VUELTA DE HOJA

El desamparo de la Ley

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Se dice que la edad no hace el tiempo. Es verdad: si acaso es el tiempo el que la va deshaciendo. Todos conocemos a jóvenes sensatos y a alocados ancianos. Depende, además del temperamento, que mucho me temo que sea algo inmodificable, de cómo hayan empleado sus días de residencia en la tierra, que si bien se mira no son demasiados. El endurecimiento de la Ley del Menor aprobado en el Congreso, será sólo parcial. Va a responder a ciertos fenómenos nuevos, como las bandas juveniles y el acoso escolar, pero se suavizarán los castigos para los jóvenes de hasta 21 años y seguirán, como hasta la fecha, sin ser imputables a aquellos que tengan menos de 14. ¿Cuándo empieza la responsabilidad? Dicho de otro modo: ¿cuándo una persona empieza a ser de verdad una persona?

Supongo que la frontera es variable. A un filósofo presocrático le preguntaron cuando debían casarse los ciudadanos. «Los jóvenes todavía no y los viejos ya nunca», respondió. Hay que tener en cuenta que hay delincuentes precoces y vocaciones tardías. Gente que empieza muy pronto a saltarse la Ley, aprovechando su agilidad, y veteranos que quieren demostrar que aún se encuentran en magníficas condiciones físicas.

En cualquier caso, suavizar las leyes es signo de civilización, no sólo de tolerancia, palabra muy maltratada últimamente. Asusta pensar en las leyes por las que se rigieron nuestros antepasados, que son más o me-nos las que siguen vigentes en algunos países. Nadie se escandalizaba cuando era lícito cortarle la mano a un ladrón o encerrar durante años a un niño. Hay que preferir el cierto desamparo de las víctimas y reducir lo que toda Ley tiene de venganza para el que la trasgrede.

Es blanda la Ley, pero es la Ley. Sólo una palabra cambia de lo que predica el Digesto.