EL RAYO VERDE

Memorial de la conciliación La Marca de Cádiz

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E ste jueves se presentará en sociedad la marca de Cádiz. No es un himno, una frontera, ni un tatuaje, como la marca tenebrosa de Harry Potter, sino algo tan importante e imprescindible como la imagen que la ciudad desea transmitir para hacerse con una identidad propia y para venderse a sí misma en el conjunto inmenso de otras identidades, en el enorme mercado de los lugares y los destinos. Se trata de un interesante empeño que en el fondo es poético: dar nombre a lo que no tiene, describir lo que nos rodea, y también filosófico: identificar, reconocer lo propio como ajeno para luego volverlo a recuperar más nuestro que nunca... en fin, no sé si me explico. También hay detrás un gran esfuerzo artístico, porque todo ello debe acabar en una imagen de calidad, singular, reconocible, estéticamente impactante, cargada de sentido, de connotaciones.

Más allá del dibujito, el trazo, el logotipo en que se resuma lo que somos, lo que creemos que somos, o lo que queremos ser, hay un proceso de una gran ambición intelectual. Lo que demuestra, ejem, lo importante que es el pensamiento, la poesía, el arte para la vida cotidiana, para el negocio, para las perspectivas de futuro y progreso. Que no es un lujo innecesario, vamos, sino lo contrario, un elemento de gran utilidad para construir riqueza.

Tengo gran interés en saber qué han fabricado Ignacio González Dorao y su equipo. Yo, como otros muchos gaditanos, participé en la encuesta previa y lo hice con entusiasmo, aunque no sé si con provecho para esos trabajos iniciales. Pocas cosas me gustan más que hablar de mi ciudad: de su historia, de sus mitos, de su arte, de su vida callejera, de su peculiar sentido del presente, de su humor, su solidaridad, su tolerancia, sus posibilidades de futuro... del nombre del lugar que para Alberti expresaba «todo lo dichoso, lo luminoso que me aconteciera».

Cádiz es ya de por sí una marca, una buena marca, pero sólo para quienes la conocen. Es cierto que no son muchos. Este estar entre los lugares de culto, como un preciado secreto sólo en poder de iniciados, tiene su encanto, pero es un poco demasiado snob, y sobre todo injusto para los cientos de gaditanos que esperan salir del paro y gozar de una nómina sin tener que abandonar su ciudad. En este mundo de impactos visuales rápidos y apabullantes en que vivimos, hacer un hueco a una marca nueva es bien complicado. Además del trabajo intelectual, conceptual, es preciso una fuerte inversión que apoye su implantación, una seleccionada presencia en los soportes más adecuados, un respaldo institucional y político... Pero si tiene calidad, si es brillante, si es verdadera, seguro que logrará éxito. Como aquel hallazgo tan copiado de Milton Glaser, que en tres letras negras y un corazón rojo expresó su amor por Nueva York.

La iniciativa del Ayuntamiento por construir esta marca de Cádiz, un esfuerzo necesario, debe acompañarse de una serie de medidas decididas para situarse en el mercado turístico exterior, que es todo un universo y para adaptar el recipiente a la oferta, por así decirlo, dar a los visitantes-clientes todo lo que esperan y más. Hará falta empezar por convencerse de que todo lo relacionado con el turismo les atañe, que no es nunca cosa de otros, aunque también lo sea. Por ejemplo, el caso de los turistas de cruceros. Mantenerlos en Cádiz puede que sea responsabilidad de las navieras, los touroperadores u otros agentes, pero desde luego compete al Ayuntamiento, si es que es cierto que su apuesta va por ahí. Hay muchas maneras de hacerlo, también en colaboración con otras administraciones. El primer paso en estos nuevos tiempos para el desarrollo turístico gaditano está ya a punto de darse. Larga vida y mucho éxito a la marca de Cádiz.

lgonzalez@lavozdigital.es Podríamos hacer, como los soviéticos y los americanos, un mural nombrando a los empleados del mes, en este caso las empleadas. Cada tanto tiempo, podríamos colocar la foto de la que haya logrado el mejor resultado en su particular partida de conciliación-de-vida-familiar-y-vida-laboral. Un ejemplo: compañera con dos hijos muy pequeños y empleada a su cargo. Esta se rompe una pierna y pasa seis horas en Urgencias, acompañada de mi colega, que además, ha de buscar a alguien que cuide a la cuidadora, poner orden en su hogar e incorporarse a su empleo. Logra hacerlo sin apenas retraso en el cumplimiento de su horario y todo sigue como si nada: pasa con nota la revisión del IVA y lo que le echen. Mejor el homenaje que figurar en el muro de los desaparecidos en combate.