FESTIVAL DE CINE DE BERLÍN

La Berlinale premia el compromiso político y otorga el Oso de Oro a la bosnia "Grbavica"

La Berlinale mostró el despegue del nuevo cine alemán, liberado de su obsesión por copiar de EEUU, Francia o cualquier otro país

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La Berlinale ha repartido sus máximos premios entre el cine político, con el Oso de Oro para la bosnia "Grbavica", el del Jurado a la iraní "Offside" y el de Plata al mejor director para Michael Winterbottom, por "The Road to Guantanamo", mientras que la argentina "El custodio" obtuvo el Alfred Bauer.

El jurado presidido por la actriz Charlotte Rampling recompensó el valor de los debutantes: además del máximo trofeo a "Grbavica", de la neófita Jasmila Zbanic, otra primeriza, la danesa Pernille Fischer Christensen, compartió con "Offside", de Jafar Panahi, el Gran Premio del Jurado y tuvo además el premio a la mejor ópera prima.

Rodrigo Moreno (Buenos Aires, 1972), que con "El custodio" debutó como director en solitario, recogió el premio Alfred Bauer, instituido en memoria del fundador del festival y en reconocimiento a una contribución a la apertura de nuevas perspectivas. La película del realizador argentino encaja perfectamente con esa distinción: apuntalado en la gran labor interpretativa de Julio Chávez, "El custodio" es el retrato de la soledad absoluta de un guardaespaldas entre la vida oficial y de lujo de su protegido -un ministro- y la sordidez de su existencia.

Rampling y su equipo se inspiraron en los debutantes, en detrimento de los grandes maestros que desfilaron entre las diecinueve competidoras -Claude Chabrol, Robert Altman y Sydney Lumet- y mostró también un especial "corazón" para el cine anfitrión.

Los Osos de Plata a la mejor interpretación, masculina y femenina, fueron para Moritz Bleibtreu, por "Elementarteilchen", y el de mejor actriz a Sandra Hüller, por "Requiem". Asimismo, se dio un Oso de Plata a la Major Aportación Artística el actor Jürgen Vogel, por su labor como intérprete, productor y coguionista de la película "Der freie Wille".

El mensaje del conjunto de galardones estaba más que claro: la Berlinale fue política, de acuerdo con el propósito insistentemente repetido por su director, Dieter Kosslick; no se rindió al espectáculo convencional, sino que buscó aportaciones complejas, y se fijó en los nuevos rostros del cine alemán. El mensaje político lo dieron tanto Zbanic, con su film sobre las violaciones como arma de guerra -centrado en una mujer bosnia que no ha explicado a su hija que es una "bastarda serbia"-, como Panahi y Winterbottom.

Panahi, que en su oportunísima película refleja la opresión de la mujer en Irán a través de un partido de clasificación para el Mundial de Fútbol de Alemania, dedicó su Gran Premio a sus "actores, que no pueden estar aquí". El film encontró un público propenso en una Berlinale que se sentía antesala del Mundial de Fútbol, donde la participación de la selección iraní está condenada a verse enmarcada en las tensiones entre Teherán y la comunidad internacional.

"Offside" fue rodado casi en tiempo real, durante el encuentro entre Irán y Bahrein que dio la clasificación al primero y con actores primerizos, que no obtuvieron permiso para salir de su país e ir a Berlín. Sí estuvo ahí con al menos dos de sus personajes Winterbottom, a quien acompañaron nada menos que dos ex presos de Guantánamo, protagonistas reales del calvario de tres británico-paquistaníes que pasaron dos años en esa cárcel de EEUU en territorio cubano.

Ruhel Ahmed y Shafiq Rasul, dos de los protagonistas del docudrama que es el film, desfilaron el día de la proyección por la alfombra roja, en lo que Kosslick quiso que fuera un homenaje extensible a todos los que siguen en Guantanamo. Hoy recogieron con Winterbottom el Oso de Plata, que el director dedicó, asimismo, a los presos.

La Berlinale mostró el despegue del nuevo cine alemán, liberado de su obsesión por copiar de EEUU, Francia o cualquier otro país. El Oso a Hüller, en el papel de epiléptica a la que su familia envía a un exorcista en los 70, es más que merecido, por su impresionante interpretación de muchacha que se cree endemoniada. Su equivalente masculino, Bleibtreu, sería más discutible, en parte porque defendía la película más decepcionante entre las cuatro alemanas, basado en el mundo del escritor francés Michel Houellebecq.

Vogel, en cambio, estaba soberbio en el papel de violador reincidente que pone todo su empeño en la reinserción social. Del conjunto del palmarés la única gran sorpresa -para algunos, injusticia- fue el doble premio para la danesa "En Soap", un film con aire de drama y telenovela sobre la relación entre una mujer y su vecina transexual, que no estaba en las quinielas de la crítica.