Contraportada

Muere el gato Humphrey

Se instaló en Downing Street en tiempos de Margaret Thatcher y sus andanzas fueron debatidas en el Parlamento británico

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El portavoz del primer ministro británico ha anunciado oficialmente la muerte de Humphrey, el gato callejero que se instaló en Downing Street en 1989 y cuyas apariciones y desapariciones provocaron incluso debates en la Cámara de los Comunes.

Era un bello animal blanco y negro, que encontró dieta y acomodo en la residencia del jefe de Gobierno británico cuando Margaret Thatcher lanzó en Brujas la nueva fase del euroescepticismo británico.

Los habituales del lugar le bautizaron como Humphrey, inspirados por el personaje de una serie de televisión, Sí, primer ministro. El guión humorístico retrataba a un secretario del Gabinete, sir Humphrey, enredado en una perpetua conspiración, al estilo de las clásicas comedias de puertas, para que el ocupante temporal de la residencia no cambiase nada importante en la manera de hacer las cosas por el Gobierno permanente de los funcionarios.

Cobertura mediática

Humphrey, el gato, desapareció en los tiempos de John Major. Los periódicos se hicieron eco de la noticia y publicaron su foto. Los ocupantes de una próxima escuela médica identificaron al gato intruso que se había instalado entre ellos como el anterior cazarratones de Downing Street. A donde Humphrey regresó con aureola de doctor. Hasta que, en noviembre de 1997, se le echó de nuevo en falta. Esta vez corrió una especulación con ramificaciones dañinas para la familia que vivía en la residencia desde el mes de mayo.

La prensa alegó que a Cherie Blair no le gustan los gatos -algo que nunca ha sido comprobado- y que la mujer del nuevo primer ministro había decretado el fin del intruso. El portavoz del primer ministro lo negó. Pero un diputado conservador pidió al Gobierno en el Parlamento una explicación pública de la desaparición de Humphrey y pruebas de que aún estaba vivo. El Gobierno correspondió a la petición y llevó a un grupo de periodistas y fotógrafos a una casa privada en el sur de Londres, en la que Humphrey fue fotografiado, como hacen los terroristas con sus pobres secuestrados, junto a periódicos del día. Humphrey estaba vivo. Pero padecía una enfermedad renal. Un funcionario se lo había llevado a casa para cuidarlo adecuadamente. Allí murió la pasada semana, según el portavoz del Gobierno encabezado por Tony Blair.