Cultura

Epifanía erótica

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¿Cuánto ha amado la crítica francesa la última película de Bertrand Blier? Ni mucho ni poco sino todo lo contrario. La división de opiniones prevalece. Lo mismo ocurre entre el público. Con un apreciable resultado en taquilla, el director de Los rompepelotas (1974) ha logrado, al menos, romper la espiral del fracaso comercial de sus últimos títulos. «Una comedia atractiva que consigue hacernos olvidar los últimos traspiés del cineasta», alaba Frédéric Mignard en un rincón cinéfilo de internet, donde destaca «la mirada madura» de Blier, quien «tras el tono de la comedia desvela su tristeza y su miedo a la soledad y el envejecimiento».

En lo que todo el mundo está de acuerdo es en el protagonismo de Monica Bellucci. Su belleza exuberante eclipsa el buen trabajo de Bernard Campan, como oficinista afortunado, y la colaboración de Gérard Depardieu, que tenía que interpretar a un macarra pero que, como de costumbre, hace de Depardieu. «Monica Be-llucci nunca ha estado tan fastuosa e inspira al cineasta, que ha recuperado su extravagancia poética» constata Figaroscope.

«Desde luego Monica Bellucci, cada día más guapa, es una verdadera epifanía erótica por si sola. Pero eso no basta para hacer un buen filme», objeta Aurélien Allin. Algo parecido concluye Pascal Mérigeau en Le Nouvel Observateur al comentar que «el filme casi puede ser visto como un documental dedicado a Bellucci».

Con mayor crueldad se expresa en Critikat Clément Graminiès al constatar que la italiana confirma ser la «única actriz capaz de trabajar con grandes realizadores en sus peores películas».

«El interés del cineasta se ha limitado claramente a un culo y un par de tetas, hasta tal punto que uno se pregunta en serio si el proyecto no fue pensado con la esperanza insensata de...», añade. Para aclarar los puntos suspensivos, Graminiès cita una confesión del propio Blier: «A cualquiera le apetece tirársela, es evidente, aunque no seas un obseso sexual».