ANABOLIZANTE

En el locutorio

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Estoy en el locutorio de abajo de mi casa, desde donde escribo normalmente mis palabritas semanales. Traía un tema, un tema que me pone de bastante mala leche, relativo a la educación pública y todo eso. Básicamente venía a decir que no entiendo por qué el estado tiene que subvencionar la educación privada, con todo el rollo ese de los centros concertados, que el que quiera ir a un colegio privado que lo pague, que el estado lo que tiene que hacer es garantizar una educación pública de calidad, y ya está, en fin, algo así venía a decir...

Pero tengo al lado, en una de las cabinas de teléfono, a una señora colombiana llorando desconsoladamente junto al auricular, hablando supongo con algún familiar de allá lejos, al que extraña, contándole no se qué de que le han robado, no se qué de que está muy triste... No puedo concentrarme, no puedo evitar escuchar, no puedo dejar de sentirme ridícula con mi columnita semanal... y no puedo hacer nada. La señora se está marchando ahora. A dónde irá. En Madrid hace mucho frío ahora. En Colombia dicen que el tiempo es espléndido. En Madrid hay metro, trabajo, seguridad. En Colombia hay violencia y miseria. Aquí hay miradas por encima del hombro, y allí está la familia.

Muchas veces hablo desde estas líneas de cómo extraño el Sur.. Pero yo estoy aquí porque quiero, y en cinco horas tengo un tren maravilloso que me devuelve al mar. No puedo imaginar qué pasararía si fuera ese mismo mar el que me separara de mi gente. Si aquellos que me miran y piensan «huy qué graciosa, de Cádiz», dijeran con su mirada «¿a qué vienes aquí sudaca de mierda?» Si tuviera que trabajar como una bestia para ganar una miseria con la que dar de comer a los que se quedaron allá. Es difícil de imaginar, aunque aquí en España hemos sabido durante algún tiempo de ese dolor. Pero aun así, basta darse una vueltecita por un locutorio y escuchar las voces conmovidas de estos seres humanos, colombianos, senegaleses, rumanos, para dejar de mirarse un poquito el ombligo y pensar que, después de todo, una es una privilegiada..