Editorial

Crisis en la UCA

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Los resultados del Claustro celebrado ayer dejan a la Universidad de Cádiz en una difícil situación para su gobernabilidad desde ahora y hasta las próximas elecciones, previstas para dentro de un año.

Dado que la oposición al actual rector ha obtenido la mayoría en la junta de gobierno y que este órgano habrá de aprobar reglamentos y contrataciones, el trabajo del rector Diego Sales y su equipo se complica de manera notable.

No es una cuestión menor, o que competa sólo a una élite o un gremio, ya que en el entorno de la UCA se mueven millares de estudiantes, de profesores y de empleos y empresas suministradoras.

De ahí que preocupe la crisis interna que revela este Claustro, explicable, por una parte, a razones de lucha por el poder a cargo de grupos de presión más o menos justificados o justificables, de tomas de posición de cara a las próximas elecciones, donde ya se configura una candidatura incluso con nombres propios. Pero también son evidentes los errores del rector Sales y su equipo, que no ha sabido explicar y comunicar con eficacia sus razones, esfuerzos y logros. Es curioso que una gestión tan brillante en lo sustancial, como lo es el hecho de haber logrado superar la crisis económica extrema heredada, y de haber diseñado un Plan Estratégico con amplia participación ciudadana,no tenga un respaldo en la opinión pública, ni universitaria ni social.

En este sentido, el movimiento crítico que se basa en el rechazo del «mercantilismo» en la Universidad, si bien tiene unas bases sólidas en lo ético, no puede ser honesto si no mira a la realidad de la institución, a la que se destinan una importante cantidad de dinero público, considerada incluso agraviante por otros niveles de enseñanza.

La racionalidad en el gasto se impone, como también la adopción de ratios razonables entre alumnos y profesores por titulaciones, los costes de las mismas por licenciado, la adecuación de las carreras al mercado de trabajo, la relación de éstas con las empresas, etc.

No se puede mantener un discurso de permanente llanto por más ayudas oficiales. Es preciso ser pragmáticos, resolver con fórmulas modernas y eficaces y no entrar en una dinámica de confrontación permanente.