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El presidente de Kosovo, Ibrahim Rugova, fallece de cáncer a los 61 años

Conocido como el 'Gandhi de los Balcanes', fue una figura clave en la resistencia pacífica al dominio serbio

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Durante más de una década, Ibrahim Rugova fue la mayor figura simbólica de una lucha no violenta a favor de la independencia de Kosovo. En su larga marcha, resistió a la represión serbia que desató Slobodan Milosevic antes de que la OTAN iniciara su ataques aéreos, sobrevivió a varios atentados y se impuso a una sórdida lucha por el poder llevada a cabo por un sector de sus propios compatriotas.

Ayer, el presidente Rugova murió a la edad de 61 años, víctima de un cáncer de pulmón y pocos días antes de que se iniciaran unas cruciales negociaciones en Viena destinadas a definir el futuro político del conflicto y violento enclave serbio y discutir sobre la eventualidad de la independencia, una meta por la que el mandatario consagró casi toda su vida. Rugova, un respetado profesor de literatura albanesa y dueño de un doctorado de la Sorbona, se dejó arrastrar por el torbellino político de los Balcanes cuando Slobodan Milosevic, su eterno enemigo, decidió acabar en1989 con el estatuto de autonomía que tenía la provincia y anunció con palabras cargadas de resentimiento la tragedia que haría pedazos la Yugoslavia que fundó Tito.

Ese año, Rugova tomó dos decisiones: fundó la Liga Democrática de Kosovo, un partido con el que se propuso alcanzar, por medios pacíficos, la independencia y nunca más volvió a quitarse, al menos en sus apariciones públicas, una bufanda de seda con los colores de la bandera kosovar, (rojo y negro) que siempre llevaba enrollada al cuello.

La última década del siglo XX sería decisiva para Ibrahim Rugova y para su mortal enemigo, Slobodan Milosevic. Desde su pequeña y humilde oficina, adornada con fotos de Juan Pablo II y ubicada en las cercanías del estadio de fútbol de Pristina, el 'Ghandi de los Balcanes' dirigió una titánica tarea de resistencia pacífica a la ocupación serbia, organizó una universidad paralela donde los catedráticos ofrecían clases en domicilios particulares y tuvo éxito en imponer un sistema fiscal paralelo a Belgrado.

En 1992, Rugova fue elegido presidente de la 'República de Kosovo' en unos comicios que fueron ignorados por Belgrado y nunca reconocidos por la comunidad internacional. En 1998, volvió a postularse al cargo, pero su política pacifista había comenzado a ser rechazada por gran parte de la población kosovar, que descubrió el encanto de la guerra que les ofrecía el UCK, el famoso y violento Ejército de Liberación de Kosovo.

En medio de la represión serbia y los ataques del UCK, la doctrina pacifista de Rugova comenzó a perder importancia ante el protagonismo que adquirieron los comandantes del UCK, quienes le desautorizaron ante el pueblo, cuando intentó una negociación con Milosevic. Poco antes de que estallara la guerra en Kosovo, Rugova sufrió la peor humillación de carrera política cuando asistió a la conferencia de Paz de Rambouillet, como un miembro casi sin voz de la delegación kosovar, que estuvo encabezada por el líder máximo del UCK, Hasim Thaci, a la sazón el 'niño mimado' de la ex secretaria de Estado, Madelaine Albright.

Sin embargo, Rugova vivió el momento más amargo de su vida cuando en pleno bombardeo de la OTAN apareció en la televisión serbia al lado de Milosevic, quien le obligó a firmar un comunicado conjunto donde los dos pedían el fin de los ataques de la OTAN y el regreso a la mesa de las negociaciones. A partir de ese momento, los albaneses le dieron la espalda y la comunidad internacional lo descarto como interlocutor.

Pero en 2002, Rugova volvió a ser elegido presidente de Kosovo, en unos comicios que fueron apadrinados por Naciones Unidas. Repitió en diciembre de 2004, al volverle a confiar el poder por un periodo de tres años.