FÉLIX MORIÓN EX PRESIDENTE DE LA ASOCIACIÓN DE HOTELES DE CÁDIZ

«El director de hotel es un apagafuegos; tiene que contentar a cliente, empleado y empresa»

Morión, tras abandonar su puesto al frente de la Asociación de Hoteleros, repasa la trayectoria del turismo en Cádiz, de la que ha sido tanto testigo como protagonista

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Félix Morión cerró el jueves un ciclo de quince años al frente de la Asociación de Hoteles de Cádiz. El director del Duque de Nájera (Rota) comenta que hay que aprovechar el «buen momento» que atraviesa el colectivo para que se «refresque» su mandato. «Cada vez hay más trabajo y noto que no llego, que no puedo dedicar a este tema todo lo que necesita», asevera. Morión, que empleará ahora más tiempo a su cargo en la cadena Hoteles Andaluces con Encanto (HACE), analizó ayer la situación del turismo en Cádiz, sus perspectivas de futuro y su historia, de la que ha sido tan testigo como protagonista.

-¿Cuál es la misión de un director de hotel? ¿A qué se dedica usted?

-A apagar fuegos (risas). Nuestro trabajo es que todo funcione bien y que lo haga en su momento. A partir de ahí, pueden surgir cientos de trabajos cada día, con más de 200 empleados... bares, restaurantes, miles de detalles, y todo tiene que funcionar a la perfección. Y encima, el hotel tiene que ganar dinero a final de año. Los directores de hotel somos apagafuegos, que tenemos que tener contento a los empleados para que desempeñen su trabajo, a los clientes y a la empresa.

-Con tanta dedicación, el hotel llegará a convertirse en su propia casa...

-(Risas) Desde luego, esto es más que una segunda casa. No te puedes quitar de encima el trabajo y te los llevas a cuestas. Mira que lo intento, pero cada día siento que no lo he conseguido. Siempre te queda algo para la mañana siguiente, para primera hora. Es una constante, no te puedes dormir ni un segundo y tienes que procurar que nadie lo haga.

-Pero le va bien, ¿no? El Duque de Nájera es una referencia en la provincia, reconocida por los touroperadores y por los propios hoteleros.

-La diferencia entre bien y mal es de un milímetro. ¿De un milímetro! No puedes perder la tensión en ningún momento. Tienes que saber, en primer lugar, lo que no hay hacer, y después lo que sí hay que hacer. La prioridad, eso sí, es el cliente, que es el que mantiene el negocio. Aquí nos volcamos con el cliente, con los detalles. Hemos puesto hace poco mirillas y timbres en las habitaciones, y nuestra última idea ha sido poner en cada habitación una bandeja con té y café permanentemente para que el cliente pueda preparárselo en su habitación, mirando el mar. El cliente se tiene que ir más contento de tu casa que de cualquier otra casa. Es nuestro secreto, que, cómo ves, no tiene nada de secreto.

-¿Cómo era el turismo gaditano cuando usted comenzó a trabajar en la Asociación, hace quince años?

-Turismo gaditano... no había turismo gaditano. Empecé a trabajar en el Playa de la Luz en marzo del 1974. Era un hotel de dos estrellas, pero era todo lo que había. Éste, el Parador Atlántico y un par de establecimientos más. El Playa era el único hotel que trabajaba con touroperación extranjera, porque fue el señor Jan De Clerck -presidente de HACE- el que trajo a alemanes y belgas a Cádiz. Los extranjeros llegaban al hotel desde el aeropuerto de Sevilla, a una provincia en la que no había infraestructuras de ningún tipo, y lo hacían en autobuses sin aire acondicionado, en pleno verano y con más de dos horas de trayecto.Primero lo hizo Hetzel, cuando nadie creía en esto, y después TUI, que entonces, claro, no era ni la décima parte de lo que es hoy.

-¿Y el día a día? ¿Cómo era el trabajo entonces?

-No tenía nada que ver con lo que es ahora. Entonces se trabajaba en precios, daba igual ser amable o no serlo. Con buen clima, un centroeuropeo estaba aquí dos semanas y le salía más barato que quedarse en casa. España despegaba en el mercado y todo era novedoso.

-¿Qué ha pasado en el turismo gaditano en las dos últimas décadas, hasta llegar a la posición que ocupa en estos momentos?

-Ahora todo va muy deprisa, pero entonces los cambios eran lentísimos. No había dinero, había que esperar a inversiones extranjeras y la falta de infraestructuras lo hacía todo más difícil. Hubo dos factores que revolucionaron la provincia: la Expo 92 y la apertura del aeropuerto de Jerez. Fue una explosión para las infraestructuras y el preámbulo de su desarrollo.

-Ahora el crecimiento empieza a ser menor que en los últimos años. ¿Cómo son los años que vienen?

-Los tiempos no son malos, pero los hubo mejores. Hay una ralentización del sector por diferentes motivos. En primer lugar, por una competencia brutal de Turquía, con un enorme apoyo del Gobierno al sector turístico y mucha planificación para convertirse en un líder. Los desarrollos turcos son extraordinarios. Además, muchos empresarios empiezan a pensar en construir en otros destinos. También hay que tener en cuenta que la inflación de España es un hándicap en el mercado alemán, que es básico para nosotros. Los precios suben aquí más de lo que ellos pueden asumir, y por eso los hoteleros no podemos adaptar las tarifas. Hay gente a la que le gusta llenarse la boca con cifras de aumento de turistas, pero ahí hay que incluir el matiz de que los hoteleros están ganando menos dinero y que además trabajan más.

-¿Y qué hay de otros mercados, como el nórdico?

-Nosotros tenemos un contrato por primera vez con un mayorista nórdico, que es Aurinkomatkat, aunque eso no resuelve nuestras cuentas. Es un movimiento con miras al futuro, porque el resto de mayoristas van a estar pendientes de lo que pase en la Costa de la Luz. Creo que este destino encaja en lo que buscan estos viajeros. A Rita (product manager de Aurinkomatkat) le tenemos que agradecer mucho su apuesta por Cádiz. El papel del Patronato también ha sido decisivo. Estoy convencido de que tenemos el mejor Patronato de España, con un nivel de sintonía total entre la institución y los empresarios.

-¿Cuál sigue siendo su recomendación más insistente a los hoteleros?

-Que en un momento en el que hay dificultades con los precios no intenten compensar sus cuentas bajando la calidad del servicio. Los hoteles de aquí dan mejor servicio que el de cualquier destino, y la Costa de la Luz es considerado por los operadores como su mejor destino en el país; hay que conservar esa posición, aunque a final de año se gane menos.