Cartas

En contra de la desacralización

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El pasado día 16 de mayo tuve ocasión de acudir a la mesa redonda que organizó el Ateneo de nuestra ciudad con motivo del futuro del Oratorio de San Felipe Neri. Lo primero que me gustaría lamentar es la ausencia de un representante del Obispado en la mesa.

Me resultó deplorable ver cómo el Oratorio se ha convertido en un mero asunto comercial. Puedo esperarme de los partidos políticos una actitud así; de quien no puedo imaginarlo siquiera es de la Iglesia a la que pertenezco, mi Iglesia. Parece que se está a la búsqueda del mejor postor y eso me resulta deplorable. La Iglesia la formamos todos los fieles o al menos eso es lo que dicen homilía tras homilía los sacerdotes. Me da la impresión de que en este asunto, al igual que sucede con Hacienda, la Iglesia no somos todos. Son sólo sus dirigentes.

Siempre me he sentido identificada con mi identidad como católica, pero las actitudes que estoy percibiendo desde los dirigentes de nuestra Diócesis son las contrarias a las que siempre habría esperado. ¿Se han molestado en saber el sentir de los fieles? ¿Por qué hacen oídos sordos a lo que muchísimas personas reclaman? El Pueblo de Dios se está pronunciando y los dirigentes de la Iglesia no sólo no lo escuchan sino que además lo obvian e incluso lo descalifican.

Se nos dice que la situación económica del Obispado es pésima. ¿La única solución es quitarse el Oratorio de encima? Me resulta insultante para mi inteligencia y la de muchas otras personas. Hay mil opciones antes que ésta. ¿Por qué no se puede compaginar el uso religioso y el uso civil? Me da la impresión de que la Junta de Andalucía no daría el dinero que va a dar si se llevara a cabo esta posibilidad. Ante esto y guiándose meramente por criterios puramente económicos, el Obispado se plantea directamente desacralizarlo. ¿Pero qué clase de valores están primando? Desde luego y como mínimo todos los contrarios a los que continuamente se nos dice que deben caracterizar nuestra vida como cristianos.

Que no me digan que la decisión está plenamente consensuada. Los diferentes Consejos existentes no son representativos del sentir casi general. No lo son, el Obispado lo sabe y aún así prefiere ignorar esta realidad. Pues aún así no me resigno. Quiero que mi voz se oiga. Me opongo a la desacralización del Oratorio de San Felipe Neri. No nos obvien, no nos ignoren, porque desde el momento en que se haga esto nuestra Iglesia Local perderá toda fuerza moral para dirigirse a los fieles a pedirle absolutamente nada.