Agentes del Seprona procedieron al levantamiento de los cadáveres para su posterior análisis. / EFE
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La Junta suspende la caza en el coto de Jerez en el que se hallaron águilas envenenadas

El informe desvela signos evidentes de «intoxicación intencionada» y paraliza la actividad cinegética en la zona

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La Junta de Andalucía ha acordado la suspensión del aprovechamiento cinegético del coto en el que aparecieron envenenadas tres águilas imperiales los pasados meses de enero y febrero, según recoge el informe elaborado por la Consejería de Medio Ambiente y firmado por la propia delegada provincial, Isabel Gómez.

La Administración autonómica aduce como motivo principal para paralizar las actividades de caza en el coto, localizado en los terrenos de la finca Fuente del Rey -de 1.600 hectáreas-, en término municipal de Jerez, «la muerte continuada de varias especies de fauna protegida, como el águila imperial», algo que constata «el daño producido al ecosistema, hábitat y fauna silvestre».

Los resultados de los análisis practicados a las aves muertas se desprende que, al menos dos de ellas, fallecieron a consecuencia «de una intoxicación intencionada por ingestión de alimentos previamente tratados con Aldicarb, insecticida, acaricida y nematicida, comercializado por el nombre de Temik», aunque no se observan «hallazgos asociados a fenómenos de electrocución o partículas compatibles con proyectiles».

La historia de la aparición de las águilas muertas y su investigación por parte de los agentes del Seprona, está plagada de puntos oscuros. La primera de las águilas fue hallada el viernes 13 de enero, y el cadáver se remitió al Centro de Análisis y Diagnóstico de la Fauna Silvestre de Andalucía, por los signos evidentes de envenenamiento. La segunda apareció el 14 de febrero, aunque el día anterior se había tenido conocimiento de la desaparición de un tercer ejemplar de esta especie, el cual disponía de un emisor vía satélite.

El cadáver de este ejemplar se localizó, gracias a las coordenadas ofrecidas por la lectura del satélite, «en las inmediaciones de la casa-almacén conocida como La Piña, dentro de la propia finca». No obstante, cuando los agentes del Seprona proceden a la inspección ocular de la zona, en presencia de Borja Bohórquez, hijo del propietario de la finca, y Sebastián Fuentes, guardia del coto, «no se encuentran indicios ni restos del águila».

Posteriormente, se localiza el cadáver perdido del ejemplar, provisto del GPS, junto a «alimentos que podría haber estado ingiriendo en el momento de su muerte».

Los compuestos con los que estaban «tratados» los alimentos, hallados en la necropsia de las aves, son Aldicarb y Carbofurano, insecticidas comunes de uso agroindustrial considerados «altamente tóxicos» y se encontraron en valores altos.

Los agentes procedieron a desarrollar un plan de control e inspecciones continuadas en la totalidad de la superficie del coto, para garantizar la eliminación de posibles restos de cebos envenenados y «evitar la muerte de especies de la fauna silvestre y en especial de la amenazada, como es el caso de las águilas imperiales» o de otras rapaces de tamaño medio o pequeños mamíferos, cuyos cadáveres también han sido hallados en la finca.