Artículos

«Me considero muy apegado sentimentalmente al poblado»

Artista

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

En 1985 aterrizó en Chiclana para tratarse una enfermedad de la piel en el balneario, que afortunadamente salió bien, y rápidamente quedó fascinado por el poblado, el primer espacio que pisó. «Llegué de una zona, Cataluña, donde las reivindicaciones por el nacionalismo eran continuas, y me encontré con un pueblo que luchaba por intentar sobrevivir y echar a los militares. Lo que traía de Barcelona me vino muy bien para asumirlo como un chiclanero más».

Tanto es así que no dudó ni un instante en dejarlo todo para instalarse a más de mil kilómetros de donde había nacido, y se había hecho hombre, y sobretodo, dejar a su familia, amigos, e incluso desprenderse de objetos muy valiosos, sentimentalmente, para el. «Dejé tantas cosas y lo pasé tan mal al principio, que hasta vendí un coche que mi padre me había dejado para tener algún recurso. Fue duro desprenderse de toda mi vida para iniciar una nueva etapa».

Esta comenzaba con una implicación más directa en el arte y conociendo a Virginia, su actual pareja. Es tanto el apego que tiene a este lugar tan espectacular de Chiclana que incluso le unen más que sentimientos reivindicativos. «Mi foto de boda la hice en el poblado, y los restos de mi madre, que falleció en 2003 sin poder nunca visitar la zona por la enfermedad que sufría, reposan en el caño, fue su voluntad, y también es la mía cuando me llegue el momento».

Así, comenzó a realizar murales interpelativos en los que, «en ocasiones los militares nos lo borraban, aunque nosotros no nos quedábamos impasivos y lo denunciábamos a la Guardia Civil». La primera obra que presentó en Barcelona, en referencia al tema andaluz, lógicamente debía relacionarse con Sancti Petri, y así fue. «Mi primera exposición que llevé a Hospitalet, tenía como título Sancti Petri, un pueblo que no quiere morir».

Este, su rincón del que espera que todos los chiclaneros puedan decidir su futuro, también le ha hecho evolucionar en su forma de concebir el arte. «Antes pintaba más bohemio, aunque también hacía cosas implicadas con el muralismo». Veinte años después, dirige en Jerez un programa para jóvenes dedicados al graffiti a quienes les da a entender otro sentido de este oficio, además de avanzar en el muralismo, tocar todas las técnicas en la pintura, incluso ser un escultor consagrado. / CARLOS DE ALARCÓN