VETERANO. Mario Soares. / AP
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Cavaco Silva se perfila como gran favorito en las presidenciales portuguesas

El candidato de centroderecha se enfrentará en la segunda vuelta a Soares o Alegre de no imponerse hoy por más del 50% de los sufragios Por primera vez en 30 años podría salir elegido un conservador, que sucederá en este caso como jefe del Estado al socialista Jorge Sampaio

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Salvo sorpresas de última hora, Cavaco Silva será elegido hoy por los portugueses como nuevo presidente de la República, para suceder en el cargo de Jefe del Estado a Jorge Sampaio. Cerca de nueve millones de ciudadanos están llamados a las urnas en unos comicios en los que la abstención acostumbra a ser muy elevada -el 50,3% en los últimos comicios- y de los que por primera vez, en los treinta años de democracia lusa, podría salir elegido un candidato de derechas.

Los resultados de los cuatro últimos sondeos divulgados el pasado viernes en Portugal son unánimes y coincidentes: Cavaco Silva logrará la presidencia del país en la primera vuelta electoral. Según el sistema electoral del país vecino es necesario que un candidato obtenga más del 50% de los votos para ocupar el cargo presidencial. En caso contrario, si ningún candidato supera esta cota, los dos más votados se enfrentarían en un segundo sufragio. En este supuesto escenario, el rival para la segunda ronda de Cavaco Silva saldría de entre los socialistas Mario Soares y Manuel Alegre.

Reto político

El veterano y experto Mario Soares cuenta con el apoyo del Partido Socialista (PS). A los 81 años afronta un nuevo reto político, uno de los más difíciles tras una larga trayectoria en la que ha ocupado los cargos de primer ministro y presidente de la República, entre otros. Por su parte, Manuel Alegre, militante socialista de toda la vida, se presenta como independiente en estos comicios, después de un desacuerdo con su partido que le ha negado el respaldo oficial. El resultado es un electorado socialista dividido como se pudo constatar el pasado jueves, cuando ambos candidatos celebraron por separado sus comicios en Lisboa y ninguno de los dos tuvo el seguimiento esperado.

Entre los otros candidatos de izquierda, el mejor situado, detrás de los dos socialistas, es el comunista Jerónimo de Sousa, seguido de Francisco Louçã, del Bloque de Esquerda. En el último lugar de las intenciones de voto se encuentra García Pereira, apoyado por los monárquicos.

Después de recorrer los 18 distritos del país, Cavaco Silva dice sentir el «deber cumplido» de haberse acercado a todos los portugueses y dialogar con ellos. El ex primer ministro luso decidió presentarse a estos comicios el pasado verano, una vez analizada la situación que atraviesa el país, «la más grave en los últimos veinticinco años». Considera ser la mejor opción para dar un nuevo rumbo al país y asegura que «si la elección es la correcta, 2006 será el año en el que daremos un paso al frente, en el sentido de la estabilidad, de respuesta a los deseos de los portugueses».

La capital portuguesa fue el local elegido para el cierre de campaña de Cavaco Silva el pasado viernes. Las calles de Lisboa se llenaron de militantes y seguidores del centroderecha que quisieron demostrar su apoyo a su candidato, quien fue capaz de llenar, con unas 10.000 personas, el Pabellón Atlántico en el último mitin. Gritos de 'Cavaco a la primera' acompañaron a la multitud que siguió al candidato por varias zonas de la ciudad, en donde fue necesario reforzar el cordón de seguridad por la avalancha de personas. Cavaco Silva se comprometió ante sus seguidores a «hacer todo lo que esté a mi alcance para devolver la confianza a los portugueses».

«Onda de esperanza»

Emocionado y rodeado de numerosas figuras y personalidades políticas, Cavaco Silva aseguró que en su largo viaje ha sentido que existe «una onda de esperanza que recorre todo el país, siento en todos voluntad de ayudar, voluntad de contribuir». Es esa profunda 'voluntad de cambio' reflejada por todos los sondeos la que ha hecho que el líder centroderechista despegue en todos las encuestas y apenas quede duda en estos momentos de su triunfo.

La decepción en el campo económico y social ha apartado de un manotazo a la izquierda del poder y la euforia de otras campañas es la misma que secunda en ésta a la opción conservadora.