Polideportivo

El Europeo de la reválida

El combinado nacional de Juan Carlos Pastor defiende a partir de mañana su prestigio y busca el arraigo entre las grandes selecciones del panorama mundial El primer partido ante Alemania se antoja clave para ver las opciones españolas

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Ya sólo quedan vestigios de la selección que ganó cinco medallas con Juan de Dios Román, pero Juan Carlos Pastor renovó y ganó el Mundial 2005 en su debut. Sin embargo, España sólo es uno más de la media docena larga de países que aspiran al podio en el Europeo de Suiza. Y el comienzo es durísimo: Alemania el jueves (15.45 h., La 2) y Francia el sábado (16.15 h., La 2); dos victorias serían media medalla; dos derrotas, el fiasco casi seguro.

Cuando se retiró el gran maestro Talant Duishebáiev, muchos pensaban que España iba a naufragar sin un director de juego tan genial. Pero Pastor ganó el Mundial de Túnez sin él, y ahora ha dejado en casa a dos centrales jóvenes, Raúl Entrerríos y Carlos Ruesga, que podrían ser titulares en casi todas las demás selecciones. Tampoco están ya Guijosa, Urdangarín, Carlos Ortega ni Xepkin, pero todos esos puestos han sido bien cubiertos. Pocas potencias pueden alardear de una renovación tan rápida y exitosa.

Sin embargo, eso no garantiza nada porque en el balonmano hay nueve países que suelen ganarse por pocos goles. Y todos ellos, menos Suecia, la gran ausente, disputan este Europeo: España, Francia, Alemania y Eslovenia, en una mitad del cuadro; Croacia, Dinamarca, Rusia y Serbia, en la otra. Y sin olvidar a Polonia (que eliminó a Suecia en la fase previa) y Hungría, capaces de amargar a cualquiera. Hay cuatro grupos de cuatro; los tres primeros de cada uno pasan a la segunda fase, en dos grupos de seis, arrastrando los resultados entre ellos; y los dos primeros de esos nuevos grupos se cruzan en las semifinales.

Dosificarse bien

La perspectiva de España se puede ver con el vaso medio lleno o medio vacío. Derrotar a Alemania y Francia permitiría jugar con relativa tranquilidad los cuatro partidos siguientes porque bastaría ganar a dos rivales débiles (Eslovaquia, que completa el grupo de España, y Ucrania o Suiza, previsibles terceras en el suyo) y a Polonia para garantizar la presencia en semifinales aunque se perdiera ante la temible Eslovenia. Pero una derrota inicial ante Alemania dispararía todas las alarmas porque sería casi obligatorio (salvo improbables carambolas de resultados posteriores) ganar el sábado a la muy poderosa Francia.

Además de ahorrar sufrimientos, un comienzo con dos victorias daría a España la ventaja que quizá fue decisiva para ganar fácilmente a Croacia en la final del Mundial de Túnez: los hombres de Pastor, bien dosificados, aún corrían mucho; los de Lino Cervar, quien apenas utilizó a los suplentes, estaban fundidos. En este punto hay que subrayar una importante modificación del reglamento: cada selección podrá cambiar a dos jugadores tras la primera fase, y a uno más antes de las semifinales, aunque no estén lesionados.

Los ocho reservas

Por eso, Pastor se ha llevado 16 hombres y 24 pasaportes. Los de la reserva son: José Manuel Sierra (portero), Raúl Entrerríos (central), Carlos Prieto (pivote), Julen Aguinagalde (pivote), Viran Morros (lateral izquierdo), Cristian Malmagro (lateral derecho), Antonio Ugalde (extremo izquierdo) y Roberto García (extremo derecho).

Que la selección española se consolide entre los grandes del balonmano depende además de un factor tan necesario como impredecible, la suerte. Quienes siguieron el Mundial de Túnez aún tendrán en la memoria el paradón en el último segundo del portero croata Sola, muy fallón hasta ese momento, frente a Serbia y Montenegro con el marcador 24-23 a favor de Croacia. El empate era el único resultado de ese ardiente duelo que hubiera eliminado a España de la lucha por las medallas. Sin esa parada de Sola, la selección de Pastor no tendría la vitola de campeona que la hace parecer más fuerte de lo que en realidad es.