragmentos y entender lo que analizamos», sentencia.

Pero aunque presuma de no querer dar lecciones, lo mejor es ver la película con boli y papel para no perder detalle. Porque en cuarenta capítulos plantea cuarenta preguntas que van desde cómo se hace una película a cómo se da forma a una historia o cómo el cine describe y refleja la vida. ¿Cómo se hace un buen plano de apertura? ¿Cómo se presenta un personaje? ¿Cómo se ruedan el sexo, la danza o la muerte? ¿Por qué funcionan la comedia, el melodrama o la ciencia ficción? Preguntas que se resuelven a través del análisis de mil secuencias rodadas exclusivamente por mujeres. Desde la sencillez y la naturalidad de Agnès Varda , la única mujer de la Nouvelle Vague, al pulso firme y adrenalítico de Kathryn Bigelow ; la carrera ecléctica pero siempre arrebatadora de Claire Denis o la capacidad de experimentar de Chantal Akerman . De estos nombres actuales y conocidos transita hasta otros casi olvidados. Directoras como Binka Zhelyazkova , cuyo «We were young» se aproxima a expresionismo de «El tercer hombre», o escenas magistrales de Esfir Shub , coetánea de Eisenstein pero sin la fama de un «Potemkin». También Alice Guy-Blaché , la primera persona de la historia en rodar un largometraje de ficción y una de las grandes productoras del primer Hollywood que quedó a la sombra de Cecil B. DeMille . Y hasta Leni Riefenstahl , porque esto no va de nacionalidades ni ideologías. Entre las citadas hay premiadas en Cannes, Berlín, ganadoras del Oscar… Pero aún así ninguno de sus trabajos están entre los «clásicos del cine», una «etiqueta solo permitida ellos en una industria que es un club de chicos y machista por omisión».

Pero vayamos al elefante en la habitación. ¿Por qué se ignoró a estas mujeres? «Los críticos y los historiadores son hombres, y valoraban películas con protagonistas masculinos porque creen que las historias de mujeres son algo sentimental, doméstico, algo que es una mentira. A mis amigos críticos le encantan las películas de hombres atormentados que se comportan como un volcán a punto de estallar… Películas como “Toro Salvaje”, de Scorsese , al que admiran, pero no piensan que “New York, New York” es mejor que “Toro salvaje” en su retrato del choque entre lo masculino y femenino. Y no es una crítica a Scorsese, ni a John Wayne , John Ford o ahora “Joker”; es mostrar que durante mucho tiempo esa ira masculina fue un valor para los críticos y para un tipo de cine. Ojo, John Ford es fantástico, grandioso, solo digo que hoy en día no puede ser el pináculo de nuestros valores», sentencia.

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