EL RECUADRO

Mentís a Heráclito

El Cachorro se está bañando, reflejado, dos, tres, decenas de veces en el mismo río, rotundo mentís a Heráclito

El Cristo de la Expiración el pasado Viernes Santo JUAN JOSÉ ÚBEDA
Antonio Burgos

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Los versos quedarán entre los clásicos de los clásicos de la buena poesía sobre la Semana Santa, como la memoria que en el poema de Rafael Montesinos siempre elige el camino más corto para herirnos. Son como el disparo de fugacidad y gracia de la soleá de Manuel Alcántara, mortal de necesidad para los sentimientos: «En tres versos solamente/cabe la bala que a un hombre/puede partirle la frente». Como mortales de necesidad para la emoción son estos versos de Aquilino Duque dedicados al Cachorro, ya clásicos entre los clásicos: «Esta noche, Manuel, tú sobre el puente,/ tú sobre el río, prometiendo abrazos/ que nunca habrás de dar porque no puedes,/porque un madero y unos clavos dicen/ que nadie es libre de morir su muerte./ Esta noche, Manuel, tú sobre el río.»

Versos que certifican que desde el Domingo de Ramos viene Sevilla formulando, sin silogismos, sólo corazón, sólo Triana, un largo desmentido a Heráclito. Se ve que Heráclito no estuvo en Sevilla, y menos en Triana, y menos en el puente, y menos en Semana Santa. Se quedó vaheando cuando dijo: «Nadie puede bañarse dos veces en el mismo río». ¿Quién ha dicho que no? Depende de qué río. Depende de qué puente. Cuando es Sevilla en punto, ni más ni menos, a lo Mañara y a lo Valdés Leal, y cuando pasa el puente una cofradía de Triana, la imagen de la belleza de Dios y de su Madre se puede bañar dos veces en el mismo río, vamos que si puede... Miren viejas fotografías de Luis Arenas, del Nene Serrano, verán cómo el Cachorro se está bañando, reflejado, dos, tres, decenas de veces en el mismo río de barcas del atardecer, con el más rotundo mentís a Heráclito.

Viene ocurriendo desde el Domingo de Ramos. Ese Cristo que «hasta sentao/anda sobrao de compás», se bañó, reflejado en sus aguas, dos veces, un año más, en el río. Como en una cucaña a lo divino, las aguas del mismo río de siempre, las aguas del mismo río de La Valiente, vieron el domingo bañarse en sus reflejos a la Estrella de la Mañana, que, lo que son las cosas y lo loca que se vuelve Triana, es Estrella hasta por la tarde, Estrella de los mares y Estrella del río que va a la mar de Sanlúcar en las ruedas, tan Mississippi, de los viejos vapores que atracaban en la Escalerilla de Tagua.

Y los andares trianeros únicos del Cristo de San Gonzalo se bañaron también dos veces el Lunes Santo en el mismo río. Claro, como Heráclito no era del Barrio León, ni paró nunca en La Torrecilla, ¿qué iba a saber que sus leyes no se cumplen en el Cantón Cofradiero de Triana, Triana, Triana en cuanto cruza el puente, vida mía?

¿Y esta noche, y esta Madrugada de la que todos hemos salido «medio locos y medio muertos», y más cuando hemos visto que la Esperanza de la calle Larga, la que con la que Le sobra a Ella le da nombre a la calle Pureza, se reflejaba en el mismo, en el mismísimo río del año del centenario de la Reconquista de Sevilla por San Fernando, cuando empezaron a alumbrarla los reflectores de los buques de la Armada, que para eso es tan Marinera, para que pudiera reflejarse otra vez, como el primer año que por este puente pasaba la Reina que no llevaba corona, tan sólo peina, aunque llevara un mantón de Manila que le arrastraba? ¿Que no se puede uno bañar dos veces en el agua del mismo río? Eso es que Heráclito, el pobrecito mío, no vio el reflejo del palio de la Esperanza sobre las aguas.

Como esta tarde tampoco verá, prometiendo abrazos en el clásico poema, cómo el Cristo de la Expiración es exactamente Jesús que vuelve a caminar sobre las aguas del río, tan humanas que laten y cobran vida con las mareas. Mareas que llevan a una América tan cercana que parece indiano el carey de la cruz del Nazareno de la O cuando se baña un año más en el reflejo de las aguas del mismo río.

Y es que a este Heráclito no lo apuntó ningún abuelo en su cofradía de Triana, ni sabía dónde estaba la calle Castilla. Y por no saber no sabía que es el puente el que pasa, el que se pasa para llevar gloria pura a Sevilla, y que es el río el que se queda y permanece, esperando ya el Domingo de Ramos del año que viene. Al menos en Triana está más que visto y demostrado que es así.

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