ANDALUCÍA

Vigilantes en Doñana

Los humedales de África occidental suponen el principal riesgo de gripe aviar en el parque nacional

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El temor a que aves silvestres que hayan contraído la enfermedad de la gripe aviar en África puedan terminar en Andalucía, durante el viaje de regreso a sus puntos de origen en el norte de Europa, es cada vez mayor. Hasta el momento, el problema, sólo en aves de corral, se ha detectado en Nigeria, que no es precisamente donde pasan el invierno las especies que utilizan Doñana y otros puntos de la geografía andaluza para reponer fuerzas.

El mayor riesgo está en que la enfermedad se traslade hacia los humedales de la parte occidental del continente africano, donde arranca la imaginaria autopista aérea que conduce hasta los países más al norte, y que tiene en el Parque Nacional su principal área de descanso, según la tesis que defiende Fernando Hiraldo, director de la Estación Biológica de Doñana,

En en este espacio protegido, entre mediados de marzo y mediados de abril pueden llegar a concentrarse hasta un millón de aves. Por ello, y sin que el resto de humedales andaluces o españoles desmerezca, está siendo objeto de una especial atención. «Todas las aves son susceptibles de contraer el virus de la gripe aviar, y lo más frecuente es que sean las relacionadas con el agua, como patos, gansos y cisnes, y los limícolas, que se ven sobre todo en la orilla del mar», explica Hiraldo.

Época de paso

«En Doñana, en esta época de paso, se van a mezclar aves que meses atrás salieron del norte y se han quedado en el Parque, con otras que vienen de África. Patos rabudos, cercetas, patos reales, patos cuchara, porrones, correlimos se van a encontrar allí, que es como un restaurante», añade. Teniendo como referencia las rutas migratorias de las aves, observa el director de la Estación Biológica que en la que une Asia con Australia se da la circunstancia de que en tierras autralianas no se ha dado ni un solo caso de la enfermedad.

«Lo que nos dicen los datos es que no hay que estar tan exaltados con las rutas migratorias, porque hasta ahora lo que indican -insiste Hiraldo- es que no han sido las fuentes predominantes de dispersión».

En relación con los casos detectados en Nigeria, sostiene Fernando Hiraldo que lo lógico es que hubiesen aparecido en zonas húmedas, en el delta del Níger, donde hay concentraciones de cientos de miles de aves, y no en un enclave desértico, «donde el flujo migratorio es muy pequeño».

En este punto surge un interrogante: ¿En cuántos paises de África existe el problema y aún no se ha detectado? Porque, en realidad, lo que temen los expertos es que la enfermedad se disemine. Si mantiene exclusivamente en Nigeria «hay que preocuparse poco», pero si afecta a los humedales de otros países más occidentales, como Gambia, Senegal, Mali o Mauritania, «entonces las aves entran de lleno en la ruta migratoria nuestra.

No obstante, según Hiraldo hay una parte de España, las Islas Baleares, que sí podrían estar afectadas por la ruta migratoria de Nigeria. En cualquier caso, «hay que seguir vigilantes, pero teniendo en cuenta que parece ser que hay otros vectores que están teniendo más importancia», como puede ser el transporte de animales por los humanos.

«La realidad -subraya Hiraldo- es que no hemos tenido grandes mortandades siguiendo las líneas migratorias, y eso es tan claro como los chorros del agua clara».