Enrique Urbizu, director de «Gigantes»: «¿Boom de series? Me he criado con Mario Camus»

El cineasta estrena la nueva serie de Movistar, protagonizada por José Coronado

El director Enrique Urbizu en la presentación de «Gigantes» ABC
Fernando Muñoz

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Cuando Enrique Urbizu respira, inhala cine. Cuando estornuda, se le cae cine. Cuando mira, lo hace en panorámico. Y ahora regresa con una serie: «El color, el silencio, el susurro, el relato, el ángulo, el maravilloso formato de 2:35... Son fundamentales para la pantalla grande o pequeña, pero parece que está exiliado porque los directivos creen que el espectador medio lo desprecia», reflexiona el cineasta antes del estreno de « Gigantes » (#0, 22.00), la serie de Movistar con la que vuelve a la televisión.

El director de «No habrá paz para los malvados» envuelve de épica decadente a una familia de mafiosos que domina el tráfico de drogas desde una trastienda del rastro de Madrid. Un clan que levantó el patriarca, Abraham Guerrero ( José Coronado ), en la época del estraperlo y cuyos tentáculos se extienden, ya en nuestros días, hasta el corazón de la burguesía europea.

«Se consideran a sí mismos intocables, capaces de todo. También hay algo de ironía, supongo, en ese “Gigantes”», reflexiona sobre esta familia que hace del mal su forma de vida. «Son un espejo de los supuestos principios morales que presiden nuestra sociedad. Están más allá, y nos hacen pensar qué está pasando aquí». Y ahí entra la pieza clave, el abuelo, José Coronado, con una oscuridad tan enraizada que parece un aprendiz de Santos Trinidad. «Era una broma que le dije antes de rodar a Jose: «Te voy a ofrecer un personaje que es todavía más malo que Santos, que podría ser su padre», ríe Urbizu, que aplaude el valor del intérprete para aceptar este trabajo: « Hay una doble lectura, por un lado es Jose dando el testigo a la siguiente generación de actores ... Y también es matar al padre. Sabía que fundaba ese clan y moría, y aceptó el papel», desgrana sin temor a desvelar un punto de la trama que se resuelve al inicio del segundo episodio.

A Urbizu no le importa hablar de la trama, de lo que le ocurre a los personajes. De hecho, cuenta sin darle importancia que acaban de rodar la segunda tanda de seis capítulos -«que no una segunda temporada»- donde la nieta explota toda la maldad que el patriarca escondió entre sus genes. «No tiene importancia saber el final. Si sabes el final, disfrutas más el camino. Ya no tienes la presión del argumento: sabes si mueren, si ganan, si viven... Y te dedicas a disfrutar de cómo son, de cómo se mueven», critica sobre la ola de temor al destripe que recorre a los seriéfilos.

En esta la edad dorada que parece vivir la producción de series, Enrique Urbizu lo tiene claro. «¿El boom de las series? Yo me he criado viendo series, para empezar “Curro Jiménez”, que es determinante en mi juventud. Las de Mario Camus, Gonzalo Suárez... Ya se han hecho, y muy bien, hace años. Yo estaba en EGB cuando la BBC hizo “Arriba y abajo”, “Poldark”, “Ned Kelly”... series magníficas de aquella época. Qué pasa, que ahora las hay muy adultas y complejas con un aura de calidad y de guay, pero si pones “The wire” un miércoles en una tele generalista no se va a ver», reflexiona sobre el momento de la industria: «Es una pátina de calidad para una minoría que es un espejismo», sentencia.

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