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El Pentágono quiere construir en Europa un escudo antimisiles contra la amenaza iraní

La Administración Bush presiona a grandes bancos para que no negocien con Teherán

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Entre las múltiples ramificaciones que tiene el pulso internacional planteado por las ambiciones nucleares de la teocracia de Teherán, la Administración Bush estudia la construcción en Europa de un escudo antimisiles para hacer frente a un posible ataque iraní. El ambicioso proyecto, detallado ayer por The New York Times, contempla la instalación en cinco años de hasta una decena de interceptores en Europa del Este.

Entre los lugares para hacer realidad este sistema se barajan alternativas como Polonia o República Checa. Se espera una recomendación definitiva durante este verano por parte del secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, quien ya ha solicitado un adelanto presupuestario al Congreso federal de 43 millones de euros para dar los primeros pasos de un proyecto cuya factura final podría llegar a los 1.255 millones de euros. El escudo europeo, que no deja de causar grandes recelos en Rusia, es justificado como una forma de colocar interceptores lo más cerca posible de la hipotética ruta de misiles iraníes de largo alcance.

Retirada del tratado

Para mejorar su margen defensivo, el Pentágono ha empezado a reforzar su complejo de radares en la base británica de Fylingdales y dispone de planes similares en la base Thule (Groenlandia). Desde su llegada a la Casa Blanca, Bush ha dado prioridad a este tipo de despliegues defensivos para hacer frente a la proliferación en países hostiles de tecnología de misiles y armas no convencionales. Para desarrollar estas defensas, Washington se ha retirado del Tratado de Misiles Antibalísticos (ABM) rubricado durante la Guerra Fría con la Unión Soviética. En territorio estadounidense, el Pentágono ya tiene instalados nueve sistemas interceptores en Alaska y dos en California.

En este capítulo de creciente implicación europea en el pulso nuclear con Irán, Estados Unidos también ha empezado a presionar a grandes instituciones bancarias -como el Credit Suisse y UBN de Suiza, el ABN Amro de Holanda y el HSBC de Gran Bretaña- para que no realicen negocios con la teocracia de Teherán.