Sonría, por favor

Los rivales políticos se llevan muy bien en las fotografías. Aunque minutos antes uno le haya llamado a otro hijo de mala madre y el otro le ha llamado al uno mal parit, aprovechándose del Estatuto, cuando se acerca al-guien con una cámara componen una sonrisa de anuncio de dentífrico con mucho flúor. ¿Por qué se ríen? No digo de quién, que eso está claro y nadie ignora que se ríen de nosotros, lo que pregunto es de qué coño se ríen, que con esto de la paridad se hace uno un lío.

Mi nunca satisfecha intriga por estas mutuas muestras de contento ha culminado ante la foto de los señores Zaplana y Rubalcaba. Se están tronchando de risa. No se sabe cuál exhibe un regocijo mayor. El señor Rubalcaba tiene pinta de mayordomo del TBO y el señor Za-plana tiene aire de mayordomo a secas, pero eso no es más que una apreciación. Lo importante es la gracia que se hacen. ¿Se acaban de enterar de que la inflación y el paro se han disparado en enero, pese a las rebajas, y que el mes se ha cerrado con 70.000 desempleados más? No es probable. La imagen fue captada después de escenificar su absoluto desacuerdo entorno a la constitucionalidad del texto catalán.

Lo más probable es que se profesen una inocultable simpatía y hasta es posible que se admiren o bien que hayan comprendido eso de que entre bomberos no hay que pisarse la manguera. Tampoco hay que descartar que sus continuos roces defendiendo tesis contrapuestas las hayan ido acercando. Ya se sabe que los roces hacen el cariño. Lo cierto es que tanto el señor Rubalcaba como el señor Zaplana lo están pasando en grande. Quizá hayan quedado para hacer una excursión a Valencia aprovechando que el valenciano ha sido declarado idioma y que la risa es un lenguaje universal.