RIESGO. Larga cambiada de Juan José Padilla. / EFE
CORRIDA DE LA VILLA DE BILBAO

Juan José Padilla, sin suerte con el ganado

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La corrida de Torrestrella fue mixta y salió rana. No toda. El primero de los dos novillos de Cayetano se vino arriba en banderillas y no tuvo mal son. El Juli tuvo recursos para encontrarle al segundo el punto preciso. Durante la lidia de ese toro que manejó tan diestramente el viento hizo estragos. Descubría al torero.

Por todas partes se metía el aire y El Juli tuvo que romper su costumbre de marcar territorio. Seiscientos y pico kilos, justo trapío para ser toro de Bilbao y un final triste con la cabeza entre las manos. Media estocada trasera y un descabello de tanto acierto como resolución.

En contraste con la espesa manera de ser de ese toro, o de la del que rompió plaza, tocado, hundido y en ruina al segundo envite, el vivo y desordenado galope del primero de los dos novillos que mató Cayetano pareció chorro libre de una cascada.

Lo toreó con arrojo y empaque Cayetano, pero con un punto de precipitación. Algo terca la faena, pese a no estar exactamente pensada. Un garboso tanteo de apertura, una primera tanda en redondo bien dibujada y, luego, cuesta abajo el negocio, que no llegó a caerse. Sólo que por la mano izquierda, el toro le adivinó la idea a Cayetano todas las veces y lo sorprendió más de una. Le costó encontrar la igualada.

Lo demás salió casi al revés. Padilla, tocado con su ya famosa montera prerromántica, abrió fiesta con larga cambiada de rodillas en el tercio. El toro se le venció, salió de varas hecho fuagrás. Tardeó y arreó en banderillas, con Padilla al aparato y sin problemas. Padilla cobró notable estocada. El cuarto también dio más de 600 kilos. Para nada: para gatear, dolerse en tres pares de banderillas reunidos por Padilla con oficio y, ay, para puntear la muleta en cuanto la vio. Nada que rascar.

Después se tropezaron mucho las cosas: el quinto se estrelló contra un burladero primero y contra tablas después y salió zurrado de los encontronazos. Toro devuelto. Y también un primero sobrero de Santos Alcalde. El segundo sobrero, mirón, pegajoso, andarín, remató con la gaita arriba y la caña puesta. El Juli se peleó lo preciso y punto.

Al volver al novillo y a Cayetano la ilusión no era la misma de antes. El novillo no se dejó querer.