Editorial

Cádiz y la demografía

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Con Los datos del padrón de 2005 confirman la tendencia de crecimiento general de la provincia, beneficiada por las nuevas tendencias del moderno aumento demográfico (inmigración, sector terciario, atracción del litoral) y también la subida concreta de la Bahía de Cádiz como conurbación, que aumenta su peso relativo en el conjunto de la provincia. De ahí que sea obvio inferir la necesidad de profundizar en la integración del territorio en el espacio de la Bahía, con las propuestas nunca cuajadas de área metropolitana. Otra constante, observada también en este último padrón,es el peso creciente de la inmigración en el crecimiento de la población, lo que los expertos llaman «segunda tansición demográfica», que obliga tanto a trabajar por la integración de los inmigrantes como a plantear el debate de la multiculturalidad, si bien en el caso de Cádiz la inmigración se reparte casi al 50% entre marroquíes y europeos, que conforman dos mundos absolutamente diferentes en lo social,político y cultural.

Especial interés reviste el continuado descenso del peso específico de la capital. Para comprender mejor lo que esto significa conviene huir tanto de quienes hacen hincapié en el obstáculo insalvable de la falta de espacio para justificar el estancamiento e incluso hablan de que se ha alcanzado el «óptimo demográfico», o la población ideal, como de quienes atribuyen el descenso a la gestión del gobierno local, que no sería capaz de dinamizar la ciudad, atraer inversiones y hacerla despegar, como si el problema se pudiera solucionar con un simple cambio en el Ayuntamiento.

Y conviene huir de estas dos posturas porque las dos incurren en graves inexactitudes. La primera niega la evidencia de que el descenso de población no va unido a una mejor calidad de vida, sino todo lo contrario, y no profundiza en los condicionales, sociales económicos y culturales, que puedan explicarlo. La segunda ignora que la evolución demográfica no es resultado de la gestión politica, sino la expresión de un dinamismo que no se reduce a lo político, y menos aún a los precarios recursos de un ayuntamiento, sino que viene determinada por la propia sociedad, por la familia como célula primaria, y por la educación, la cultura, el trabajo, la innovación y el civismo.

La causa del decrecimiento de Cádiz está más bien en la carencia de un proyecto de ciudad viable, innovador, asumido mayoritariamente por la sociedad gaditana. Así, si se opta por una ciudad de tamaño medio, funcionarial y de servicios, de usos culturales, de calidad ambiental, hay que tomar una serie de decisiones y no otras. Si que quiere avanzar en la «Ciudad-Bahía», es preciso apostar por infraestructuras, comunicaciones, especialización como un singular «barrio histórico», reducción de funciones, de una nueva fórmula. o una cesión, de liderazgo. Sin embargo, este debate sigue sin resolverse y urge dar los pasos adecuados para hacerlo. Es una cuestión de superviviencia.