MIEDO. Jesús Mulero observa los camiones desde la ventana del salón. / ANTONIO VÁZQUEZ
CÁDIZ

«Los cristales de la ventana vibran al paso de cada camión»

Jesús Mulero vive atemorizado porque piensa que los vehículos podrían sufrir un accidente e impactar contra su vivienda, situada en un bajo

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Desde el salón de su vivienda Jesús Mulero, un empleado de limpieza, observa los camiones pasar a menos de cinco metros. «Aquí es imposible ver la televisión, uno no se entera de nada y da la sensación que estuvieses en plena calle», comenta con cierta impotencia mientras se asoma a la ventana. Y agrega: «Yo trabajo por las noches en la basura y cuando llego a casa a las cinco de la mañana no puedo conciliar el sueño ya que los camiones empiezan a pasar a las 5.30 horas y ya no se puede estar en el cuarto debido al constante ruido.

El sonido del cambio de las marchas lo tengo metido en el cerebro, es un auténtico calvario». Al ser la vivienda un bajo supone que la cabina del camionero quede a la misma altura que la ventana y es «toda una amenaza, pues cualquier día un camión se desvía y nos mata mientras estamos durmiendo, ya que el cuarto de mis hijas da a la carretera también».

Mulero asegura que cuando quiere echarse la siesta en el sillón cierra las ventanas y pone dos ventiladores, pero «aún así se escuchan los ruidos, además no sé que es peor pues los cristales vibran cada vez que pasa un camión. Es una pesadilla», dice.

Para Mulero lo peor es cuando los camioneros se paran en plena vía para saludarse. «Tocan el claxon y se quedan en mitad de la calle hablando en voz alta de un camión a otro, formando un atasco», señala.